El príncipe del barrio
FICHA
TÉCNICA
Título:
Apaches
Autor:
Miguel Sáez Carral
Editorial:
Planeta
Encuadernación:
Tapa blanda
Páginas: 640
PVP: 20.90 €
Editorial: Planeta, 2018
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 640
PVP: 10,95 € €
MIGUEL
SÁEZ CARRAL
En
la solapa interior de la novela, esto es lo que nos cuenta de él:
Miguel
Sáez Carral nace en Madrid en 1968. Licenciado en Periodismo por la
Universidad Complutense, inició su carrera como redactor de la
agencia Efe para trabajar después en otros medios de comunicación.
Abandona
más tarde el periodismo para dedicarse a la creación de guiones,
Guionista de media docena de series de éxito, además ha sido jefe
de guión de Al salir de clase, responsable de la adaptación, jefe
de guión y argumento de Sin tetas no hay paraíso y creador de
Homicidios. Con su labor ha ganado todos los premios de su profesión,
entre ellos el TP de Oro y el Ondas.
ARGUMENTO
«Sabía
lo que tenía que hacer.
Recuperar
el dinero de mi padre.
Recuperar
la casa.
Salvar
la familia.» (Página
172)
Principios
de los años 90. Miguel ha
conseguido dejar atrás el barrio. Ha estudiado la carrera de
periodismo, trabaja en un importante agencia de noticias, convive con
una guapa abogada. Pero la muerte de su madre va a cambiarlo todo, al
poner al descubierto que su padre está en la ruina y atrapado por
las deudas que salpican al resto de la familia y amenazan con
llevarse a todos por delante.
No
le queda más remedio que volver al barrio y unirse a Sastre, su
amigo de la infancia que vive al margen de la ley. Las circunstancias
le obligan a pasarse al otro lado de la ley, a ser Apache.
No
es una cuestión de venganza. Es justicia.
APACHES
La
primer cuestión que se me plantea es el
por qué de su título: Apaches. Un nombre que me devuelve
a la infancia, a aquellas películas de indios y vaqueros, a los
juegos con mi hermano, a aquellos soldados e indios de plástico que
peleaban alrededor del fuerte...
Y
por ahí van los tiros, por esa figura del apache perdedor, víctima
de la codicia del hombre blanco:
«La
causa de que en nuestros juegos eligiéramos ser apaches en lugar de
vaqueros como el resto de los niños del mundo fue mi padre. El
sostenía que en las películas del Oeste, los vaqueros eran ladrones
y asesinos que querían robarles sus tierras a los indios americanos.
“Los indios eran los buenos” decía mi padre.»(Página
36)
A
pesar del título y aunque no hayas leído nada sobre la novela, la
portada ya nos deja claro que no es una novela de “indios”, al
mostrarnos sobre un fondo plano una pareja que parece estar huyendo.
No
es fácil etiquetar esta novela en un género determinado, porque
como ocurre en muchas buenas novelas, es una mezcla de géneros y de
todos tiene un poco: novela negra, narrativa actual, thriller de
acción, historia de amor...
¿Novela
negra? El
autor se resiste a considerarla como tal. Nos habla de ella como una
novela de amor, que se desarrolla en círculos de amor. Del amor del
protagonista por su padre, por sus hermanas, por sus amigos...
Una novela sobre la fidelidad y la lealtad.
No
termino de comprender la resistencia de muchos autores a la hora de
admitir que sus novelas tengas elementos de novela negra. Y lo cierto
es que aunque Apaches
no
pueda calificarse como una novela negra pura, no es menos cierto que
contiene muchos de los elementos de la novela negra actual, esa que
al mostrarnos el retrato de una sociedad termina siendo una crítica
de las causas que han determinado dicha situación. Y mucho de eso
hay en Apaches
que
nos muestra el lado negro de un barrio, de gente marginal que vive
del robo y el trapicheo. Una novela cuyo arranque es el mal (ese mal
omnipresente en toda novela negra), la estafa que un hombre honrado
sufre y que cambia la vida de su hijo.
