miércoles, 10 de junio de 2015

LA NIÑA QUE SE TRAGÓ UNA NUBE TAN GRANDE COMO LA TORRE EIFFEL (ROMAIN PUÉRTOLAS)

La insoportable levedad de las carteras enamoradas




FICHA TÉCNICA

Título: La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel
Autor: Romain Puértolas
Editorial: Grijalbo, 2015
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 250
PVP: 16,90 €





Editorial: Punto de lectura, 2016
Encuadernación: Tapa blanda, bolsillo
Páginas: 256
PVP: 8,95 €









ROMAÍN PUÉRTOLAS

De él nos cuenta la editorial en la solapa interior:


Romain Puértolas, de origen franco-español nació en Montpellier. Transportado por los caprichos del destino a España e Inglaterra, ha sido DJ, profesor de idiomas, traductor-intérprete, auxiliar y coordinador d vuelo de El Prat de Barcelona, empleado de Aena en Madrid y limpiador de tragaperras en Brighton.
De regreso a Francia, trabajó durante cuatro años como inspector de policía en un servicio especializado en el desmantelamiento de redes de inmigración ilegal.
Adicto a la escritura compulsiva sobre posits, Puértolas debutó en el mundo literario con El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en armario de Ikea (Grijalbo, 2014). Antes de su éxitoso lanzamiento en Francia, la novela ya había conquistado a más de cuarenta editoriales extranjeras convirtiéndose en un fenómeno mundial conocido como "faquimanía".
En la actualidad, Puértolas reside en Málaga y se dedica en exclusiva a la escritura. La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel es su nueva novela, una historia tan desenfadada y llena de humor como la anterior, aunque más emotiva todavía, y que ya se ha convertido en un éxito de crítica y ventas en su país.





ARGUMENTO

Un hombre mientras le cortan el pelo, le cuenta al peluquero una extraña historia:
Resumiendo, un buen día su cartero, que es una cartera, irrumpe en su torre de control en bañador aunque la playa más cercana esté a cientos de kilómetros, y le pide permiso para despegar de su aeropuerto batiendo los brazos como una gallina. (página 16)

Una historia que por extraordinaria y extraña que pueda parecernos, el protagonista, controlador aéreo en el aeropuerto de Orly, nos cuenta de primerísima mano:
Los medios no estaban allí. Se hicieron con la noticia después y le dieron mucho bombo. ¡Incluso llegué a leer que Providence habia volado en su Renault amarillo hasta Marruecos y que chocó con una nube! Lo que no está muy lejos de la verdad, pero no es exacto. Yo le voy a contar la verdad sobre lo que pasó ese día en Orly. La verdadera historia.






LA NIÑA QUE SE TRAGÓ UNA NUBE TAN GRANDE COMO LA TORRE EIFFEL

Larguísimo título el de esta novela que, por una vez y sin que sirva de precedente, está bien motivado. Porque esta es la historia de una niña enferma, luchando desde el momento en que nació por sobrevivir en un hospital marroquí, afectada por una extraña enfermedad que la cartera describe de un modo muy poético:
Tragarse una nube; fue Providence quien se inventó esa expresión para hablar e su enfermedad, la mucoviscosidad. Era de lo más acertada. Lo que la niña sentía en el fondo de los pulmones era mi poco eso, un dolor vaporoso y malvado que la asfixiaba lento pero seguro, como si un día, por descuido, se hubiera tragado un gran cumulonimbo y desde entonces lo tuviera atrapado dentro. (Página 36)

La niña que se tragó una nube... es un cuento, un cuento para adultos cargado de fantasía, de realismo, de imaginación, de ternura, de ironía, de amor, de humor, y hasta un poquito de mala leche en su humor mordaz. Una novela que te hará reír, que probablemente te hará llorar, que te descolocará en muchos momentos sin tener muy claro qué es lo que estás leyendo. Espera. Espera hasta el final para juzgar el libro, porque te aseguro que la espera merece la pena.

