El amanecer de un
nuevo día
ARGUMENTO
La novela arranca con el descubrimiento
por parte del policía Germinal Ibarra del cadáver de la hija de Eva Mahler, futura
heredera de una de las mayores fortunas del país.
Años después, Paola, una misteriosa mujer,
llega a una pensión perdida en la Costa de la muerte gallega, huyendo de un
pasado o de sí misma.
Pero su llegada desencadena que el
pasado de los demás vuelva al presente amenazando con destruirlo todo.
LA VÍSPERA DE CASI TODO
Víctor del Árbol ha vuelto a
conseguirlo. La víspera de casi todo no solo arranca
directamente con un premio literario para ser ya una novela premiada como todas
sus predecesoras, sino que pese a las altas expectativas con las que parto
siempre que leo una novela del autor, no me ha defraudado.
Y lo hace a pesar de que las novelas de Víctor
del Árbol no parten de un formato
predeterminado,
como si de una fórmula mágica se tratase, en la que cambia la historia pero la
estructura es igual, algo que le ocurre por ejemplo a Kate Morton, en que si te
gusta, ya sabes lo que vas a encontrar.
Cada nueva novela de Víctor
del Árbol es diferente a las anteriores, con una estructura diferente,
aunque evidentemente tiene elementos comunes.
Analicemos cuáles son esos elementos comunes en las novelas de Víctor del árbol:
1.- La víspera de
casi todo
es una mezcla de géneros, muy difícil de
clasificar, de etiquetar. Predominan los elementos del género negro, pero no es desde luego una novela negra al uso, por más que en
esta ocasión si aparezca un policía entre los protagonistas de la novela. O nos
narre como arranque un violento caso, de esos que demuestran que el mal está a
la vuelta a la esquina (¿acaso hay algo más significativo que eso en la novela
negra?)
«Uno
no quiere creer que detrás de una sonrisa bondadosa se esconde lo inconcebible».
(Página 71)
Hay que añadirle muchos elementos más,
porque no pierde ocasión para introducirnos elementos de novela histórica y así, en esta ocasión, nos lleva a la época
más oscura de la historia Argentina, con sus desapariciones y sus torturas o
con el episodio de la guerra de las Malvinas.
También encontraremos entre sus páginas
una preciosa historia de amor, la de Mauricio
y la Pecosa:
«-Yo te quiero, Pecosa. Siempre te amé.
Sin ti la tierra no es nada, los limones no tienen olor, la lluvia no moja. Tú
eres el lugar del que yo vengo…» (Página 390)
2.- La venganza, motor
principal de la novelas de Víctor del Árbol, vuelve a estar presente, aunque en
esta ocasión de una manera menos importante, pues no es el argumento principal
en torno al cual gira la novela, sino sólo el eje de una de las historias.

3.- Omnipresente en cambio es la muerte, no solo porque la novela arranque con un capítulo
que pone la piel de gallina con el descubrimiento del cadáver de una niña
violada y asesinada, sino porque está presente en muchos de sus personajes, en
un Germinal Ibarra que todas las noches introduce su arma reglamentaria en la
boca buscando fuerzas para apretar el gatillo y terminar de una vez por todas.
O en Paola, sumida en un proceso autodestructivo que la lleva a experiencias
límites. O en Dolores, cuya hija desapareció hace diez años sin que sepa de
ella si está viva o muerta. O en Daniel, que contempló como ardía su casa con
sus padres y su hermano dentro, un trauma del que aún no se ha repuesto. O en todos aquellos muertos que provocó la represión en Argentina.
4.- Vuelve a tratar el tema de los héroes, el que fue el eje principal de Un millón de gotas,
en este caso en la figura de Germinal Ibarra, considerado por muchos un héroe
tras resolver la desaparición de la hija de Paola, pero años después perseguido
(los héroes no pueden permanecer en este país en pie sin ser derribados) y
atacado como sospechoso de haber asesinado al culpable de la muerte de la niña.
No es en efecto Germinal un héroe al
uso, Solo un policía que intenta cumplir su trabajo, sin tener muy claro si es
o no un hombre decente.
«En
la pared cuelga la felicitación al mérito policial y la instantánea de su momento
de gloria; el recorte del periódico con su hazaña, la leyenda del héroe que le
acompañará para siempre allá donde vaya, relatando una y otra vez la misma
historia que, a fuerza de repetición, ha ido perfeccionando hasta convertir en
un discurso mecánico y sin fisuras. Un policía ejemplar con uniforme de gala
que, tres años atrás. Logró resolver el caso de Amanda, la niña desaparecida de
Málaga». (Página 21)
5.- Es una novela coral, quizás la más
coral de todas sus novelas, no tanto por el número de personajes que en ella
aparecen, que este caso no son muchos, sino porque difícilmente podemos
decir que hay uno o dos protagonistas
principales. Porque aunque en principio puedan serlo Germinal y Paola, según
avanza la novela Mauricio y su nieto Daniel, Oliveiro el amigo de juventud de Mauricio;
Dolores, la dueña de la casa en la que se aloja Paola y su desaparecida hija
Martina, van ganando más y más protagonismo.
