Título:
El guacamayo rojo
Autor:
Manuel Machuca
Editorial:
Anantes
Encuadernación:
Tapa blanda
Páginas:
453
PVP: 22,00 €
MANUEL
MACHUCA
«Manuel Machuca (Sevilla, 1963) es doctor en Farmacia por la Universidad de Sevilla. Miembro correspondiente de la Academia Peruana de Farmacia, consultor de la Organización Mundial de la Salud y profesor honorario de la Universidad de Buenos Aires (Argentina), ha impartido cursos y conferencias en más de veinte países de Europa y América, publicando más de cien artículos científicos y de opinión en revistas científicas y profesionales de repercusión internacional.
En su faceta literaria es autor de la novela Aquel viernes de julio, coordinador de Relatos de farmacéuticos, un libro en el que participaron más de quince profesionales españoles y de América Latina, ha publicado relatos en la revista argentina Motor de ideas colabora con asiduidad en los diarios del grupo Joly y también ha publicado numerosos artículos en Cambio 16 y Cuadernos para el diálogo.»
ARGUMENTO
Era
el último día de enero de 194 cuando el barco que llevaba a
Bernardo Ortega y su familia atracó en el puerto brasileño de
Santos.
No
era ese el destino original de la familia Ortega. Su intención era
ir a Cuba para trabajar con un hermano, pero poco antes de embarcar
fueron atracados y, al perder su dinero, el cabeza de familia no se
atrevió a aparecer con las manos vacías y cambió el destino de su
familia y puso rumbo a Brasil.
Cien
años después Luis, un joven arquitecto español se ve obligado por
la crisis de la construcción a buscar trabajo fuera de España y su
destino elegido es Brasil, donde aún conserva algún viejo pariente
como la tía Gloria.
Esta
es la historia de cien años de una familia luchadora.
EL
GUACAMAYO ROJO
-¡Mira,
un loro rojo!
-No
es un loro, es un guacamayo. Su cola es más larga y es más grande
que el amarillo u verde que está al lado. Ese sí es un loro.
(Página 19)
Esa
es una de las primeras imágenes que la familia Ortega recibe al
desembarcar en Brasil a principios del año 1904. Una imagen colorida
y cargad de alegría, que poco tendrá que ver con la dureza de la
vida que les espera a continuación en una plantación del interior
de Brasil donde la familia tiene que ganarse muy duramente la
subsistencia.
El
guacamayo rojo es la historia de cien años de una familia
que marchó de España en busca de una vida mejor, de una posibilidad
de supervivencia y que a base de trabajo y esfuerzo fue saliendo
adelante.
Una
historia que desgraciadamente se repite cien años después (no se
engañe señora ministra, cada español que tiene que salir a
buscarse las habichuelas fuera de España, no lo hace por aventura
sino por la más pura y dura necesidad) en la que un joven español
ha de partir hacia Brasil, completando el círculo al reencontrarse
con la tía Gloria, un lejano pariente descendiente de aquellos que
emigraron cien años atrás a Brasil.
La
acción de El guacamayo rojo
se narra en dos planos temporales: el actual con las desventuras de
Luis al llegar a Brasil y la historia de la familia Ortega cien años
antes. Inevitablemente es una historia
épica, porque épica es la historia de aquellos que
partiendo de la nada tienen que luchar por sacar a una familia
adelante. Y eso es lo que hace la familia Ortega, en una tierra
desconocida, con costumbres desconocidas, con una lengua que aunque
semejante también es desconocida.
No
entra Manuel Machuca a explayarse en los motivos de la crisis que
provoca la necesidad de que Luis tenga que salir de España. No hay
juicios políticos sobre nuestra situación. Ni tampoco profundiza en
la situación brasileña, salvo un breve comentario puesto en boca de
los protagonistas:
-¿Por
qué te has venido a Brasil?
-Bueno,
este país está creciendo mucho, tiene un gran futuro...
-Si,
siempre tuvo un gran futuro, y me temo que así va a seguir siendo
siempre, un país con mucho futuro. (Página 202)
Mucho
hay que contar sobre esta familia española emigrada a Brasil. Y ahí
está precisamente lo mejor y lo peor de la novela, porque o el autor
se iba a mil páginas, o el lector puede quedarse con la impresión
con la que yo me he quedado pasados los primeros capítulos: la de
hallarnos ante un álbum de familia, en el que Manuel Machuca nos va
mostrando como si de fotos se tratase los sucesos más relevantes que
les ocurrieron, pero que entre foto y foto faltan muchos detalles que
no conocemos.
Por
eso como aspecto positivo, el libro tiene un ritmo trepidante en el
que no paran de ocurrir cosas. Pero por otro lado hay historias que
se quedan cortas, que por sí mismas merecían un libro, como la
historia del pariente que trabajó en el cine. O de la misma tía
Gloria, que pese a ser un personaje muy importante en la historia
presente, no se profundiza en su personaje, prácticamente se hace un
resumen de su vida pasada.
Pega
menor en cualquier caso, porque lo que viene a significar es que,
pese a sus más de cuatrocientas páginas, me hubiera gustado saber
mucho más de sus protagonistas.
IMPRESIÓN
PERSONAL
Creo
que ha quedado claro que me ha gustado
El guacamayo rojo.
Una historia más completa y atractiva que su primera novela Aquel
viernes de Julio que también disfruté.
Una
historia emotiva en muchos momentos, cargada de acción. No podía
ser de otra manera, porque estamos ante una familia dispuesta a
luchar por salir adelante y que no se deja amilanar por las
circunstancias, que parece ser la moraleja final de la historia, lo
que Luis aprende al conocer a sus lejanos parientes.
Que
un libro se te quede corto pese a sus cuatrocientas cincuenta
páginas, es muy indicativo de hasta que punto quedé atrapado entre
sus historias.
Gracias
a Editorial Anantes por
facilitarme un ejemplar de El
guacamayo rojo para su lectura y reseña.
VALORACIÓN: 8/10