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domingo, 14 de septiembre de 2025

MISIÓN EN PARÍS (ARTURO PÉREZ-REVERTE) SERIE ALATRISTE (8)

 
Misión en París
Arturo Pérez-Reverte
 
 
 

Título: Misión en París
Autor: Arturo Pérez-Reverte
Editorial: Alfaguara, 2025
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 360
 

martes, 4 de junio de 2024

PROHIBIDA EN NORMANDÍA (ROSARIO RARO)

 
Prohibida en Normandía
Rosario Raro
 
 
 
Título: Prohibida en Normandía
Autora: Rosario Raro
Editorial: Planeta, 2024
Encuadernación: Tapa dura
Páginas: 448
 
 

jueves, 21 de enero de 2016

EL CORDERO QUE CONQUISTÓ PARÍS (CATHERINE SIGURET)

El cordero que conquistó París
Catherine Siguret



FICHA TÉCNICA

Título: El cordero que conquistó París
Autor: Catherine Siguret
Editorial: Suma de Letras, 2016
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 300
PVP: 17,990 €
Ebook: 8,54 €






CATHERINE SIGURET

De esta autora francesa nos dice la editorial en la solapa interior:

Catherine Siguret es periodista y autora de numerosos libros de ficción y no ficción, entre ellos Les femmes célèbres sur le diván, J’aimerais vous revoir, Enfin nue!, Mamère, ce fléau, L´amour en miettes y L´Amour au coin de Vécran.
Colabora habitualmente en prensa escrita, radio y televisión.






ARGUMENTO

«Todas las noches, decenas de corderos titilaban en la bóveda negra del techo de mi dormitorio, una obsesión que me tenía el corazón abierto, como un nenúfar sobre un estanque una mañana de primavera, los ojos abiertos, la boca abierta; y valoraba cómo la gente se pasa un poco cuando recomienda contar ovejas para dormir, porque las ovejas también se mantienen muy despiertas.»

Así comienza la historia de Alice, una mujer de cuarenta años que vive soltera en un piso situado en una de las zonas privilegiadas de parís: la Place des Vosgues.
De pensar en corderos desde su infancia, decide hacer realidad sus sueños y poner un cordero en su vida. O más que en su vida, en su piso, con lo que la guerra con sus peculiares vecinos queda declarada de un modo inmediato.






Mi vida con un cordero


EL CORDERO QUE CONQUISTÓ PARÍS

El cordero que conquistó París es una disparatada comedia, porque no puede definirse de otra manera la vida de esta singular protagonista cuyos padres la dejaron la vida resuelta y que, aunque con moderación, se dedica a vivir de sus rentas.

Corderito

Una mujer que vive desde su infancia obsesionada con los corderos. Que no es lo mismo que las ovejas (entre otras cosas porque un cordero como el de la imagen es bonito, mientras que la oveja...):
«Empleo voluntariamente la palabra “cordero” porque es la que mejor encarna la ineficacia lanuda. “Encarna” es una manera de hablar, pues los corderos me gustan más por lo que tienen de elemento decorativo que por la carne». (Página 14)


Oveja

¿Te extraña un cordero como animal de compañía? Bueno, George Clooney tenía un cerdo vietnamita que paseaba por la calle. A fin de cuentas, no se trata de que tenga que tener una utilidad concreta:
«-¿Y para qué sirve un cordero? –me preguntan en serie los copropietarios de mi edificio con ansiedad y los malpensados del barrio.
-Para nada –respondo-. ¡Por eso me gusta!» (Página 13)




Si peculiar es la protagonista con ese cordero al que pone de nombre Tú, no menos peculiar es la comunidad de propietarios con los que convive, es un decir. Gente con dinero, porque si no allí no podrían estar, en la que hay de todo, desde parejas homosexuales a diputados:
«La presencia de Tú era intolerable en un edificio como Dios manda. Yo habría redactado un comunicado recordando que entre lapareja de Paul y Wanda; el señor Jouffa, que se tiraba a todo el barrio; la gorda Lebras, que vivía enfadada con el mundo; la señora Burt y su hijo de hermafrodita o algo peor; los Simon, que abandonaban a su hijo adolescente, y la buena de la señora Revon, que solo hablaba de la muerte, ¡más bien éramos una comunidad de vecinos como Dios no manda!» (Página 209)

Y con ellos entablará una batalla que termina en los juzgados, o eso nos cuenta la contraportada, porque del juicio en realidad no trata la novela, sino de las desventuras por encontrar la oveja y los trastornos que provoca su cría en un piso, por muy lujoso qu sea, de la capital parisina.






