La
siguiente información es la que aparece en la página de la
editorial:
J.
L. Rod es guionista de cine y televisión. Desarrolla la
mayor parte de su trabajo para la industria de Hollywood y ha
participado en algunos de los proyectos de mayor éxito de los
últimos años. También ha sido profesor de creatividad y desarrollo
de proyectos audiovisuales en varios centros de formación.
Actualmente
vive a caballo entre un pueblecito de la costa de Cádiz y Los
Ángeles (EE.UU.), y trabaja en la adaptación al cine de La
suerte de los irlandesesy
en la siguiente entrega de la serie de Pat MacMillan.
Confieso
que toda aquella última operación me dejó en su momento
completamente exhausto, por lo que decidí tomarme mi recuperación
física y emocional con calma, aprovechando que contaba con algo de
dinero El descanso me vino muy bien y básicamente me había dedicado
los dos últimos años de mi vid a leer libros, escuchar música, ver
películas, fumar algún que otro canuto de marihuana, dormir mucho,
comer demasiado y beber más de la cuenta. (Página
21)
Mis
planes para fundar una comunidad hippy integrada exclusivamente por
mí mismo, un perro, dos gatos y dos simpáticas gallinas eran
maravillosos, pero como dijo Oscar Wilde, el problema de ser pobre
es que te ocupa todo el tiempo. No había un puto duro ya había que
ponerse en marcha rápidamente para pagar facturas.
(Página 22)
Saqué
los permisos correspondientes. Limpié y enrasé mi Beretta. Fui al
peluquero y me corté la barba y el pelo. Renové mínimamente mi
escaso vestuario. Visité a un abogado. Diseñé un logotipo. Hice
unas tarjetas. Encargué una página web. Para principios del mes de
febrero, Innisfree Detectives e Investigadores Privados S. L. se
había convertido en una realidad. (Página 22)
En
una primera fase había decidido no fomentar divorcios con mi
trabajo, en un intento inútil por imitar al grandísimo Philip
Marlowe. Pero tras rechazar varios casos y encontrarme un día en el
mostrador de la farmacia sin dinero para poder pagar los medicamentos
de mi madre, decidí mantener mi palabra con el mismo rigor y
entusiasmo que el presidente Obama para cumplir su promesa de cerrar
Guantánamo. (Página 23)
Tras
el caso que a punto estuvo de costarle la vida (véase La suerte de
los irlandeses), Pat MacMillan ha estado dos años viviendo la vida.
Pero el dinero se acaba y su madre continúa viviendo (es un decir,
que el Alzheimer la tiene convertida en un vegetal) en una
residencia, por lo que necesita dinero, por lo que ha de volver al
trabajo.
Con
lo que no contaba era con verse involucrado en el caso de una mujer
violada y asesinada hace ya tres años. Su madre, una de las
bodegueras más ricas de Jerez quiere saber qué es lo que pasó
antes de que el Alzheimer que la han diagnosticado y está entrando
en su fase final, la borre definitivamente la memoria.
No
sabía a que había ido exactamente a aquella casa, pero desde luego
en ninguna de mis previsiones se encontraba el ocuparme de esclarecer
una violación y un asesinato. No era lo mío.
(Página 45)
MAÑANA
ES OTRO MUNDO
Curioso
el título de la novela. Pero esa es la frase que pronunciaba
permanentemente la mujer asesinada. Una frase que tiene su sentido,
pero no seré yo quién lo cuente, que para eso tendrás que leer la
novela:
-La
frase que Nora repetía en todo momento, día tras día, una y otra
vez.
-Pero
¿que frase, joder? -salté
-”Mañana
es otro mundo.” No sé ni lo que significa. Nadie lo sabe.
(Página 69)
Mañana
es otro mundo es la segunda novela que tiene como
protagonista a Patrick Mac Millan, aunque supone un cambio radical
frente a la anterior: La suerte de los
irlandeses, no tanto por su protagonista que sigue siendo
MacMillan, sino por la temática y la ambientación. Atrás queda
Madrid, atrás quedan ETA y el CNI, atrás queda su casa con sus
libros. MacMillan se traslada a un pequeño pueblo de la costa
gaditana con su perro Ringo, con sus dos gatos y con El
horticultor autosuficiente de John
Seymour como libro de cabecera, a vivir una vida sumergido
entre los nuevos libros que ha heredado y el huerto al que dedica su
tiempo libre como si de una nueva religión se tratase.
