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jueves, 30 de julio de 2015

VE Y PON UN CENTINELA (HARPER LEE)

Ve y pon un centinela
(Harper Lee)





FICHA TÉCNICA

Título: Ve y pon un centinela
Autor: Harper Lee
Editorial: Harper Collins, 2016
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 269
PVP: 19,90 €





Editorial: Harper Collins, 2017
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 304
PVP: 9,90 €





HARPER LEE

Es cierto que el nombre de la autora no ayuda mucho a la hora de vender este libro en la actualidad. A mi sinceramente no me sonaba de nada, lo cual tampoco es raro, porque al entrar en Internet a buscar información sobre ella, me encontré con que es una mujer de un único libro. Sí, Matar a un ruiseñor es la única novela que había publicado.

Nació en el año 1926 en Alabama (Estados Unidos). Obtuvo el Premio Pullizter por su novela Matar a un ruiseñor, publicada en el año 1960, la única que escribió. Aparte de esa novela, publicó algunos ensayos.

Se publica ahora una novela de la autora que no había visto la luz: Ve y pon un centinela.






ARGUMENTO

Jean Lous Finch vuelve a pasar unos días a su casa desde Nueva York donde ahora reside. Su intención es pasar unos días con su padre, Atticus Finch.
Un retorno en el que descubrirá verdades sobre su familia y su padre que cuestionarán lo que siempre ha creído, que pondrá en duda la verdad sobre su escala de valores.






VE Y PON UN CENTINELA

Si Matar a un ruiseñor es una novela que mientras la leía sus imágenes pasaban ante mí en blanco y negro (la influencia de la película no cabe duda que pesaba en ellas), Ve y pon un centinela, es en cambio una película en color, unos colores en tonos pastel, por más que bajo esos tonos pastel, bajo esa aparente placidez, se oculte una sociedad racista, levantada en pie de guerra en defensa de unos privilegios que considera amenazados, en peligro de desaparecer bajo la presión demográfica de la población negra.
Y es a esta población donde regresa a pasar unos días Jean Louise, aún convencida de que su pueblo es un lugar ideal, donde finalmente habían triunfado los ideales propuestos por su padre, aquel famoso abogado que consiguió derrotar el racismo en un juicio, logrando una victoria nunca vista:
Atticus tomó las riendas de su carrera, aprovechó el descuido con el que habían sido formulados los cargos, se plantó delante del jurado y consiguió lo que nadie había conseguido ni antes ni después en el estado de Maycomb: la absolución de un chico de color acusado de violación. (Página 112)

Pero todo se viene abajo cuando descubre la verdadera personal de su padre:
Por más que lo intentaba no podía pensar. Solo sabía una cosa y era esta: el único ser humano en el que había confiado absolutamente, con toda su alma, le había fallado. El único hombre que había conocido al que podía señalar y decir con un pleno conocimiento de causa: Es un caballero Es un caballero de corazón” la había traicionado, públicamente, groseramente y sin pudor. (Página 115)

¿Dónde queda esta definición de su adorado padre?
Integridad, humor y paciencia eran las tres palabras que mejor definían a Atticus Finch. (Página 116)

¿Cómo encajar la realidad descubierta con la idelización que tenía de su padre? ¿Qué es cierto de todos los principios que el la inculcó? ¿Cómo encajar la realidad de la vida con los ideales?:
-Jean Louise, tan solo intento decirte algunas verdades desnudas. Debes ver las cosas tal como son, además de como deberían ser.
-Entonces, ¿por qué no me mostraste las cosas tal y como son cuando me sentaba en tu regazo? ¿Por qué no me las enseñaste, por qué no procuraste explicarme que había una valla alrededor de todas las cosas que decía “solo para blancos” cuando me leías libros de Historia y me hablabas de lo que yo creía que era importante para tí? (Página 237)

Porque ha estado ajena a la realidad, ha visto lo que quería ver en sus vecinos, no la dura verdad que albergan en sus corazones, cuando ellos no han cambiado, no es una historia nueva.
El capítulo que la afectaba había comenzado doscientos años atrás y tenía como escenario una sociedad orgullosa que ni la guerra más sangrienta ni la paz más draconiana de la historia moderna habían podido destruir, y que volvía a repetirse y se desplegaba en el terreno de lo privado, en el ocaso de una civilización que ni la guerra ni la paz podían salvar. (Página 123)