IMPRESIÓN PERSONAL

El problema del humor es que, lo que a  mí me puede hacer mucha gracia, para ti no tenga ninguna. O viceversa. En este caso he sido yo el que no le ha encontrado el punto a esta novela que, pese a lo que su portada pudiera sugerir para algunos, está muy apartado de eso que se ha dado en denominar chick-lit.
Mi problema es que, para empezar, la protagonista no me ha entrado por el ojito derecho. Ni por el izquierdo. Va de “loca” por la novela, como si eso la convirtiese en un espíritu libre, disfrutando de su entrepierna mientras espera y teme que un día se materialice su amor platónico con el desconocido de la Place des Vosgues, mientras sueña con ovejas (perdón, corderos) para meter en su cama, unos delirios pseudoeróticos que no sé muy bien como calificar.
Vamos, que me identifico más con sus vecinos que con ella, que a base de dinero va arreglando todo lo que su corderito va liando.

Se supone que toda la parte que tiene lugar en Córcega debe ser muy divertida (de hecho es un éxito de ventas en Francia), pero no le encontré mucha gracia a su rollo de las vocales, sus quesos, sus ma´nias. Probablemente porque es como si a un alemán le pones a ver Ocho apellidos vascos (o catalanes, que para el caso es lo mismo), un humor cargado de tópicos locales difícil de captar y hacer gracia al que los desconoce.

A favor de la novela: se lee rápido.



Gracias a Editorial Suma de Letras que me ha facilitado un ejemplar de El cordero que conquistó París para su lectura y reseña.





VALORACIÓN: 5/10


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miércoles, 10 de junio de 2015

LA NIÑA QUE SE TRAGÓ UNA NUBE TAN GRANDE COMO LA TORRE EIFFEL (ROMAIN PUÉRTOLAS)

La insoportable levedad de las carteras enamoradas




FICHA TÉCNICA

Título: La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel
Autor: Romain Puértolas
Editorial: Grijalbo, 2015
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 250
PVP: 16,90 €





Editorial: Punto de lectura, 2016
Encuadernación: Tapa blanda, bolsillo
Páginas: 256
PVP: 8,95 €









ROMAÍN PUÉRTOLAS

De él nos cuenta la editorial en la solapa interior:


Romain Puértolas, de origen franco-español nació en Montpellier. Transportado por los caprichos del destino a España e Inglaterra, ha sido DJ, profesor de idiomas, traductor-intérprete, auxiliar y coordinador d vuelo de El Prat de Barcelona, empleado de Aena en Madrid y limpiador de tragaperras en Brighton.
De regreso a Francia, trabajó durante cuatro años como inspector de policía en un servicio especializado en el desmantelamiento de redes de inmigración ilegal.
Adicto a la escritura compulsiva sobre posits, Puértolas debutó en el mundo literario con El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en armario de Ikea (Grijalbo, 2014). Antes de su éxitoso lanzamiento en Francia, la novela ya había conquistado a más de cuarenta editoriales extranjeras convirtiéndose en un fenómeno mundial conocido como "faquimanía".
En la actualidad, Puértolas reside en Málaga y se dedica en exclusiva a la escritura. La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel es su nueva novela, una historia tan desenfadada y llena de humor como la anterior, aunque más emotiva todavía, y que ya se ha convertido en un éxito de crítica y ventas en su país.