Pero
¡ay!, el dinero termina por acabarse y no le queda más remedio que
comenzar a trabajar. Y aquí es donde termina cruzándose un caso que
será el que de lugar a la trama de este libro. Muy alejada de la
anterior, porque tendrá como protagonista a una rica familia
bodeguera de Jerez. Que curioso, porque acabo de terminar La
templanza de María Dueñas
que también tenía como protagonista a Jerez y sus bodegas.
Deja
pues J. L. Rod el mundo de los espías que tan peculiar hacía a su
primera novela (La suerte de los
irlandeses) para decantarse hacia una trama
más convencional de novela negra. Todo lo convencional
que puede ser teniendo en cuenta que tiene a un protagonista tan
especial como MacMillan. Y así nos moverá por un mundo en el que la
corrupción, el sexo, la droga y la lucha por el poder y el dinero
son el pan nuestro de cada día.
Muy
peculiar el estilo de J. L. Rod de la mano de su peculiar
protagonista, amante de la literatura de la que va dejándonos perlas
a lo largo de la novela. De hecho cada una de las cuatro partes en
que se divide el libro lleva el título de un libro y una larga cita
del mismo:
El
camino del Tao de Lao-Tsé,La brevedad de
la vida de Séneca, La vida
en los bosques de
Henry David Thoreau y El
horticultor autosuficiente de John
Seymour.
Una
trama aderezada con un humor corrosivo que no deja títere con
cabeza. No en vano MacMillan es un pesimista que no ve mejor remedio
para acabar con los males del mundo que el que la humanidad
desaparezca, algo que sabe que tarde o temprano ocurrirá por la
estupidez, la negligencia y la capacidad destructiva del hombre.
Un
par de ejemplos de este humor:
Ringo
es como Penélope Cruz. Coge cualquier papel y lo destroza. (Página
37)
-¿Qué
crisis es esta en que todos los restaurantes están llenos?
-Como
dijo Groucho Marx, no entiendo de economía. “Cuando los
neoyorquinos alimentan a las palomas en el Central Park, es que las
cosas van bien. Cuando las palomas de Central Park alimentan a los
neoyorquinos, es que las cosas van mal”. (Página
75)
-Mujer,
hay cosas muchísimo peores que ser periodista...
-¿Ah,
sí, por ejemplo?
-Eurodiputada,
diputada a secas, senadora, presidenta de comunidad autónoma,
alcaldesa, concejal o asesina a sueldo. (Página
88)
Y
acabo con una cita, casi al final del libro y una canción que casi
a modo de banda sonora recorre la novela, pues de ella proviene el
nombre de la mujer asesinada: Nora
Di
media vuelta y dirigí mis pasos hacia la salida mientras sentía sus
ojos clavados en mi espalda y yo silbaba por el camino Eleanor
Rigby
por última vez. Dejé la bodega sin mirar atrás. Como dijo
Napoleón, las batallas contra las mujeres son las únicas que se
ganan huyendo. (Página 360)
PATRICK
MACMILLAN
Comenzó
con La
suerte de los irlandeses,
una serie que tendrá como protagonista a este peculiar personaje.
Dejo que sea él mismo el que se presente:
Mi
nombre es Patrick MacMillan, pero todo el mundo me llama Mac. Mi
abuelo era de Cong, un pueblo de Connemara, la región más bella de
Irlanda. Vino a España a luchar en la Guerra Civil con las Brigadas
Internacionales, dentro de la famosa Columna Connolly. A la semana de
llegar se dio cuenta de que era una guerra estúpida de malos contra
malos.
El
abuelo dejó su semillita y años después nació nuestro
protagonista. Sigo dejando que nos cuente a qué se dedica:
Soy
agente de la división de Contrainteligencia del CNI, el servicio
secreto español, conocido por todos los que nos ganamos la vida allí
como «La Casa». Mi departamento no tiene nombre, pero es conocido
como «El Carro de la Basura» o «Asuntos Húmedos». Qué más da,
nombres distintos para la misma mierda, no existe en el organigrama.
Nos ocupamos de operaciones de las que ningún otro de los tres mil
quinientos agentes de La Casa puede ocuparse, salvo que esté
dispuesto a ir a la cárcel por violar en una misma mañana cuatro o
cinco artículos del Código Penal.
Es un
hombre que vive solo, aún enamorado de una mujer que le abandonó.