Si bien la figura de Atticus Finch es importante, la que prevalece sobre todo en esta novela es la de Jean Louise, capaz por sí misma de mantener todo el interés de la novela. Un personaje muy complejo:
Henry veía algo tan intensamente femenino en ella que se enamoró. Era fácil encontrarla atractiva y fácil estar con ella, casi siempre, aunque no fuera, en ningún sentido de la palabra, una persona fácil. La afligía una inquietud de espíritu que Henry no alcanzaba a entender, (Página 21)

Era el tipo de persona que, al toparse con una salida fácil, tomaba siempre el camino más difícil. (Página 23)

Criada en completa libertad, toda su infancia ha sido la de un chico, más que el de una chica, de ahí el choque con la realidad de descubrir del modo más abrupto, que en realidad es una mujer:
Jean Louise nunca había tenido plena conciencia de ser una chica. Su vida había estado repleta de acción intrépida y porrazos: luchar, jugar al fútbol, escalar, mantenerse al ritmo de Jem y superar a cualquiera de su edad en cualquier competición que requiriera destreza física.
Cuando se calmó lo suficiente para prestar atención, pensó que le habían gastado una broma pesada: de pronto debían ingresar en el mundo de la feminidad, un mundo que despreciaba, que no podía comprender y del que no podía defenderse, un mundo que la rechazaba. (Página 118)


Tremendo dilema el que se le presenta a Jean Louise: cerrar los ojos y pensar que nada ha cambiado, o encajar en su vida la nueva realidad que ha descubierto. Abrir los oídos o acallar la conciencia. Ese es el centinela al que hace alusión el título:
El texto de hoy está tomado del capítulo veintiuno de Isaías, versículo seis: “Porque el Señor me dijo así: Ve y pon un centinela que haga saber lo que viere”. (Página 98)


Necesito un centinela que me diga lo que ve cada hora a la hora en punto. Necesito un centinela que me diga “esto es lo que dice fulano y esto es lo que quiere decir de verdad, que trace una raya en medio y diga “aquí hay una justicia y aquí hay otra” y me haga entender la diferencia. Necesito un centinela que dé un paso adelante y proclame ante todos ellos que veintiséis años es mucho tiempo para gastarle una broma a una, por muy graciosa que sea. (Página 180)






IMPRESIÓN PERSONAL

Hay libros que salen a la venta rodeados de polémica, artificial en muchos casos, puro artificio de marketing para vender más. No es el caso de Ve y pon un centinela, pues la pregunta que aparece en todos los medios es si realmente su autora quería que esta novela fuese publicada o no.
Tras años de resistirse a su publicación, su autora Lee Harper que solo escribió en su vida una novela, la maravillosa Matar a un ruiseñor, cuando su vida y su salud mental parecen estar en pleno declive, accede a la publicación de este original encontrado hace no mucho por su abogada. Una novela que aunque transcurra veinte años después de la acción de Matar a un ruiseñor, su escritura es anterior, pues se trata de un manuscrito que fue rechazado por las editoriales que le sugirieron que escribiera una novela que narrase la infancia de la protagonista. Dicha novela fue Matar a un ruiseñor.

¿Cuáles pudieron ser los motivos para que Harper Lee no quisiera publicarla? ¿Tan mala era? Lo cierto es que, una vez leída, queda claro que esa no puede ser la razón, porque Ve y pon un centinela tiene momentos maravillosos. Es cierto que el final a mi no me ha convencido y que en la parte final de la novela hay páginas demasiado discursivas y poco convincentes a la hora de explicar los motivos del comportamiento de Atticus Finch. Pero eso tenía fácil solución, porque solo era cuestión de trabajo y un buen editor para reescribir y mejorar esas páginas.
Más bien me inclino a pensar que Harper Lee no quiso atentar contra uno de los iconos, no solo de la literatura americana como es Atticus Finch, sino contra una de las figuras que encarnan los valores de la democracia americana.
Esos valores inculcados con su palabra y su ejemplo a su hija y que llevaron a esta a escribir toda una delcaración de principios en la pizarra de la escuela:
«Y aprovechando una oportunidad para dinamizar la lección, fue a la pizarra y escribió: “DEMOCRACIA” en mayúsculas. Democracia, -dijo- ¿Alguien puede dar una definición?
Yo levanté la mano recordando un antiguo latiguillo electoral que me había explicado Atticus: Derechos iguales para todos; privilegios especiales para nadie.» (Matar a un ruiseñor. Página 380)