Las primeras páginas no permiten imaginar hasta que punto el amor es uno de los puntos más importantes de esta novela. Y no me refiero a la historia de amor que el controlador y la cartera vivirán, sino sobre todo, a la historia de amor entre Providence (la cartera) y la niña enferma en Marruecos. Una historia de amor madre/hija capaz de vencer cualquier imposible, cualquier barrera. Porque aunque Providence nunca podrá ser madre, consigue la adopción de la niña y el amor que las une es tan fuerte como el de cualquier madre e hija por más que dicha relación no provenga de un parto, sino de un encuentro casual en un hospital marroquí:
En cualquier caso, el destino había hecho bien las cosas. Había reunido en dos camas donde las sábanas se rozaban, a una mujer deseosa de convertirse en madre pero que no podía y a una niña sin mamá. Podría decirse que habían nacido para encontrarse. (Página 47)


Leyendo La niña que se tragó... me han venido a la mente dos autores: Jonas Jonasson y Albert Espinosa. Y es que esta novela toma elementos de ambos autores. Por una parte, es imposible no recordar a Jonasson (El abuelo que saltó por la ventana y se largó y La analfabeta que era un genio de los números) por lo absurdo e increíble de las situaciones que plantea llevándolas a los límites de lo que es posible y real. Incluso aparecen personajes famosos de la vida real, altos dirigentes mundiales (igual que en dichas novelas), en este caso Obama, Holland y Rajoy (el toque español).
La diferencia es que mientras que en Jonasson el único fin del absurdo es buscar la risa o la sonrisa del lector, algo que consigue con El abuelo... pero no con La analfabeta... (en la que se pasa de tal manera que no hace ni gracia), con Puértolas forma parte de un fin mayor, dirigido a narrar un cuento, a crear un clima en el mismo cuya resolución comprenderemos al final. Tiene su por qué, el absurdo no es el fin en sí mismo.
Por otra parte, de Albert Espinosa (Brújulas que buscan sonrisas perdidas o Si tú me dices ven lo dejo todo pero dime ven)toma ese aire de cuento y la enfermedad es uno de los ejes en torno a los cuales se construye la novela.


Una novela en la que el humor es uno de sus elementos fundamentales:
El viejo tenía razón. Los controladores de Orly no podíamos quejarnos, Pero eso no impedía que de vez en cuando hiciéramos una pequeña huelga sorpresa. Solo para que la gente no nos olvidara durante las fiestas. (Página 15)

Un humor ácido en el que parece tomar cuentas contra alguno de sus antiguos trabajos (trabajó en aeropuertos):
Las compañías aéreas no estaban dispuestas a poner en peligro sus aviones y la seguridad de los pasajeros por culpa de unos iluminados. Les iba en ello el negocio. ¿Tantos años ahorrando en cacahuetes y aceitunas y ahora estrellar esos juguetitos de 149 millones de euros como vulgares aviones de papel lanzados desde la ventana de un colegio? No, seamos razonables. (Página 29)

Un humor en el que la crítica social no está ausente:
Como la teletransportación aún no se había inventado, el hombre estaba todavía en el estado embrionario de la deportación y de la expulsión. (Página 78)

Un humor que utiliza para autopromocionarse, como cuando hace referencia a su anterior novela, esa que le llevó a la fama (El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en armario de Ikea) :
Bien, heme aquí senado al lado de un faquir y rumbo a la consulta de un gran maestro espiritual chino para aprender a volar como un pájaro. (Página 94)

Y en el que, más allá del humor, no se esconde para mostrarnos el otro lado de la realidad, el lado oscuro y muchas veces desconocido de la realidad:
Es triste decirlo, pero uno no llega a conocer bien un país si no ha estado en un hospital. Allí, imposible ocultar la realidad de las cosas. La pintura rosa con la que pintan las paredes del turismo se desconcha, cae y deja a la vista el cemento gris y los ladrillos. (Página 45)