Un duelo que aún no ha conseguido superar. Solo y con pocas
necesidades, aparte de una buena cerveza y un paquete de cigarros,
pues es adicto a la nicotina. Poca cosa para un hombre que estuvo
encerrado en un psiquiátrico tras la crisis que tuvo cuando le
abandonó su mujer.
Solamente
tenía una nevera llena, un equipo de música, un televisor conectado
a un DVD, un ordenador, un sillón, una cama y muchas estanterías
repletas de libros que leía en soledad. No era mucho pero tampoco
era poco, y en ese momento de mi vida no necesitaba nada más.
Un
hombre que vive al día, sin importarle mucho qué puede depararle un
futuro que ve muy lejano, aunque como sabemos al leer Mañana
es otro mundo, es justamente lo que va a terminar
realizando:
—Dentro
de un tiempo ya veremos, probablemente montaré algo. Tal vez una
agencia de detectives de poca monta que persiga maridos infieles y
empleados con falsas bajas laborales. Hay mucho de los dos, no me
faltará trabajo.
Pese
a tener que estar al día en las nuevas tecnologías, que ya me
contaréis si no qué pinta un espía (a fin de cuentas eso es a lo
que se dedica), no tiene ninguna simpatía por algunas de las nuevas
aplicaciones de las mismas. Ved si no lo que dice sobre facebook
—Prefiero
que un tipo con las manos muy frías me haga un examen de próstata
escuchando de fondo a Lady Gaga que tener una página en Facebook.
O
sobre youtube
—Hay
que incorporarse a las nuevas tecnologías, no hay otro camino.
—Quita,
quita. El día que descubrí YouTube me tiré tres días sin
trabajar. No pienso volver a caer en ese error.
Pero
si hay un rasgo que define por encima de todos a Mac, es su peculiar
sentido del humor. No es el suyo
el humor de los cínicos, sino un humor ácido que carga contra todo
lo que se le ponga por delante
—Las
estadísticas son como las minifaldas, te dan buenas ideas pero
esconden las cosas importantes...
—Es
usted muy ingenioso, MacMillan...
—O
te ríes un poco de la vida o te encierras en un banco con un rifle y
abundante munición, no hay otra.
O
este otro ejemplo no menos ácido:
—Si
Almodóvar ha conseguido vivir del cine y Marilyn Manson de la
música, supongo que yo no me moriré de hambre. A lo único que
aspiro ahora mismo es a no trabajar en nada, reivindico el sagrado
derecho a la pereza por razones de salud mental.
Un
hombre que ante todo busca la felicidad
—Yo
soy de los que nadan aguas arriba, contracorriente. Lo sabes de
sobra, Zorro, me conoces mejor que nadie. Hay mucha mierda a los dos
lados del río, pero a mí no me importa, yo sigo mi camino buscando
la felicidad. No sé si algún día me encontraré, pero sigo
buscándome.
No
es precisamente un “garrulo” Pat MacMillan, un amante de la
filosofía entre otras cosas, que va sembrando de citas el
libro:
No
pude evitar recordar las palabras de Jay Leno: «Cuando beses a un
político recuerda que no solo le estás besando a él, sino también
a cada culo que ha besado durante los últimos cuatro años.»
O
esta otra de Churchill:
El
éxito consiste en moverse de fracaso en fracaso sin perder el
entusiasmo.
Dos
son sus grandes vicios: el café y el alcohol:
-¿Por
qué bebes tanto, Mac?
-Tengo
una buena razón: porque me gusta.
(…)
-Oye,
¿no serás de ese tipo de tíos que beben mucho para hacerse los
interesantes?
-No.
Yo bebo para que me parezcan interesantes los demás. Si no, me
aburro. La gente por lo general me aburre soberanamente. (Mañana
es otro mundo, página 276)
IMPRESIÓN
PERSONAL
Ediciones
B me envió las galeradas de Mañana
es otro mundo para su lectura y reseña. Pero cuando vi
que era la segunda novela que tenía como protagonista al mismo
personaje, decidí leerme primero la anterior, de ahí que no haya
podido publicar la reseña la semana pasada que fue cuando se
publicó.
