viernes, 31 de mayo de 2019

LOS CIELOS DE CURUMO (JUAN CARLOS CHIRINOS)


Los cielos de curumo
Juan Carlos Chirinos




Título: Los cielos de curumo
Autor: Juan Carlos Chirinos
Editorial: La Huerta Grande, 2019
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 183





 JUAN CARLOS CHIRINOS

Esto es lo que la editorial nos cuenta del autor:

Juan Carlos Chirinos (Valera, Venezuela, 1967) es novelista, cuentista y biógrafo. Estudió Literatura en Caracas y Salamanca. Fue finalista del premio internacional de novela Rómulo Gallegos con El niño malo cuenta hasta cien y se retira (2004); con posterioridad ha publicado Nochebosque (2011) y Gemelas (2013). Ha cultivado el cuento en Leerse los gatos (1997), Premio de la Embajada de España en Venezuela; Homero haciendo «zapping» (2003), Premio de la Bienal Ramos Sucre; Los sordos trilingües (2011) y La manzana de Nietzsche (2015). Es autor de las biografías Alejandro Magno, el vivo anhelo de conocer (2004), Albert Einstein, cartas probables para Hann (2004), La reina de los cuatro nombres: Olimpia, madre de Alejandro Magno (2005) y Miranda, el nómada sentimental (2006).

Colabora con el diario El Nacional de Caracas, Cuadernos Hispanoamericanos, Revista de Occidente y la web Zenda Libros.

Sus obras figuran en antologías en Venezuela, España, Estados Unidos, Francia, Argelia, Cuba, Marruecos y Canadá.

Reside en Madrid, donde ejerce labores de asesor literario y es profesor de escritura creativa.







ARGUMENTO de LOS CIELOS DE CURUMO

Esta es la historia de cinco amigas que viven en Caracas y sus alrededores. O más bien la historia de Caracas con el monte Ávila al fondo y sus cielos surcados de aves dispuestas a limpiar la ciudad.







LOS CIELOS DE CURUMO

Curumo
Para poder empezar a entender de qué va esta novela, conviene saber qué es un curumo. Porque así es como llaman en Venezuela s los zamuros (también llamados zopilotes o gallinazo en otros países de América latina). Nombres que seguramente tampoco os suenen, por lo que mejor acabo diciendo que es un ave carroñera semejante al buitre. Un animal que como podéis ver en la foto, muy bonito no es precisamente.
A partir de ahí podemos entender esa imagen de las plumas sobre el fondo del cielo azul y no es difícil ver esa semejanza de un régimen político sobrevolando sobre una ciudad de la que tomar su alimento.
«Las cosas cambian cuando vives en una ciudad como Caracas en la que sabes que hay un depredador dando vueltas sobre tu cabeza. (…) Los zamuros que viven en las montañas y bajan cada día a comer a la ciudad». (Página 43)

Cinco mujeres que nos permitirán conocer la realidad de una Venezuela en una época no totalmente determinada pero en el que el poder ya estaba en manos de los militares. Algo que sabemos porque una de las protagonistas ha venido para organizar una campaña de publicidad para exaltar el régimen.
No encontraremos muchas críticas directas al régimen ni a la situación, si bien es verdad que de vez en cuando aparece alguna que otra, como estas palabras puestas en boca de un militar que pueden aplicarse no sólo a Venezuela son a muchos otros países con referencia al ejército:
«Lo mejor del ejército es eso: pasas años sin pensar, solo haciendo lo que tienes que hacer. Y un día te das cuenta de que te has saltado todo ese proceso de pensar y puedes controlar a los que vienen detrás de ti porque como no van a pensar y tu sabes lo que tienen que hacer, pues parece que sabes mucho. Y te suben a coronel, como a mí». (Página 34)

O estas otras puestas en boca de un venezolano cualquiera:
«Me recuerda a mi amigo Napoleón que antes de las elecciones decía: Venezuela necesita a un dictador, pero que sea amigo mío, porque, si no, me voy de este país». (Página 80)