ARGUMENTO

Un hombre mientras le cortan el pelo, le cuenta al peluquero una extraña historia:
Resumiendo, un buen día su cartero, que es una cartera, irrumpe en su torre de control en bañador aunque la playa más cercana esté a cientos de kilómetros, y le pide permiso para despegar de su aeropuerto batiendo los brazos como una gallina. (página 16)

Una historia que por extraordinaria y extraña que pueda parecernos, el protagonista, controlador aéreo en el aeropuerto de Orly, nos cuenta de primerísima mano:
Los medios no estaban allí. Se hicieron con la noticia después y le dieron mucho bombo. ¡Incluso llegué a leer que Providence habia volado en su Renault amarillo hasta Marruecos y que chocó con una nube! Lo que no está muy lejos de la verdad, pero no es exacto. Yo le voy a contar la verdad sobre lo que pasó ese día en Orly. La verdadera historia.






LA NIÑA QUE SE TRAGÓ UNA NUBE TAN GRANDE COMO LA TORRE EIFFEL

Larguísimo título el de esta novela que, por una vez y sin que sirva de precedente, está bien motivado. Porque esta es la historia de una niña enferma, luchando desde el momento en que nació por sobrevivir en un hospital marroquí, afectada por una extraña enfermedad que la cartera describe de un modo muy poético:
Tragarse una nube; fue Providence quien se inventó esa expresión para hablar e su enfermedad, la mucoviscosidad. Era de lo más acertada. Lo que la niña sentía en el fondo de los pulmones era mi poco eso, un dolor vaporoso y malvado que la asfixiaba lento pero seguro, como si un día, por descuido, se hubiera tragado un gran cumulonimbo y desde entonces lo tuviera atrapado dentro. (Página 36)

La niña que se tragó una nube... es un cuento, un cuento para adultos cargado de fantasía, de realismo, de imaginación, de ternura, de ironía, de amor, de humor, y hasta un poquito de mala leche en su humor mordaz. Una novela que te hará reír, que probablemente te hará llorar, que te descolocará en muchos momentos sin tener muy claro qué es lo que estás leyendo. Espera. Espera hasta el final para juzgar el libro, porque te aseguro que la espera merece la pena.

Las primeras páginas no permiten imaginar hasta que punto el amor es uno de los puntos más importantes de esta novela. Y no me refiero a la historia de amor que el controlador y la cartera vivirán, sino sobre todo, a la historia de amor entre Providence (la cartera) y la niña enferma en Marruecos. Una historia de amor madre/hija capaz de vencer cualquier imposible, cualquier barrera. Porque aunque Providence nunca podrá ser madre, consigue la adopción de la niña y el amor que las une es tan fuerte como el de cualquier madre e hija por más que dicha relación no provenga de un parto, sino de un encuentro casual en un hospital marroquí:
En cualquier caso, el destino había hecho bien las cosas. Había reunido en dos camas donde las sábanas se rozaban, a una mujer deseosa de convertirse en madre pero que no podía y a una niña sin mamá. Podría decirse que habían nacido para encontrarse. (Página 47)


Leyendo La niña que se tragó... me han venido a la mente dos autores: Jonas Jonasson y Albert Espinosa. Y es que esta novela toma elementos de ambos autores. Por una parte, es imposible no recordar a Jonasson (El abuelo que saltó por la ventana y se largó y La analfabeta que era un genio de los números) por lo absurdo e increíble de las situaciones que plantea llevándolas a los límites de lo que es posible y real. Incluso aparecen personajes famosos de la vida real, altos dirigentes mundiales (igual que en dichas novelas), en este caso Obama, Holland y Rajoy (el toque español).
La diferencia es que mientras que en Jonasson el único fin del absurdo es buscar la risa o la sonrisa del lector, algo que consigue con El abuelo... pero no con La analfabeta... (en la que se pasa de tal manera que no hace ni gracia), con Puértolas forma parte de un fin mayor, dirigido a narrar un cuento, a crear un clima en el mismo cuya resolución comprenderemos al final. Tiene su por qué, el absurdo no es el fin en sí mismo.
Por otra parte, de Albert Espinosa (Brújulas que buscan sonrisas perdidas o Si tú me dices ven lo dejo todo pero dime ven)toma ese aire de cuento y la enfermedad es uno de los ejes en torno a los cuales se construye la novela.