¿Dónde queda ese paradigma de la democracia, del respeto a los demás convertido ahora en un racista que incluso es miembro del Ku Klus Klan? ¿Dónde queda aquel pacifista que dio origen a otro de los más bellos párrafos de su novela anterior, justamente la que le da título?
«Preferiría que disparaseis contra botes vacíos en el patio trasero, pero se que perseguiréis a los pájaros. Matad todos los arrendajos azules que queráis, si podéis darles, pero recordad que matar a un ruiseñor es pecado.
(…)
Los ruiseñores no se dedican a otra cosa que cantar para alegrarnos. No devoran la fruta de los huertos, ni comida en los graneros, no hacen nada más que derramar el corazón, cantando para nuestro deleite. Por eso es pecado matar a un ruiseñor.»
 (Matar a un ruiseñor. Página 145)

Y sin embargo, la denuncia que hace del racismo no solo es actual, basta con ello con ver cómo siguen presentes las actuaciones racistas que están dando lugar a graves disturbios raciales en algunas calles de Estados Unidos, sino que es universal. Haced la prueba de sustituir la palabra negros por la de emigrantes en el siguiente párrafo y decidme si no habéis oído en numerosas ocasiones estos mismos argumentos en nuestro país:
-Vamos a llevarlo al terreno práctico. ¿Quieres que haya negros a montones en nuestras escuelas, en nuestras iglesias y nuestros cines? ¿Los quieres en nuestro mundo?
-Son personas, ¿no? Estuvimos dispuestos a importarlos cuando nos hacían ganar dinero.
-¿Quieres que tus hijos vayan a una escuela que haya bajado el nivel para integrar a niños negros?
-El nivel académico de la escuela que hay en esta misma calle no podría ser más bajo, Atticus, y tú lo sabes. Tienen el mismo derecho a las mismas oportunidades que los demás, tienen derecho a disfrutar de las mismas. (Ve y pon un centinela. Página 239)

¿Merece entonces la pena leer Ve y pon un centinela? Yo creo que sí. Desde luego, si aún no has leído Matar a un ruiseñor, no hay duda que tendría prioridad leer primero esa novela, que es una obra maestra, algo que no es el caso de la que hoy me ocupa. Pero aún no siéndolo, a pesar de ese final que no me ha convencido, el personaje de Jean Louise tiene una fuerza tal que sin duda debe estar presente en nuestras lecturas. Al mismo tiempo, muchos de los momentos en que Jean Louise rememora su pasado, tienen una fuerza narrativa tan impresionante que han conseguido transportarme a un tiempo y un lugar lejano.
De paso, todo lo que sea replantearte tus principios, descubrir hasta que punto esos planteamientos racistas pueden estar en nuestros corazones, obligarte sin que te des cuenta a reflexionar sobre tu actitud vital, es un tiempo que merece la pena “gastar”.
Luego, una vez leído el libro, ya tendrás tiempo a decidir con qué imagen de Atticus Finch te quedas, sin con el caballero prototipo de los valores de la democracia, o con el Atticus Finch que es un caballero si, pero con todos los prejuicios y contradicciones del alma humana.






VALORACIÓN: 9/10



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domingo, 21 de abril de 2013

MATAR A UN RUISEÑOR (HARPER LEE)

No se puede matar la inocencia

De vez en cuando te llevas una gran sorpresa al escoger un libro. Un libro que en este caso es todo un clásico que sin duda ha sido eclipsado, por lo menos en nuestro país por la película a la que dio origen: Matar a un ruiseñor.Tomad buena nota, porque esta es una novela cinco estrellas





FICHA TÉCNICA

Autor: Harper Lee
Título: Matar a un ruiseñor
Editorial: Zeta
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 416







HARPER LEE

Es cierto que el nombre de la autora no ayuda mucho a la hora de vender este libro en la actualidad. A mi sinceramente no me sonaba de nada, lo cual tampoco es raro, porque al entrar en Internet a buscar información sobre ella, me encontré con que es una mujer de un único libro. Sí, Matar a un ruiseñor es la única novela que ha publicado.