Aunque
sea la continuación de La suerte de
los irlandeses, es muy curiosa la manera en que está
escrita, porque no desvela absolutamente nada de la trama de la
anterior, salvo el hecho de que sabes de antemano que el protagonista
sigue vivo. Eso permite poder leer ambas de modo independiente y sin
importar el orden, porque te enteras perfectamente de la segunda sin
haber leído la primera, y puedes leer la primera después de la
segunda sin saber de antemano qué es lo que va a pasar.
Evidentemente
si te es posible, te conviene leerlas por orden, porque es más fácil
de comprender y disfrutar de la evolución del protagonista si sigues
el orden en que fueron escritas. De todos modos, si quieres empezar
por esta, el apartado de esta reseña en la que habla de Pat
MacMillan te puede resultar de utilidad.
En
esta segunda entrega no hay dudas de que nos encontramos ante una
novela cien por cien negra, aderezada con algo que no siempre se
encuentra en este género pero que yo valoro mucho: un corrosivo
sentido del humor que permite, pese a lo negro del género, unas
cuantas risas o sonrisas a lo largo de la lectura. Aunque, al igual
que ocurría en la anterior, es más fácil encontrarlas al comienzo
de la novela que a medida que esta avanza, en que la acción va
sustituyendo a las reflexiones del protagonista y la novela se torna
más negra y más dura.
Una
novela imprescindible para los amantes de la novela negra,
de la que sin duda Pat MacMillan entrará a formar parte de su
galería de personajes inmortales.
Gracias
a Ediciones B que me
ha facilitado un ejemplar de Mañana
es otro mundo para su lectura y reseña.
VALORACIÓN: 9/10
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Cuando
a principios del 2010 leí la primera novela de María Dueñas, ella
era una perfecta desconocida. Nada que ver con la situación actual,
sobre todo tras el éxito televisivo de El tiempo entre costuras.
He
aquí lo que la editorial nos cuenta de ella:
María
Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1964) es doctora en Filologia
Inglesa. Tras dos décadas dedicada a la vida académica, irrumpe en
2009 en el mundo de la literatura con El tiempo entre costuras,
a la que sigue en 2012 Misión Olvido.
Ambas
novelas se han convertido engrandes éxitos editoriales y han
cautivado por igual a lectores y crítica, con traducciones a treinta
y cinco lenguas y más de cinco millones de ejemplares vendidos en
todo el mundo.
La
adaptación televisiva de El tiempo entre costuras realizado por
Antena 3, logró un clamoroso éxito de audiencia y ha sido
reconocida con numerosos galardones.
La
templanza es su tercera novela.
ARGUMENTO de LA TEMPLANZA
Mauro
Larrea, emigrado desde muy joven a México, donde comenzó a trabajar
como un simple minero, a base de tesón, trabajo, arrojo y suerte, ha
conseguido convertirse en un rico empresario.
Pero
lo que con tanto esfuerzo logró levantar amenaza con venirse abajo
cuando a su casa llegan dos mujeres a comunicarle la muerte del
hombre con quien Mauro había negociado e invertido para conseguir
una novedosa maquinaria que revolucionaría el mundo de la mina.
Mauro
Larrea debe abandonar su hogar para intentar levantarse de nuevo en
un mínimo tiempo, pues el poco patrimonio que le queda, su hogar,
puede pasar a manos de un prestamista si no devuelve a tiempo el
capital que le ha prestado para hacer frente a los primeros pagos de
su deuda.
Así
es como terminará llegando al otro lado del charco, a tierras de
Jerez, donde su vida cambiará nuevamente.
-Cuídate,
compadre; de los problemas que dejas atrás, ahora me encargo o. Tú,
tan solo, intenta repetir tu propia historia. Con apenas treinta años
reventaste minas con las que nadie se atrevió y te ganaste el
respeto de tus propios hombres y de mineros de raza. Fuiste honrado
cuando hubo que serlo y le echaste
huevos cuando hizo falta. Te convertiste
en una leyenda, Mauro Larrea, que no se te olvide. Ahora, sin
embargo, no hace falta que levantes ningún emporio; tan solo tienes
que empezar otra vez. (Página 125)
LA
TEMPLANZA
La
templanza según el diccionario de la RAE es:
1. f. Moderación,
sobriedad y continencia.
2. f. Benignidad
del aire o clima de un país.
3. f. Pint. Armonía
y buena disposición de los colores.
4. f. Rel. Una
de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en moderar los
apetitos y el uso excesivo de los sentidos, sujetándolos a la razón.