Una novela en la que el humor es uno de sus elementos fundamentales:
El viejo tenía razón. Los controladores de Orly no podíamos quejarnos, Pero eso no impedía que de vez en cuando hiciéramos una pequeña huelga sorpresa. Solo para que la gente no nos olvidara durante las fiestas. (Página 15)

Un humor ácido en el que parece tomar cuentas contra alguno de sus antiguos trabajos (trabajó en aeropuertos):
Las compañías aéreas no estaban dispuestas a poner en peligro sus aviones y la seguridad de los pasajeros por culpa de unos iluminados. Les iba en ello el negocio. ¿Tantos años ahorrando en cacahuetes y aceitunas y ahora estrellar esos juguetitos de 149 millones de euros como vulgares aviones de papel lanzados desde la ventana de un colegio? No, seamos razonables. (Página 29)

Un humor en el que la crítica social no está ausente:
Como la teletransportación aún no se había inventado, el hombre estaba todavía en el estado embrionario de la deportación y de la expulsión. (Página 78)

Un humor que utiliza para autopromocionarse, como cuando hace referencia a su anterior novela, esa que le llevó a la fama (El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en armario de Ikea) :
Bien, heme aquí senado al lado de un faquir y rumbo a la consulta de un gran maestro espiritual chino para aprender a volar como un pájaro. (Página 94)

Y en el que, más allá del humor, no se esconde para mostrarnos el otro lado de la realidad, el lado oscuro y muchas veces desconocido de la realidad:
Es triste decirlo, pero uno no llega a conocer bien un país si no ha estado en un hospital. Allí, imposible ocultar la realidad de las cosas. La pintura rosa con la que pintan las paredes del turismo se desconcha, cae y deja a la vista el cemento gris y los ladrillos. (Página 45)

Un humor en el que incluso en alguna ocasión se pasa de frenada:
-Bueno, quiero algo imposible.
-Es una mujer, es normal. (Página 98)


Todo esto no sería posible si no se apoyara en unos personajes tan “humanos” que es imposible que no te lleguen al corazón. Especialmente el personaje de Providence, con una ternura contagiosa:
Providence era adulta ahora, pero conservaba un lado infantil, una cosa que los adultos llaman “credulidad”, y eso a pesar de los palos que le había dado. Volar. Era una locura creer en una cosa parecida pero, en el fondo, ¿por qué no? ¿Qué le impedía soñar con los ojos abiertos? Soñar no estaba prohibido, era gratis. (Página 82)

Una humanidad que permite, más allá del humor, plantearnos la realidad de la vida: somos seres mortales, a los que un día la enfermedad nos llevará a un viaje sin retorno:
Una vida no pesa nada. Tampoco en nuestra Tierra sometida a la gravedad. Vivimos un tiempo, hasta que le enfermedad viene a buscarnos y nos sube con ella hacia ese techo de estrellas. (Página 92)






IMPRESIÓN PERSONAL

No tenía muy claro a lo que me enfrentaba cuando comencé a leer La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel, puesto que no había leído su novela anterior, algo que sin duda haré ahora. Esperaba un libro entretenido y con mucho humor, pero para lo que no estaba preparado era para encontrarme con un “cuento” que por muchos momentos me ha descolocado, pero que sobre todo, según avanzaba la novela, me ha emocionado.
Quizás esa sea la característica fundamental de la novela, que más allá de esa capacidad que tiene para hacer reír o sonreír, de crear eso que no es fácil encontrar en la literatura pero que es tan de agradecer y que he dado en llamar buenrollismo, es una novela muy emotiva, que toca las fibras más sensibles de nuestro ser.


Por eso, te animo a que levantes tus pies del suelo, batas las alas de tu imaginación y dejes volar libre tu imaginación con esta novela:
Y sin más, llevada por la insoportable levedad de las carteras enamoradas, Providence elevó el vuelo. (Página 157)





Gracias a Penguin Random House que me ha facilitado un ejemplar de La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel para su lectura y reseña.





VALORACIÓN: 9/10



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