martes, 27 de agosto de 2019

EL HAIKU DE LAS PALABRAS PERDIDAS (ANDRÉS PASCUAL)


El haiku de las palabras perdidas
Andrés Pascual

Título: El haiku de las palabras perdidas
Autor: Andrés Pascual
Editorial: Plaza & Janes, 2011
Encuadernación: Tapa dura
Páginas: 537
PVP: 19,90 €






ANDRÉS PASCUAL

Esto es lo que la editorial nos cuenta del autor:

Andrés Pascual (Logroño, 1969) ha ejercido durante veinte años como abogado. Actualmente vive a caballo entre Londres y La Rioja se dedica a escribir y a impartir conferencias. Ha recorrido más de cincuenta países buscando escenarios para sus libros, que han vendido cientos de miles de ejemplares y han sido traducidos a ocho idiomas. Su novela “Taj” (Espasa 2016), fue Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio.

En este blog puedes encontrar la reseña de:





Gotas de lluvia,
disueltas en la tierra.
Nos abrazamos


ARGUMENTO de EL HAIKU DE LAS PALABRAS PERDIDAS

Nagasaki, agosto de 1945. Transcurren los últimos días de la II Guerra Mundial con las tropas aliadas avanzando implacables y amenazando ya el suelo japonés. Pero Nagasaki parece un remanso de paz, tal vez porque un campo de prisioneros en medio de la ciudad actúa como escudo humano frente a los bombardeos.
Casi ajeno a la guerra, Víctor observa desde su colina favorita el campo de prisioneros y se reúne allí con su amada Junko, la preciosa hija de una viuda que se dedica al difícil arte de los arreglos florales. Dos mundos muy diferentes pero cuyas diferencias han desparecido ante la fuerza de un amor juvenil que todo lo desborda.
Porque Víctor es un occidental cuyos padres murieron y quedó al cargo de Sato, un respetado médico japonés que lo ha criado como el hijo que nunca pudo tener.
Victor y Junko han quedado citados en la colina para lo que ambos esperan sea la culminación y el comienzo de su historia de amor. Un encuentro que han venido preparando con la entrega por parte de Junko de unos haikus. Pero esa mañana, a las once horas y dos minutos, el reloj de la catedral de Nagasaki va a quedar parado cuando una lluvia de fuego y destrucción caiga sobre la ciudad arrasándola.

Tokio, febrero de 2011. Ha llegado el gran día para Emilian Zach, un arquitecto que va a ver como por fin es aprobado su gran proyecto, aquel al que ha entregado años de su vida y al que ha sacrificado hasta el amor de una mujer. Por fin el gobierno japonés va a dar luz verde a la ciudad ecológica que tiene diseñada, una ciudad que no contamina, autosuficiente y que funciona gracias a la energía nuclear.
Pero en el último momento todo se viene abajo y en medio de su desesperación y mientras vaga por las calles de Tokio conoce a Mei, una galerista descendiente de una abuela afectada por la explosión de Nagasaki que le envuelve en una aventura aparentemente imposible: encontrar al antiguo amor de su abuela para volver a unirlos antes de que su abuela, gravemente enferma, muera.






EL HAIKU DE LAS PALABRAS PERDIDAS

Los libros tienen la habilidad de llamarnos desde sus estanterías sin que muchas veces sepamos por qué. ¿Será ese diseño de la portada? ¿Será su autor? ¿Será la contraportada? ¿Será ese ingenioso título? ¿Será una campaña de marketing habilidosa? ¿Será esa primera frase del libro? Muchas veces no soy consciente de cuál ha sido la causa que me ha hecho coger el libro entre las manos y echarle un vistazo.
Pero no es el caso de El haiku de las palabras perdidas. Soy muy consciente de que la culpa de que este libro acabara en mis manos la tiene una sola palabra: Haiku.

Dice en la contraportada: «Haiku: Poema japonés de diecisiete sílabas; destello fugaz que nos muestra la esencia de las cosas.»

Dentro del texto, nos dice a propósito de los haikus:

«Los haikus son algo más que poemas. Cada uno es una emoción que aparece y al instante se desvanece, como todo lo bello de la vida. Un parpadeo fugaz que nos muestra la esencia de las cosas.» (Página 24)

Estaba claro apenas leer un poco la contraportada que la cultura japonesa, no solo en forma de haikus, iba a estar presente en el libro. No es una cultura que me tenga fascinado, más allá de la fascinación que pueda representar una cultura diferente, precisamente porque son tan diferentes a nosotros que se me hace muy difícil ponerme en su lugar, algo necesario para lograr empatía en cualquier lectura. ¿Cómo ponerse en la piel de una persona con unos pensamientos, una forma de ser, un estilo de vida, una escala de valores que no tiene nada que ver con nosotros? Por eso me cuesta tantísimo leer autores de esos países.
Sin embargo, Andrés Pascual no tiene pinta de ser precisamente un japonés, con lo cual tampoco habrá problemas de traducción que hagan perder parte de ese espíritu que el autor intenta transmitirnos. Y desde su visión occidental, aunque se ponga en la piel de sus personajes, será capaz de conseguir que aquellos que desconozcamos esta cultura, podamos también empatizar con sus protagonistas.