La realidad del régimen venezolano se nos muestra a través de una mujer que llega desde una agencia española, por más que proceda de Brasil, para hacer una campaña que prestigie el régimen militar. De ahí proceden algunos de los jugosos comentarios que se vierten como quien no quiere la cosa en la novela:
«Pensaste que se trataba del mismo héroe del futuro que en América ya se ha manifestado decenas de veces en personajes de todo tipo, como si el espíritu de un sátiro hijo de puta se empeñara en reencarnar cada cierto tiempo para burlarse de las esperanzas de los más ilusos. Era la ora de este héroe, o nunca. Para tu amiga Bárbara no eran extrañas estas manifestaciones de devoción: ella piensa que los venezolanos aman aquello que los puede destruir». (Página 79)


Caracas con Cerro El Ávila al fondo
Héroes, Venezuela, América… Aunque en realidad la verdadera protagonista de esta novela no es otra que la ciudad de Caracas, con el Cerro El Ávila al fondo custodiando la ciudad:
«Caracas upside down. Los techos, las antenas, los árboles. Los enormes árboles. Otros pájaros, las plazas, los pasos iniciales. Los carros en fila, los brazos salidos, el ruido de las bocas, el agua envenenada. Los camiones de desechos, las moscas. El mar, las olas, las olas, el olor de la playa, ah. Una serpiente silenciosa, la melodía del mundo, el canto de la ciudad, lo nauseabundo de las flores, las luces infectas, el cuerpo siempre distinto del Ávila». (Página 42)

No es la única imagen que se nos da de Caracas. También hay otras más prosaicas, más pegadas al cuelo:
«Caracas, con sus edificios desconchados colocados en desorden: altos, pequeños y rascacielos; las casas que menudean en los intersticios, los árboles que cubren las cosas sin pudor, los cerros plagados de ranchos y miseria, y el triste hilo de agua que se hace llamar río Guaire y que la muerde con pestilencia». (Página 44)

Junto a todo esto, una mujer que utiliza el lenguaje para dominar a los demás. Y una frase que sirve de clave para todo ello:
«El que crea, pierde».








OPINIÓN PERSONAL

Decidí leer Los cielos de curumo tras la lectura de La hija de la española de Karina Sainz Borgo. Quería ver otra visión de la realidad venezolana. Y desde luego en esta novela encontramos una visión muy diferente, mucho más onírica, aunque los sueños muchas veces se transformen en pesadilla como pasa en algunos tramos de la novela.
Aunque no sé precise exactamente cuándo transcurre la acción, nos lleva a los comienzos de la "revolución", para que podamos ver la culminación de aquel refrán que dice: «De aquellos polvos vienen estos lodos». Es el inicio de una nueva era cuyo final aún no se contempla más allá del terrible lodazal con el que termina la novela en un final realmente impactante.

Una novela cuya lectura es compleja, tal vez porque en muchos momentos se vuelve muy onírica y por el empleo de un lenguaje un tanto barroco en algunas ocasiones. Aunque lo que más me costó es el desconocimiento de algunos elementos con los que juega la novela y que me hicieron recurrir a Google para averiguar si eran reales o no. A un madrileño le hablas de Navacerrada y sabe que es una realidad al fondo del paisaje madrileño, como lo es El Ávila para los habitantes de Caracas, pero un perfecto desconocido para mí y me imagino que para muchos españoles.

No es una novela pegada a la realidad del día a día como ocurría en La hija de la española. Su fuerza y su crudeza vienen más bien de lo que tienen de anticipación, de pesadilla a punto de cumplirse, a través de unos personajes que ni siquiera lo ven venir, más pendientes de las miserias del día a día que de mirar hacia un futuro que se vuelve muy negro como esas nubes de tormenta sobre el Cerro El Ávila que amenazan con una diluvio cuyas nefastas consecuencias esperan pacientes los buitres mientras sobrevuelan los cielos de Caracas.




VALORACIÓN: 7/10 

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2 comentarios:

  1. La verdad que no me llama demasiado... La dejo pasar.
    Un beso!

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  2. No me termina de convencer esta vez así que lo dejo pasar.
    Besotes!!!

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