martes, 29 de octubre de 2019

NOS VEMOS EN EL MUSEO (ANNE YOUNGON)


Nos vemos en el museo
Anne Youngson



Título: Nos vemos en el museo
Autor: Anne Youngson
Traducción: Álvaro Abella
Editorial: Maeva, 2019
Encuadernación: Tapa dura
Páginas: 248




 ANNE YOUNGSON

Esto es lo que la editorial nos cuenta de la autora:

Antes de dedicarse a la escritura, la británica Anne Youngson trabajó durante muchos años en puestos de dirección en la industria automovilística.  La autora vive en Oxfordshire, y tiene dos hijos y tres nietos.
Su primera novela, Nos vemos en el museo, que Anne Youngson comenzó a escribir a los setenta años, ha sido un sorprendente éxito que se publicará en varios países.






La vida es un segundo examen a la mata de frambuesas

ARGUMENTO de NOS VEMOS EN EL MUSEO

El hombre de Tollund

Tina es una granjera inglesa. Anders es conservador de un museo arqueológico de Dinamarca. En principio nada parecen tener en común, salvo su atracción por el hombre de Tollund, un hombre momificado que se encuentra en el museo donde trabaja Anders y por el que ambos sienten fascinación.
Una carta enviada por Tina al museo y de la que no espera respuesta, es el comienzo de una relación epistolar que cambiará sus vidas.






NOS VEMOS EN EL MUSEO

Portada original
Nos vemos en el museo es lo que se denomina una novela epistolar, algo que nos deja muy claro desde la portada. Una novela epistolar en un mundo en el que ya no se llevan las cartas. Porque por más que lo pensemos, un correo electrónico, por más extenso que sea, no es lo mismo.
Con correos el3ectrónicos puedes escribir una novela como Contra el viento del norte, de Daniel Glattauer. Pero Nos vemos en el Museo es totalmente diferente, porque es una novela en la que no prevalece la inmediatez ni la rapidez en la respuesta. Son do seres aparentemente muy diferentes que van abriendo poco a poco su corazón, sus sentimientos, su pasado, conscientes de que el otro leerá con calma y detenimiento su carta, con una respuesta que tampoco será inmediata, pues será meditada y escrita con calma.
Eso es lo que ambos quieren e incluso, cuando en un momento dado deciden usar el correo electrónico, será en forma de un archivo adjunto y esperando que el otro lo lea con calma, que incluso lo imprima en papel para así poder leerlo y meditarlo sin prisas.
Evidentemente, los protagonistas de estas cartas no son unos jóvenes, sínodos personas que rondan los sesenta años, que son conscientes de que lo que han vivido es mucho más largo de lo que les queda por vivir.

Ambos cuentan además con una vida ya vivida. Él es viudo, con una historia de amor con su mujer cargada de amor sí, pero también de sufrimiento. La de ella es una historia muy diferente, la de una mujer que se casó al quedarse embarazada y para la que el matrimonio supuso la renuncia a la vida que esperaba vivir, porque su marido es granjero y su vida es la de una mujer de campo.
Cierto también que esta vida que le ha tocado vivir sin duda influye y mucho en su manera de ver las cosas, pues de hecho hay varias metáforas en las que la vida rural está muy presente y que, cualquiera que haya tenido cierta relación con el campo lo sabe:
«Siempre que recojo frambuesas, recorro la mata con la mayor atención posible, buscando los frutos maduros. Pero por muy atenta que esté, cuando me doy la vuelta para regresar, encuentro frutos que no había visto al acercarme a las plantas desde la dirección opuesta. Otra vida, pensé, sería cono un segundo examen a la mata de frambuesas; vería cosas buenas que no he visto en mi primera vida, pero supongo que descubriría que la mayor parte de los frutos ya estaba en mi cesta». (Página 77)
No he podido menos que quedarme con este pensamiento, porque es muy real. Yo no tengo frambuesas, pero cuando recojo los pimientos o las avellanas caídas del árbol me pasa lo mismo, siempre tengo que dar una segunda vuelta en la que me sorprendo con lo que me he dejado atrás cuando me doy la vuelta y miro el suelo o la mata desde otra perspectiva.






OPINIÓN PERSONAL


Foto de El Búho entre libros para Instagram
Si te animas a leer Nos vemos en el museo, no esperes encontrar una historia trepidante, porque ni lo es ni pretende serlo. Es una historia sosegada, como la lectura de esas cartas que se envían por correo. Una lectura que nos va mostrando como dos personas aparentemente muy diferentes tienen más cosas en común de las que pensaban. Unas cartas en la que van volcando sus sentimientos como no lo habían hecho antes con nadie en su vida, pero que al mismo tiempo me hacían reflexionar como lector sobre el sentido que tiene la vida.
Unas cartas con un lenguaje muy cuidado, tal vez demasiado, porque ella no es alguien con mucha formación ni cultura y él es un danés que está escribiendo en inglés, que no es su idioma. Y en ese punto, no sé si es cosa de la traducción o del propio escrito, pero tengo la impresión de que el lenguaje del conservador del museo es demasiado rico para alguien que no domina el idioma.
Pero dicho eso, no quita para que no me metiera de lleno en una historia en la que estaba esperando en todo momento ver las respuestas que van dándose a los acontecimientos que la vida va poniéndoles por delante.

Una lectura pues diferente y como tal digna de tener en cuenta para salir de las rutinas de las lecturas de esos géneros en los que sabemos de antemano que vamos a estar a gusto.




VALORACIÓN: 8/10


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3 comentarios:

  1. No termina de llamarme esta vez. Por ahora lo voy a dejar pasar.
    Besotes!!!

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  2. Me pasa como a Margari; he visto varias reseñas de este libro y hay algo que no me termina de llamar, pero me alegro de que te haya gustado. ;-)

    Besos!

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  3. Vuelvo, Pedro, que ya me lo he leído, lo terminé y reseñé la semana pasada. Me ha encantado. Muy de acuerdo contigo en que es una historia más pausada y por eso me encanta, creo que es así por sus protagonistas porque los dos ya están un poco de vuelta de todo y no necesitan ir con prisas, ¿verdad? De ahí su originalidad, me parece. Me ha gustado mucho y además pienso que es una lectura que trasmite mucha paz por lo que hemos comentado. Besos.

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