No
parece ser esa precisamente la virtud de Mauro Larrea, que si ha
llegado hasta lo más alto no ha sido precisamente a base de
moderación en los riesgos, lanzado en muchas ocasiones al todo o
nada, del que siempre ha salido victorioso. Hasta que la fortuna le
da la espalda y en uno de esos envites le vuelve la espalda y lo deja
al descubierto.
La
templanza
a la que hace alusión el título de la novela es el nombre de una
finca jerezana con sus vides y su bodega a la que el azar ha llevado
al protagonista:
Mauro
Larrea sabía que, bajo aquella calma aparente, bajo aquella
templanza que daba nombre a la viña y tras la que ella fingía
parapetarse, algo se estaba
agitando. La mujer desconcertante que apenas unos días antes se
había infiltrado en su vida no le había llevado hasta aquel paraje
aislado
para hablarle de las vendimias de su niñez, ni le había pedido que
sacara las sillas para que contemplaran juntos la belleza serena
del paisaje. (Página 321)
Es
el escenario final de la novela, pero hasta llegar allí habremos
recorrido otros escenarios:
La
acción comienza en Méjico, el
Méjico de la década de 1860 que ha alcanzado la independencia de la
corona española pero que aún no ha alcanzado la tranquilidad, en
constantes pugnas internas. Un
mundo cambiante en el que Mauro Larrea parece moverse como pez en el
agua.
De
Méjico pasará la acción a Cuba,
concretamente a La Habana, aún dependiente de la corona española y
muy diferente en sus costumbres y sus usos al Méjico del que
procede. Un mundo en el que los inmensos beneficios producto del
cultivo del azúcar y el tabaco, apoyados en una esclavitud todavía
vigente en la isla, dan lugar a un mundo colorido, despreocupado, a
una sociedad que busca el deleite de los sentidos, una sociedad libre
de prejuicios y cuyo único miedo proviene de una población negra
cada vez más numerosa.
Por
último llegaremos a Jerez,
una ciudad muy próspera gracias a sus vides y sus bodegas. Los
bodegueros jerezanos han conseguido enriquecerse pasando por encima
de la nobleza local (finalmente títulos y dinero terminan
entremezclándose gracias a los matrimonios) al haber creado una
infraestructura y unos caldos que exportan con gran éxito a
Inglaterra. Una ciudad que atrae capitales extranjeros gracias a la
gran rentabilidad que tienen sus productos.
En
estos tres escenarios es en los que tendrá que moverse Mauro Larrea,
protagonista principal, aunque no el único de La templanza, pues
junto a él encontramos un
par de mujeres que marcan su destino: Carola Gorostiza, la hermana de
su futuro consuegro y Soledad Montalvo, la jerezana nieta de un
poderoso bodeguero.
No
deja de ser curioso que tras sus dos primeras novelas en las que el
protagonismo recaía indiscutiblemente en la figura de una mujer
(imposible olvidar la Sira Quiroga de El
tiempo entre costuras)
María
Dueñas se ponga
en esta novela en la piel de un hombre para narrarnos su historia.
Mauro
Larrea, con sus cuarenta
y siete años es un hombre que debería estar disfrutando del
esfuerzo de toda una vida, pero al que un revés le lanza de nuevo a
tener que remontar, a partir casi de cero. Un pasado que se nos
esboza, del que se dan pequeñas pinceladas: Y
así comenzó, moviéndose como contaban los más viejos que en otros
tiempos hacían sus compatriotas, los mineros españoles de la
colonia. A tientas. Perforando desde la más absoluta ignorancia,
siguiendo tan sólo su olfato como un perro, a golpe de conjeturas.
Sin basarse en cálculos medianamente razonables, sin el menor rigor
científico. Con errores de bulto, refractario a la prudencia, movido
simplemente por la ambición de triunfar. Solo le apoyaban una cabeza
terca, un cuerpo fuerte y dos hijos a los que dar de comer.
Una
vida que daba para otra novela en la que se nos narrara su pobre
infancia criado por un herrero vasco en una aldea castellana, su
joven matrimonio, la muerte de su mujer al dar a luz su segundo hijo,
su partida a Méjico, esa conversión de minero a gran empresario....
Claro, que la novela se hubiera ido a las mil páginas, pero
a toro pasado, probablemente me hubiera gustado leer más páginas de
esa historia, porque en algunos momentos tuve la sensación de estar
leyendo la segunda parte de una novela que no había leído y de la
que se me hacía un resumen.