Nació en el año 1926 en Alabama (Estados Unidos). Obtuvo el Premio Pullizter por su novela Matar a un ruiseñor, publicada en el año 1960, la única que escribió. Aparte de esa novela, publicó algunos ensayos.



ARGUMENTO

Atticus Finch es un abogado viudo y padre de dos hijos. Jeremy (conocido como Jem) a punto de cumplir diez años cuando empieza la novela y Jean Luis (conocida como Scout) con seis años. Un hombre de principios morales muy arraigados que intenta educar a sus hijos, que no lo llaman por su nombre sino por el de Atticus, un modelo de conducta intachable.
Esa misma rectitud de principios le lleva a defender a un negro acusado de la violación de una joven blanca, aún a sabiendas de que eso va a llevarle a un enfrentamiento con el resto del pueblo, que no puede entender cómo un blanco puede defender a un negro frente a otro blanco, incapaz de comprender cómo puede creer la palabra de un hombre de color.
Todo ello en Maycomb, un pequeño y aburrido pueblo del interior del Sur de Estados Unidos en el año 1932, todavía con la penuria que la gran depresión del 29 trajo al país. Una penuria que lleva a muchos de los clientes de Atticus a pagarle con género, pues no tienen dinero.






MATAR A UN RUISEÑOR: LA NOVELA


Esta novela nos presenta una América profunda tras la Gran Depresión, aunque no llega a un pesimismo ni a una situación tan angustiosa como la que se nos muestra en Las uvas de la ira. Pero si aparecen muy marcadas las diferencias sociales entre ricos y pobres, entre blancos y negros. Una sociedad muy cerrada en la que los negros son mano de obra barata sin más, donde su palabra no vale para nada.
Por eso destaca de un modo tan notorio la figura de Atticus, un abogado cuya vida está presidida por la rectitud y la justicia. Una rectitud que le lleva a aceptar el caso de un negro falsamente acusado de la violación de una blanca. Es la palabra de un negro contra la de un blanco, con lo cual lo tiene todo para perder. Pese a ello y a que su defensa le va a enfrentar con todos sus vecinos, Atticus está dispuesto a que la verdad prevalezca.

Pudiera parecer un tema pasado de moda, superado por los años. ¡Que más quisiéramos! Las injusticias y las desigualdades siguen presentes en nuestra sociedad, es más, cada día que pasa parecen más acentuadas. ¿Vivimos en una democracia? Si aplicamos la definición de la misma que se nos presenta en la novela, probablemente la respuesta sea NO:
«Y aprovechando una oportunidad para dinamizar la lección, fue a la pizarra y escribió: “DEMOCRACIA” en mayúsculas. Democracia, -dijo- ¿Alguien puede dar una definición?
Yo levanté la mano recordando un antiguo latiguillo electoral que me había explicado Atticus: Derechos iguales para todos; privilegios especiales para nadie.»
(Página 380)


La gran originalidad de la novela es que esta temática de “adultos” nos es presentada a través de los ojos de unos niños, de su visión infantil que no termina de comprender algunas cosas, a través del contraste de aquellas palabras justas de su padre y la realidad que están viviendo. Una visión desde la inocencia que les hace enfrentarse sin miedo a una situación delicada por el valor de su padre.
Una visión de la vida a través de los juegos de estos niños, de sus esperanzas, de sus frustaciones, de sus miedos, de su apertura a la vida, del aprendizaje de la realidad que no siempre coincide con lo que ellos creen.


Matar a un ruiseñor es un canto a la defensa de la inocencia, de aquellos que pese a todo lo que tienen que sufrir suponen un poco de aire fresco para nuestras vidas. Una inocencia representada en la figura de un ruiseñor, el que da título a la novela:
«Preferiría que disparáseis contra botes vacíos en el patio trasero, pero se que perseguiréis a los pájaros. Matad todos los arrendajos azules que queráis, si podéis darles, pero recordad que matar a un ruiseñor es pecado.
(…)
Los ruiseñores no se dedican a otra cosa que cantar para alegrarnos. No devoran la fruta de los huertos, ni comida en los graneros, no hacen nada más que derramar el corazón, cantando para nuestro deleite. Por eso es pecado matar a un ruiseñor.»
(Página 145)


Matar un ruiseñor, una novela por la que el tiempo parece no haber pasado, tal sigue siendo su vigencia.