Un
mal que se ve como algo necesario, como un medio para sobrevivir, de
modo que la frontera entre
el
bien y el mal, las convenciones morales quedan muy difuminadas.
Justicia
al margen de la justicia. Una
única ley: la ley del barrio.
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Foto "apacheada" de Qué leer! |
Ese
es sin duda otro de los grandes aciertos de la novela: el retrato
de un barrio:
el barrio de Tetuán. Un barrio periférico de Madrid que en realidad
era un pueblo de la periferia, Tetuán de las Victorias que el
crecimiento de la ciudad terminó absorbiendo.
«Hay
un mundo que desaparece y que a nuestro entender era un mundo mejor.
Es posible que fuéramos pobres como ratas, pero antes había una
humanidad en la convivencia
que ha dejado de ser lo especial de este barrio, por así decirlo.»
(Página
318)
Un
barrio que ya en los años noventa iba perdiendo poco a poco sus
señas de identidad. Esas señas de humanidad, de solidaridad que
permitían sobrevivir al duro día a día. Una piña en la que lo que
ocurría en el barrio quedaba en el barrio y se juzgaba en el barrio.
Barrios
madrileños que el crecimiento poco a poco ha ido haciendo
desaparecer bajo la piqueta de la especulación y a la que los
grandes centros comerciales han supuesto la puntilla al destruir el
pequeño comercio, nexo de unión para cualquier barrio.
Sólo
por esta descripción de lo que
fue un barrio madrileño, ya merecería la pena leer Apaches.
Pero
un barrio no es nada sin sus habitantes. Y si
hay algo que en Apaches
no falla son sus
personajes. Podría pensarse que es fácil, que no tiene
mucho mérito porque Miguel Sáez está utilizando a personas reales,
a los que en su día fueron sus vecinos.
Pero
el que un personaje sea real no es sinónimo de que el lector lo
sienta como tal. El gran mérito de Miguel
Sáez en Apaches
es que todos y cada uno de los numerosos personajes que aparecen a lo
largo de la novela los haya visto como lo que son: personas
de carne y hueso. Así es imposible no ser arrastrado por
la novela. Los personajes reales te hacen sufrir, te hacen gozar,
puedes identificarte con ellos.
Y
ese es otro de los grandes méritos de Miguel Sáez en esta novela:
Que el lector se identifique con unos
personajes cuya moralidad puede ser muy diferente a la suya. Llegar
a querer a personajes como Sastre, a Dela, unos personajes con los
que probablemente no nos gustaría nada encontrarnos en una calle
poco iluminada, tiene sin duda muchísimo mérito.
Hay
sin embargo un personaje impagable, ejemplo de la honradez, la
valentía. Un personaje que es sin duda el motor que ha hecho crear
esta novela: El padre de Miguel.
Contaba
la editora que la palabra “padre”
era una de las más repetidas del libro. Sin duda Apaches
es un homenaje a ese padre, un héroe que en un momento dado cae ante
su hijo:
«Mi
padre siempre fue mi héroe. Tenía todos los atributos de los
protagonistas de los tebeos que cuando era pequeño solía comprarme
los domingos en un quiosco de nuestra calle. (…) Él siempre se
ponía del lado de los más débiles, de los que necesitaban que
alguien los defendiera sin pensar en las consecuencias.»(Página
75)
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Foto "apacheada" de Qué leer! |
Apaches
una novela dura, muy dura por momentos, pues la violencia está
presente en muchas páginas de la novela. La vida es dura y sólo los
más duros pueden ser los amos del barrio:
«Después
de hacerse con el vehículo y la mercancía, los ladrones habían
dejado al camionero atado a un poste de teléfono con los pantalones
a la altura de los tobillos. La noticia recogía algunas
declaraciones del camionero. Decía que los asaltantes se habían
comportado como salvajes Una media sonrisa apareció en mis labios.