Un humor en el que incluso en alguna ocasión se pasa de frenada:
-Bueno, quiero algo imposible.
-Es una mujer, es normal. (Página 98)


Todo esto no sería posible si no se apoyara en unos personajes tan “humanos” que es imposible que no te lleguen al corazón. Especialmente el personaje de Providence, con una ternura contagiosa:
Providence era adulta ahora, pero conservaba un lado infantil, una cosa que los adultos llaman “credulidad”, y eso a pesar de los palos que le había dado. Volar. Era una locura creer en una cosa parecida pero, en el fondo, ¿por qué no? ¿Qué le impedía soñar con los ojos abiertos? Soñar no estaba prohibido, era gratis. (Página 82)

Una humanidad que permite, más allá del humor, plantearnos la realidad de la vida: somos seres mortales, a los que un día la enfermedad nos llevará a un viaje sin retorno:
Una vida no pesa nada. Tampoco en nuestra Tierra sometida a la gravedad. Vivimos un tiempo, hasta que le enfermedad viene a buscarnos y nos sube con ella hacia ese techo de estrellas. (Página 92)






IMPRESIÓN PERSONAL

No tenía muy claro a lo que me enfrentaba cuando comencé a leer La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel, puesto que no había leído su novela anterior, algo que sin duda haré ahora. Esperaba un libro entretenido y con mucho humor, pero para lo que no estaba preparado era para encontrarme con un “cuento” que por muchos momentos me ha descolocado, pero que sobre todo, según avanzaba la novela, me ha emocionado.
Quizás esa sea la característica fundamental de la novela, que más allá de esa capacidad que tiene para hacer reír o sonreír, de crear eso que no es fácil encontrar en la literatura pero que es tan de agradecer y que he dado en llamar buenrollismo, es una novela muy emotiva, que toca las fibras más sensibles de nuestro ser.


Por eso, te animo a que levantes tus pies del suelo, batas las alas de tu imaginación y dejes volar libre tu imaginación con esta novela:
Y sin más, llevada por la insoportable levedad de las carteras enamoradas, Providence elevó el vuelo. (Página 157)





Gracias a Penguin Random House que me ha facilitado un ejemplar de La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel para su lectura y reseña.





VALORACIÓN: 9/10



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9 comentarios:

  1. Lo tengo esperando en casa y sinceramente no sabía qué me iba a encontrar porque no había leído ninguna reseña pero vamos, ahora mismo estoy encantado y con muchísimas ganas de leerlo y disfrutarlo. Un saludo :D

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  2. Me has dejado con las ganas!! Me lo apunto sin duda alguna...!!!

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  3. El título ya de por sí me ha llamado la atención desde que lo vi.
    Ahora con tu reseña me dan muchas ganas de leerlo.
    Pensé en un momento que mi hija de 10 años podía leerlo pero señalas que es un cuento para adultos...
    Igual me tenté con esta novela.
    Saludos.

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  4. Con este título tan largo y que me transmite tan poco no sabía qué pensar. Ahora tengo claro de qué trata el libro, pero no creo que sea mi momento para leerlo.

    Un saludo.

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  5. Este libro me tenía que haber llegado pero todavía no ha ocurrido. Yo tampoco imaginaba el libro que nos dices que es. Besos.

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  6. Recuerdo haber leído el título de su primera obra, pero me pasó un poco desapercibido. Este por lo que cuentas parece entretenido, aunque la verdad no imaginaba que fuese como cuentas. Besos

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  7. Pues me llama la atención, no parecía que fuera así...

    Besotes

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  8. Es una lectura muy tierna. Me gustó y me dejó KO el final.

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  9. Aunque al principio la historia me descolocó, luego me enganchó y terminó emocionándome.
    Una lectura muy recomendable, sí.
    Un beso!

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