IMPRESIÓN PERSONAL

He de reconocer que la lectura de Matar a un ruiseñor ha supuesto una más que grata sorpresa. Mis lejanos recuerdos de la película me hacían esperar (realmente tampoco era así la película como comprobé posteriormente) una novela de éstas que podríamos denominar de juicios con niños en la trama.
Nada más lejos de la realidad. El juicio es apenas una pequeña parte de la novela y ni siquiera es lo más importante de la misma. Lo realmente importante es la historia de esos dos hermanos, una historia que me cautivó desde las primeras líneas.
Y me cautivó, porque más allá de las peculiaridades de cada país, de cada lugar o de cada pueblo, hay temas que son universales. Y los que nos presentan en Matar a un ruiseñor lo son. La justicia, la educación de la infancia, las desigualdades, las diferencias sociales, el nacimiento a la vida... Y por encima de todo, la defensa de la verdad y la ética, la lucha por el respeto a los seres humanos sin distinción de raza, credo o color.


Matar a un ruiseñor es una novela que no debes perderte. Además, teniendo en cuenta que es todo un clásico, es muy fácil de encontrar en cualquier biblioteca, cosa que no siempre es posible con novedades editoriales.


Lectura facilitada por la Biblioteca Municipal de Móstoles.



VALORACIÓN: 10/10





PELÍCULA VERSUS LIBRO

Aunque no tiene importancia, en la película la acción arranca directamente en el pasado, no como el libro que arranca con una introducción en la que se hace referencia a los sucesos que pasaron en un tiempo pasado y que ahora son los que van a ser narrados. Eso sí, las imágenes que nos muestran de una caja con juguetes que sale mientras aparecen los títulos de crédito son en sí misma una trampa, pues esos juguetes no existen todavía, no están todavía en posesión del que los tiene en una casa.

Una introducción narrada por un narrador que reproduce casi fielmente, algo recortada, pare de una de las primeras páginas del libro y que sirve para meternos en ambiente, en el ambiente en el que va a transcurrir la acción:
«Maycomb era todavía una vieja y aburrida población en 1932 Cuando yo la conocí. El caso es que por aquel entonces hacía más calor a las nueve de la mañana ya se habían reblandecido los cuellos duros de los hombres. Las señoras se bañaban antes del mediodía y a las tres de la tarde después de la siesta y al llegar la noche después de tanto sudar y ponerse polvos de talco, parecían pastitas de bizcocho rellenas de crema. El día tenía 24 horas pero parecía más largo. Nadie tenía prisa porque no había adónde ir ni nada que comprar, ni siquiera dinero para comprarlo.»


La gran diferencia entre libro y película estriba en que mientras que en el libro la acción se desarrolla en dos veranos, en el libro es más dilatado el tiempo que transcurre, por lo que hay una mayor evolución en los niños, algo imposible en la película al transcurrir solamente un año.
Al margen de la desaparición de algunos personajes o la menor importancia que se le da a otros como Calpurnia, la mujer negra que trabaja en casa de Atticus y que hace en muchos casos la función de madre, También se dulcifica mucho en la película, demasiado a mi gusto el tensísimo ambiente que se vive a raíz del juicio en que un negro va a ser defendido por un blanco. No aparece tan marcada esa lucha de clases sociales ni de marginación de los negros, auténtica base del libro.

Hace tanto tiempo que había visto la película, que no recordaba apenas nada de la misma, por lo que en cierto modo fue una sorpresa y una pequeña decepción, lo cual suele ocurrir en muchos casos tras leer el libro. Especialmente, porque se dulcifica mucho la historia de enfrentamientos que se nos presenta en la novela.
Pero aún con eso, no hay duda de que también merece la pena ver esta oscarizada película. Tres son los Oscars que se llevó, comenzando por el de Gregory Peck en el papel de Atticus. Una interpretación impresionante. De hecho es difícil no tener presenta la figura de este actor cuando estás leyendo el libro.



Os dejo el trailer de la película


 


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