Como habréis podido ver en el argumento, hay dos historias que transcurren paralelas, la de Nagasaki en vísperas y tras la explosión de la bomba atómica y la otra en la actualidad, en pleno debate de la idoneidad de la energía nuclear.
Pese a que la idea en sí es muy buena, el desarrollo no lo es tanto, porque hay un desequilibrio entre las dos historias, que son las que me hacen rebajarle la nota final, pues mientras la historia de Nagasaki es una maravillosa historia de amor, un canto a la unión de mundos diferentes unidos por la sensibilidad que solo el amor puede dar, la historia que transcurre en la actualidad es un tanto fallida, le falta profundidad a la hora de plantear un debate de muy difícil solución: la energía nuclear.
Consigue la historia que transcurre en Nagasaki, introducirnos en la mentalidad de unos hombres que desconocían absolutamente todo sobre la energía nuclear y las consecuencias de la radiactividad. Porque ahora sabemos ya unas cuantas cosas, sabemos lo peligrosa que es la radiactividad, que mata silenciosamente a los que aparentemente han quedado intactos tras la explosión nuclear. Pero no era esa la situación en el momento en que se produjo dicha explosión. De hecho en las pruebas que se realizaron en el desierto americano para probar la bomba, muchos soldados y científicos quedaron expuestos a sus consecuencias por desconocerse dichos efectos.


Por eso el protagonista se pasea tan alegremente entre el polvo y las cenizas resultantes de la explosión. Por eso no se inmuta ante la lluvia de cenizas que cae del cielo. Si bien es cierto que no tardan en darse cuenta de que tras la bomba algo maligno está ocurriendo, porque la muerte va expandiéndose en círculos concéntricos desde el punto de impacto. Un mal que cuando comienza es ya imparable, con la caída del pelo, los vómitos y el vaciado de todo el cuerpo hasta una pronta muerte.
Eso es sin duda lo mejor de la novela junto a la historia de amor de esos dos críos, una historia adornada con los haikus que ella le regala:

«Gotas de lluvia,
disueltas en la tierra
Nos abrazamos.»

Con todo, el mejor de todos es el haiku final, que no voy a desvelaros porque para eso está el libro.

Podría haber sido éste un libro que hubiese planteado claramente el debate nuclear. Emilian, el arquitecto protagonista es un ecologista convencido, que busca conseguir con la arquitectura un mundo mejor y más limpio. ¿Qué pinta entonces la energía nuclear en su ecologismo? Para algunos entendidos, pese a los residuos nucleares y su difícil tratamiento y almacenamiento, la energía nuclear es la más limpia, pues no propicia el efecto invernadero.
¿Cuánto hay de verdad en este planteamiento? Probablemente no lo sepamos nunca, porque cuando se nos estaba intentando vender esta idea a la opinión pública, tuvo lugar el terremoto de Japón y el accidente nuclear de Fukushima, que llevó a la conclusión de que el peligro de una central nuclear no compensaba el riesgo que se corría con ellas, por más limpia que pudiera parecer dicha energía.
Sin embargo, ni se defienden claramente los supuestos beneficios de la energía nuclear, ni tampoco se muestran claramente los argumentos en contra. Es como si el propio autor no lo tuviera claro, por lo que el posible debate en el libro no existe.
No deja de ser curioso que el libro se estuviese escribiendo justo cuando ocurrió dicho terremoto y el posterior accidente tras el tsunami.




OPINIÓN PERSONAL

Hay novelas que se publican en el momento justo, porque unos meses antes de que se cumpliera un año del desastre de Fukushima, se publicó esta novela. Es evidente que es pura casualidad, porque nadie escribe y publica en unos meses un libro para hacerlo casar con la realidad. Como dice el autor en una nota al principio de la novela, dicho terremoto le pilló corrigiendo el borrador de la novela.
Que un libro que plantea la posible bondad y ecología de la energía nuclear se cruce con el desastre que esta energía puede causar, no deja de tener su interés. Pero la decepción es que esta es con diferencia la peor parte de la novela, porque como decía antes, ni se moja ni nos muestra realmente los argumentos a favor y en contra que podían presentarse. De hecho, el argumento de mayor peso como es el que finalmente provocó la catástrofe como es la demencia que resulta la construcción de centrales nucleares en zonas de altísimo riesgo sísmico, ni siquiera se menciona.

Tampoco terminé de empatizar con Emilian, el arquitecto protagonista. No me terminó de parecer un personaje creíble. Y su historia de amor me dejó completamente frío. ¿Puede haber algo peor en una historia de amor que la indiferencia?

Sin embargo, me encantó la historia de amor de Victor y Junko, con toda la inocencia que tiene un primer amor, una inocencia que puede hacer sobrevivir dicho amor a la ausencia y al paso del tiempo. Esa historia de amor ambientada en una cultura y sociedad diferente, ese amor en el que lo de menos es la raza, la cultura o la educación, es lo que hace que la lectura de este libro, pese a los defectos antes mencionados, merezca la pena.

1 comentario:

  1. Me gusta cómo escribe Andrés Pascual, aunque esta novela en concreto no la he leído todavía. Este verano he estado con "Ocho millones de dioses", de David B. Gil, un autor que sé que a ti te gusta mucho también ;-) Y mientras leía tu opinión me he acordado de "Renacer de las cenizas", de Akiko Mikamo (chidori Books), de una temática muy similar a la de "El haiku de las palabras perdidas", pero narrada en primera persona por la hija de uno de los supervivientes de las bombas. Besos.

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