La página web de la autora
nos dice lo siguiente acerca de ella:
«Nacida en Córdoba en 1958, donde
actualmente resido. Casada y madre de una hija. Hasta el año 2008 mis
publicaciones eran artículos y libros en el campo de mi especialidad médica, la
psiquiatría. En el verano de 2008 comienza mi actividad literaria de ficción
con un relato breve titulado Cosas de Catedráticos, que fue galardonado con el
IV accésit en el II Certamen Internacional de Relato Breve de Córdoba. Desde
entonces no he dejado de escribir relatos y novelas. En la actualidad compagino
la escritura con mi actividad profesional.»
Ha pasado un año desde los
acontecimientos que tuvieron lugar en La caricia de Tánatos, durante los cuales
Mercedes Lozano ha tenido tiempo para poderse recuperar de todo el daño que
sufrió en ellos, incluida la separación de Miguel, el hombre que amaba.
Se le presenta un caso en el que es
requerida para hacer un peritaje para la defensa de Rosa, una mujer acusada del
asesinato de dos hombres:
«-Las pruebas policiales apuntan a ella
sin desviarse un ápice, pero puede que no lo hiciera sola o quisieran inculparla…,
eso cambiaría mucho el enfoque de la defensa. Necesito que ella recuerde, que
pueda darnos más información. Creo que Rosa es una víctima inocente que no tuvo
más remedio que enfermar su mente para…
-Sobrevivir». (Página 180)
Todas las pruebas policiales indican que
es la culpable. Pero ella dice una y otra vez que es inocente. Solo eso, porque
es incapaz de recordar nada de lo que ha sucedido.
Mercedes acepta el caso. Un
caso que tiene otra peculiaridad: tiene que volver a trabajar con Miguel, el
hombre que en su momento no quiso compartir su vida con ella.
EL PODER DE LA
SOMBRA
El poder de la
Sombra es la segunda entrega de la denominada Trilogía del Mal, compuesta por
los siguientes libros:
Si en La cariciade Tánatos
ese Mal se manifestaba en una de las lacras de nuestra sociedad como es el
maltrato a la mujer, en este caso lo hace con otra lacra no menor: el maltrato
a los niños.
No puedo dejar por ello dejar de pasar
por alto esta cita que aparece en la novela:
«Que razón tenía Frederick Douglas
cuando decía que “era más fácil crear niños fuertes que reparar hombres rotos”».
(Página 175)
La novela negra, no deja de ser otra
cosa que la lucha contra el mal, normalmente
a cargo de un “héroe” o “antihéroe”, más de esto último que de lo primero, en
una lucha desigual en la que la victoria del bien nunca parece definitiva.
Desde ese punto de vista, El poder de la
Sombra es auténtica novela negra, pues la presencia del Mal es una constante en
esta novela, que tiene además la virtud de mostrarnos que el Mal no es algo
aislado, sino una presencia constante en nuestras vidas:
«El Mal me cercaba de nuevo. Es
imposible escapar de sus garras porque es etéreo y convive con nosotros. Nos
sorprende detrás de cada esquina, se introduce en nuestras vidas por cualquier
rendija, se aprovecha de nuestras debilidades, habla con palabras bonitas y
muestra imágenes que nos embelesan y distraen; se enmascara tras el compañero
ejemplar, el padre diligente, la madre más entregada, el amigo más fiel, el
compañero de tu vida, tu marido, tu amante… (…) El Mal acecha paciente a su
presa y espera la ocasión». (Página 142)
Y no solo es una presencia constante en
nuestras vidas, sino que es imposible dejar de padecer sus consecuencias.
«Los brazos del Mal son muchos y largos,
llegan a todos los rincones. Nadie está libre de toparse con él u cuando te
toca con sus fríos dedos, quedas marcado para siempre. Te roba algo
trascendental, la confianza en ti y en los demás. Nunca vuelves a ser el mismo.
Hay un antes y un después». (Página 81)
El planteamiento es muy diferente al de
La caricia de Tánatos, pues la novela no se plantea como la lucha contra un
psicópata:
«Creo que fue mi primer contacto directo
con un psicópata. Un monstruo polifacético dedicado a destruir a quien decía
que amaba. Un perverso moral de los que siembran su existencia de muertos
vivientes». (Página 26)
Se trata más bien de conseguir entrar en
la mente de una mujer cuyos recuerdos parecen estar bloqueados, en un intento
desesperado para buscar evidencias de su inocencia. Algo que no está nada claro
que vayan a conseguir, entre otras cosas, porque tal vez sí sea culpable.