Lo que el camionero tendría que haber dicho no era “como
salvajes”, sino “como apaches”»(Página
32)
Por
eso no deja de ser llamativo que una novela con una buena carga de
violencia, esté al mismo tiempo tan cargada
de emotividad. Tiene
razón el autor cuando habla de ella como una novela
de amor. Amor de
Miguel por su familia, por su padre, por su barrio y al mismo tiempo
es la historia de amor de Miguel por Carol. Un
amor imposible, arriesgado, con la urgencia de los encuentros
precipitados y al borde del abismo.
Hay
más elementos que hacen de Apaches
una gran novela. Porque la novela nos va a mostrar la evolución de
la amistad,
el otro gran tema de la novela, de unos hombres que en su día fueron
niños. Se remonta en sus recuerdos a la etapa infantil, en la que
Sastre y Miguel forjaron una amistad más allá de sus propios
intereses particulares, esa que lleva a Miguel a meterse en todos los
líos que provoca Sastre para salir en su defensa, o a Sastre a
jugarse el futuro y su vida por ayudar a Miguel.
Fidelidad,
amistad, familia. ¿Valores en desuso?
No para Miguel, no para Sastre.
IMPRESIÓN
PERSONAL
Una
gran novela es aquella que no termina al llegar a la última palabra
de la misma. Eso me ha ocurrido con Apaches.
Tras terminarla, quedé por unos instantes noqueado, como si Sastre
me hubiese conectado en la barbilla uno de sus demoledores puñetazos.
Es
una lectura de la que es difícil desprenderse. Sastre, Miguel, el
Chatarrero, Carol y un sinfín de secundarios siguen rondando por mi
mente días después de haber acabado la lectura de esta singular
novela.
No
son sólo unos personajes
reales como la vida misma. Es
también la atmósfera que
Miguel Sáez ha sabido crear, ese
barrio que fue pero que el mal llamado desarrollo y la especulación
urbanística se han terminado llevando por delante.
Es la añoranza por
otro tipo de relaciones más humanas en los barrios, especialmente
para aquellos que hemos sido condenados a vivir en ciudades
dormitorio en las que ni conoces a tu vecino, ni tienes tiendas de
“barrio” (la última que había en el mío ha desaparecido al
jubilarse su propietario)
Sumadle
a todo lo anterior el hecho de saber en todo momento que lo
que estamos leyendo está basado en hechos reales,
que el protagonista es el propio autor del libro. Una historia que
atrapa desde el primer momento aunque literariamente haya sido
embellecida la realidad. Una realidad en la que la editora quiso
dejar muy claro, no hay delitos de sangre.
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Tetúan. Foto "apacheada" del Facebook de Miguel Sáez |
Con
todo, quizás el mayor mérito de esta novela es que consiga que el
lector se identifique con unos protagonistas cuya moralidad es
totalmente diferente a la suya.
Consigue que suframos con las peripecias de Sastre y Miguel, por más
que en muchos momentos no podamos estar de acuerdo con lo que están
haciendo, que sus delitos,
delitos son y no tienen justificación moral.
Una
novela con un ritmo endiablado, muy
cinematográfico (sus orígenes como guionista tienen esas ventajas)
que me mantuvo permanentemente
en vilo. Tan dura es la
tensión en algunos momentos, en que tenía que dejar la novela
aparcada unos minutos, incapaz de seguir leyendo como Miguel no para
de meterse en un lío detrás de otro, líos de los que da la
impresión de que va a ser incapaz de salir.
Una
novela dura, muy dura en algunos momentos, llena
de acción pero también de sentimientos. Al
alcance de muy pocos escritores esta combinación de ternura y dureza
en la misma novela. Sentimientos
que percibes
como reales porque lo son. Bastaba con ver cómo se emocionaba Miguel
Sáez en la presentación de la novela al hablar de su
padre.
Estamos
en Marzo y si Dios quiere quedan muchos libros por leer. Pero sé que
Apaches estará (junto a El
paciente de Juan
Gómez-Jurado) entre mis mejores lecturas de las novedades
del 2014.
Gracias a Editorial Planeta por facilitarme un ejemplar para su lectura y reseña.
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VALORACIÓN: 10/10
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