En
cuanto a las dos mujeres que protagonizan la novela, he de decir que
en un primer momento me parecieron dos mujeres muy revertianas. Me
explico. Arturo Pérez-Reverte
nos presenta habitualmente en sus novelas, da igual la época en la
que estén ambientadas, un tipo de mujer fatal, fuerte, dominadora,
que juega con el amor de los hombres que a ella se rinden, para
manejarlos a su antojo y conseguir sus propósitos, algo a lo que
ellos se prestan incluso sabiendo que están siendo manejados.
Y
algo de eso he sentido en estas dos mujeres que nos presenta María
Dueñas en La templanza,
si bien es verdad que no llegan a tanta mezquindad revertiana, pero
si son mujeres que conscientes de su atractivo utilizan los
sentimientos de ellos en beneficio propio.
Se
suma María Dueñas en esta novela, de un modo inevitable al tragarse
de Jerez, a algunas novelas recientes que se caracterizan por hacer
presente en la literatura el mundo de los vinos (In
vino veritas de Virginia
Gasull, Secretos del Arenal
de Félix G. Modroño, La
bodega de
Noah Gordon)
No
entra en grandes profundidades, pero eleva al vino de Jerez, a sus
uvas, a sus bodegas, a la categoría de protagonistas.
IMPRESIÓN
PERSONAL
La
novela me ha causado una impresión semejante a la de la portada: una
bella acuarela en la que aparece difuminada una pareja. La
visión que nos ofrece de México, de La Habana o incluso del propio
Jerez, me han dejado un bello gusto estético, pero al mismo tiempo
la sensación de que es un dibujo un tanto difuminado, como esos
cuadros impresionistas que cuando te acercas a ver el detalle, este
no existe. Un marco muy bonito para la historia sí, pero en el que
poco se profundiza en la misma, de ahí que difícilmente podamos
considerarla, pese a la época en la que está ambientada, una novela
histórica.
Con
todo, hay que destacar el valor de María
Dueñas que novela tras novela cambia su registro. Porque
si sorprendente fue el cambio que experimentó con Misión Olvido,
muy lejos de lo que sus lectores esperaban después de su aclamada El
tiempo entre costuras, no lo es menos este nuevo salto en el que se
pone en la piel de un hombre para mostrarnos la vida de un luchador
nato, pues no de otra manera puede definirse a este Mauro Larrea. Y
lo hace también alejándose de escenarios habituales, lejos de
España, lejos de esos antiguos territorios españoles en Estados
Unidos en los que ambientó la anterior y muy lejos del Norte de
África.
En
cuanto al resultado, creo que habrá disparidad de opiniones. A mi
bibliotecaria de Móstoles le pareció que no pasaba nada, que era
muy lenta. En parte es cierto, no hay una acción tan espectacular y
que mantenga al lector tan sobrecogido como ocurría en El tiempo
entre costuras. Pero eso no quiere decir que no ocurran cosas, pues
la vida de Mauro Larrea es cualquier cosa menos aburrida, aunque
probablemente tuviera mucha más acción la parte de su vida que no
se nos cuenta, la que se nos deja entrever, que los sucesos que
tienen lugar en la novela.
No
es una novela por otra parte en que los personajes puedan tener un
gran cambio en cuanto a sus personalidades, algo que sin duda tienen
esas novelas que nos narran la vida de un personaje desde su
infancia, puesto que los personajes principales que en ella aparecen,
superan los cuarenta años, con una personalidad muy madura que poco
puede cambiar.
A
mi personalmente la novela me enganchó, me sumergió en ese cuadro
que tan bonito nos ha pintado la autora, me gustaron sus personajes,
que tal vez, pese a alguna que otra sorpresa que la autora ha puesto
a lo largo de la novela, por la propia madurez de los mismos, pueden
hacer que la novela resulte algo previsible.
No
es La templanza una de esas
novelas que pueden catalogarse de imprescindibles, pero es cierto que
está muy bien escrita, bien definidos sus personajes, con un marco
histórico bien perfilado y que, a mi por lo menos, me ha cautivado.
Una
novela que pueden disfrutar muchos lectores, siempre que no estén
esperando leer la novela del año, porque (propaganda editorial al
margen), a tanto no llega.
Gracias
a Editorial Planeta por
proporcionarme un ejemplar de La
templanza para su lectura y reseña.
VALORACIÓN: 8/10
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