sábado, 9 de mayo de 2020

DIARIO DE UNA PANDEMIA (8) NUEVA ¿NORMALIDAD?



Así se pusieron las calles el primer día que se permitió al personal salir a hacer deporte. Pero no es de eso de lo que voy a hablaros.



Estoy que me subo por las paredes. Y no lo digo por lo de estar en casa confinado, aunque ahora con el alivio de que puedo salir a pasear si quiero (más bien sería si puedo).
Lo de subirme es un decir, porque ni soy Spiderman, ni afortunadamente Spiriman tampoco, que lo primero que hice al llegar del hospital fue recortarme la barba no fuera a seguirme creciendo y pudiera lugar a equívocos), ni mis cicatrices están todavía en condiciones de alardes gimnásticos.

Spiderman vigilando quién se salta el confinamiento

No. Lo que me tiene indignado es que sigamos a vueltas con el lenguaje sin llamar a las cosas por su nombre e intentando vendernos a través de las palabras, lo que de ninguna manera es verdad, de intentar disfrazar la realidad de bellas palabras.

Admito lo de “desescalada”, aunque no tengo claro aún si vamos a bajar con calma o en un rappel descontrolado y sin freno. Pero lo que no puedo admitir es que no pare de hablarse de “nueva normalidad”.

No, no y no. Una cosa es la realidad y otra la normalidad.

No es algo nuevo ni privativo de un único partido político, el uso de eufemismos para enmascarar la realidad. Eso que en farmacia se llama dorar la píldora, que no es otra cosa que recubrir un comprimido de un medicamento amargo con una capa de caramelo dulce de manera que se trague fácilmente y sin sabor algo que de otra manera sería repugnante o muy amarga.

Siempre se ha utilizado, pero especialmente desde que llegó la gran crisis del siglo XXI, el cambio de términos para intentar colarnos o suavizar expresiones que de por sí son repelentes, amargas o negativas.
¿Queréis ejemplos? Pues allá van unos cuantos (si tenéis más me los decís y los incluyo)

-Ajustes (o regulación) de plantilla: Despidos

-Recortes de plantilla (o ERE): Despidos.

-Regulación de empleo: Despido masivo.

-Flexibilización laboral: Despidos.

Como podéis ver, la palabra despido es una palabra tabú (sea cual sea el gobierno de turno). Pero no es la única, que hay más:

-Crecimiento negativo:  Decrecimiento. Es de lo más rebuscado que puede encontrarse, pero no ha dejado de utilizarse masivamente. A mí me recuerda al chiste aquel que decía que la infantería española nunca retrocede, sino que da media vuelta y continúa avanzando. Pues eso: avanzando hacia atrás.

-Regularización fiscal: Amnistía fiscal (evidentemente se habla de grandes fraudes)

-Moderación salarial: Rebaja de sueldos (como si los empleados fueran millonarios).

-Reformas estructurales: Recortes (las reformas nunca son para dar, sino más bien para quitar al que poco tiene).

-Reajuste o actualización de precios: Subida de precios. Las bajadas de precio nunca son actualizaciones.

-Ticket moderador: Copago farmacéutico.

-Medidas de ahorro: Recorte del gasto público.

-Gravamen adicional: Subida del IVA.

-Externalización: Privatización de un servicio público (en teoría para ahorrar dinero, pero en la práctica para que algún amiguete se lleve el negocio)

-Inyectar liquidez a la banca: Dar dinero público a la banca privada.

-Ayuda financiera a la banca: Rescate.

-Movilidad exterior: Emigración forzada de jóvenes sin empleo. Por cierto, una de las expresiones más crueles, porque vende una ruptura familiar como si de un viaje de vacaciones se tratase.

-Daños colaterales: Víctimas humanas.

-Persona en riesgo de exclusión social: Pobre.



Como podéis ver, han salido dieciocho expresiones que no son nada rebuscadas, que podéis encontrarla en cualquier búsqueda que hagáis.
Pero el colmo es que intenten venderme lo de nueva normalidad. Una cosa es que sea la realidad con la que tengamos que enfrentarnos y otra es que eso sea “normal”.


-No es normal no poder visitar a nuestros nietos.

-No es normal no poder abrazar ni besar a nuestros seres queridos (y que conste que el que esto escribe no se caracteriza precisamente por ser un besucón ni buscar el contacto físico)

-No es normal tener que hablar a través de mamparas.

-No es normal tener miedo a las aglomeraciones de gente.

-No es normal renunciar a actividades de contacto (véase por ejemplo baile)

-No es normal no poder comentar una película con tu acompañante en el cine (del que te separarán por lo menos una o dos butacas)

-No es normal que algunos sitios de restauración pretendan que no ha pasado nada y seguir con masificaciones intolerables en busca de una rentabilidad que si no dicen no tener.

-No es normal que los estancos sean esenciales y las librerías actividades prescindibles.

-No es normal pretender que los niños en una guardería o en el colegio mantengan una distancia de seguridad (como no sea que los encadenes a su pupitre convenientemente alejado del de su compañero).

-No es normal decir que no ha pasado nada y que si ha pasado es culpa del otro.

-No es normal aplaudir a los que no han parado de jugarse la vida por salvar a la de los demás y darles la patada cuando ya no hacen tanta falta.

-No es normal que cuatro vayan nuevamente a enriquecerse con la pandemia y el resto se quede sin trabajo ni comida.

-No es normal no aprender de los errores cometidos.

-No es normal que importe más el sillón en el congreso que la realidad de sufrimiento de los que poco o nada tienen.



-No es normal darle de comer a los niños todos los días una pizza. ¡Uy, perdón!, que ésto no iba todavía aquí. De las pizzas, de los horarios y de la gala de nominados para pasar a la fase siguiente de la desescalada, os hablo el sábado que viene si Dios quiere.


5 comentarios:

  1. Yo también estoy indignada Pedro, Nueva normalidad o 'Neolengua'. Se me ponen los pelos de punta.

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  2. Sí, tienes toda la razón, y debemos estar alertas a estas palabrejas y frases que nos meten. Me has recordado un libro que leí hace tiempo sobre este tema, "El saqueo de la imaginación" de Irene Lozano. Te dejo una cita de su libro "...cuando se alteran significados esenciales del vocabulario político no sólo cambian las reglas del juego semántico, sino fundamentalmente las de la política y la ética. La identidad de una civilización o una cultura la forman sus valores. Estos se construyen a través de la palabra y se codifica en relatos, mediante los cuales esa cultura obtiene una imagen de sí misma que actúa a modo de paradigma moral. Modificar el léxico equivale a alterar esos valores profundos". Un saludo

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  3. Es para estar indignada hasta el infinito y más allá... Qué poco respeto nos tienen...
    Besotes!!!

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  4. Esconder la realidad o esconderse detrás de las palabras no es algo nuevo. Lo que sí es chocante es el afán nominalista con el que los políticos de aquí y de allá pretenden resolver los problemas. Diríase que nombrando las cosas ya las dominases. Tengo la palabra, luego tengo la solución, parece que piensa, cuando debiera de ser al revés: tengo la solución, ¿cómo la llamaré?.
    Me enfada muchísimo ese baúl de los disfraces en que se han convertido los discursos entontecedores de los responsables públicos: desescalada, confinamiento, nueva normalidad, distanciamiento social..., incluso ERTE, Regulación de empleo, Reajuste... Nos engañan, nos toman por tontos y encima ocupan los medios plantándonos discursos eternos que no atendemos porque los sabemos falaces cuando no completamente mentirosos. Bueno, no sigo, que me enfado más y no quiero salirme de mis casillas.
    Un abrazo, amigo

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