Esto es probablemente lo que más me
gusta de esta novela y de la escritura de Víctor del Árbol, esa capacidad de urdir historias de todos y cada uno de los
personajes que desfilan por sus novelas, consiguiendo a partir de esas vidas
particulares, crear un todo narrativo. Víctor del Árbol, no deja de ser
otra cosa que un gran contador de historias. Y son esas pequeñas o grandes
historias, las que hacen que sus novelas sean algo vivo, que sus personajes
tengan tanta fuerza.
Personajes que están en permanente
evolución, en busca de sí mismos, de lo que fueron, de lo que son, de lo que
pueden llegar a ser, por más que alguno se empeñe en pensar que algunos no
tienen ya nada que esperar:
«-Lo
único que esperan los viejos es lo que ya no puede llegar. Daniel se revolvió.
-A
veces eres demasiado ácida, ¿lo sabías?
Martina
lo examinó con desdén.
-Sólo
digo lo que siento. El único horizonte de un viejo es el pasado». (Página 51)
Si acaso, he echado de menos en La
víspera de casi todo, que desarrollara el personaje de Carmela, la
mujer de Germinal. Una mujer que aparece en segundo plano, siempre esperando al
héroe que no tiene fuerzas para enfrentarse a la realidad de un hijo enfermo
desde niño con una extraña enfermedad: el síndrome de Williams.
Porque además solo nos deja entrever una
historia de amor en esa pareja a través de una mirada fugaz de Paola que los ve
de lejos, paseando juntos con su hijo por La Coruña.
En La
víspera de casi todo, resulta muy interesante el paisaje que nos
propone el autor, que traslada la acción a la Costa de la Muerte, con sus
acantilados, con la vida de un pueblo que vive por, para y a pesar del mar. Una
visión que va mucho más allá de las estampas para turistas y que incluso en su
descripción puede resultar brutal, como la que hace el padre de Eva Mahler:
«Aquel
era el típico pueblo del que se habría enamorado la madre de Eva. Pequeño,
infinitamente vulgar, con sus casuchas bajas, las calles estrechan que bajaban
hacia el puerto y el relieve de la costa a lo lejos. Apenas había coches
aparcados y la gente que pasaba tenía un aspecto triste, atrapada en
pensamientos que –a su entender- debían resultar mezquinos. Comer, vestirse,
ocuparse del ahora sin mañana». (Página 298)
IMPRESIÓN PERSONAL
Hay
determinados libros que, cuando los leo, me provocan una sensación muy
especial. Es el tipo de novelas que me gustaría leer siempre. No me estoy refiriendo
a esas lecturas, muy placenteras por otra parte, que te impiden soltar el libro
a terminarlas. Un tipo de novelas que tienen un algo muy especial que no sé
definir, aunque tal vez la respuesta esté en esta frase sacada de La víspera de
casi todo:
«Hay
cosas que no pueden explicarse, y cuando se explican se convierten en
literatura». (Página 226)
Eso
es justamente lo que me ocurre con las novelas de Víctor del árbol, cuando lo
leo, tengo la impresión de estar siempre ante algo diferente.
No
soy complaciente con el lector, dice Víctor del Árbol en una reciente
entrevista. ¿Acaso quiero que el autor sea complaciente conmigo? No si ser
complaciente es una literatura ligth y edulcorada, con un más que previsible
happy end por más que esté claro que el mundo real no es así. Sí, siempre que
ser complaciente sea mostrarme un mundo de personajes que me hagan sentir,
personajes cargados de historia y de vida. Y la vida, no siempre es suave y
complaciente.
Absteneros
pues de leer a Víctor del Árbol
aquellos que no estéis dispuestos a entrar en un mundo donde no existen los
héroes, donde el bien no siempre sale triunfante, a enamorarte de personajes en
la frontera del bien y el mal, complejos y a los que la vida parece va a
aplastar de un momento a otro.
Puede
parecer desesperanzada, derrotista, sin alegría:
«Los
sueños solo sirven para despertar de ellos». (Página 66)
Pero
a pesar de todo, de esa noche en que parece que estamos sumergido, al final de
la misma, termina amaneciendo un nuevo día. Nos encontramos pues en la víspera
de casi todo. La última palabra no está escrita:
«Las
nubes filtran el resplandor dela luna que todavía no se ha ido y del sol que
aún no ha aparecido, Las estrellas se van apagando con un sutil destello. Todo
parece inconsistente.
-Está amaneciendo, A punto de nacer un nuevo día». (Página 357)
VALORACIÓN: 10/10
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