«¡Por Dios! Ni su madre la cree inocente; las pruebas van en su
contra». (Página 33)
Muy pocas son las pistas con las que
partirán, apenas tres palabras escritas por la mujer en un papel.
«El papel con cuadritos tenía tres
palabras escritas con bolígrafo azul: barca, letrero y copa». (Página 91)
El problema además, es que escarbar en
el pasado, puede sacar a la luz esas sombras que algunos de sus protagonistas
tienen muy bien escondidas en su interior.
«-No es bueno remover el pasado –dijo
enfadada.
-¿Por qué?
-Hay que enterrarlo y mira hacia
delante.
-Guardar, sepultar, no pensar en
determinados sucesos no los hace desaparecer, solo los camuflamos hasta que un
día regresan a la superficie». (Página 135)
Córdoba
El poder
de la Sombra es una novela que entra en esa categoría que se ha dado en
llamar “domestic noir”, en la que los
encargados de la investigación no son profesionales de la investigación. No se
trata de detectives ni de policías, sino de una psicólogo y de una psiquiatra
que han de ir reconstruyendo la vida de una mujer, cuya memoria ha quedado en
parte borrada como un mecanismo de supervivencia.
La novela está ambientada en gran parte en Córdoba. Nos comentó la autora en la presentación, que quería poner la acción en una ciudad de provincias, para destacar la normalidad de los hechos, que pueden ocurrir en cualquier sitio, no sólo en una gran ciudad como Madrid o Barcelona. Y Córdoba es un lugar que ella conoce muy bien por ser donde vive, de ahí que las cafeterías y restaurantes que aparecen, son sitios en los que ella ha estado.
IMPRESIÓN
PERSONAL
Hace ya varios años tuve el placer de
leer La
caricia de Tánatos cuando aún no estaba editada por Off
Versátil, sino que se trataba de una novela autoeditada por la propia
autora, María José Moreno.
Y lo hice con mucho interés porque tenía
curiosidad por ver cómo una profesional de la mente (no hay que olvidar que María José Moreno es psiquiatra), nos
describía la mente de un criminal, de un psicópata.
En El poder de la Sombra, María
José Moreno da un paso más adelante, porque es una novela en la que aún
profundiza más en la mente humana, en los mecanismos que todos utilizamos para
defendernos de ese Mal que permanentemente nos acecha, para luchar contra esa
parte de sombra que en mayor o menor medida todos tenemos dentro.
Ha creado por ello un thriller
psicológico en toda regla en el que va desmenuzando nuestros mecanismos de
defensa, nuestro modo de actuar, en el que va mostrando las consecuencias del
mayor abuso que puede cometerse: atentar contra la inocencia y la debilidad de
un niño.
Y lo hace a través de una profesional de
la mente como es la protagonista Mercedes Lozano, alterego de la propia autora,
que dará un repaso en esta novela a la psiquiatría, de un modo tan ameno que
las teorías de Freud y compañía, de un modo tan ameno que ni nos daremos cuenta
de que nos está ilustrando en un complejo campo como es el del estudio de la
mente.
Porque lejos de ser una novela “sesuda”,
tiene un ritmo trepidante, mayor aún que
la primera parte de la trilogía. Normal, porque la acción transcurre en tan
solo quince días de vértigo en el que todo el pasado de la presunta autora de
los hechos saldará a la luz.
Por otro lado, El poder de la Sombra
sirve también para demostrar que hay muchas maneras de escribir novela negra. Y
no me refiero exclusivamente al hecho de que sea una novela con una fortísima
carga psicológica, sino porque pertenece a ese tipo de novelas negras en las
que la mano de una mujer es más que evidente.
No es excepcional que una mujer escriba
novela negra. De hecho cada vez son más mujeres las que se mueven dentro de
este género de un modo habitual. Pero en muchas de ellas, no en todas, que cada
vez son más frecuentes en la novela negra las mujeres detectives o policías
(véase Dolores Redondo o Nieves Abarca entre otras) el punto de vista es más
masculino que femenino, en parte por ser su protagonista un hombre y adoptar su
punto de vista.
Aquí no es así. El punto de vista es el
de una mujer, con esa sensibilidad que no suele estar al alcance de los
hombres. Tal vez por eso, también la novela tiene su trama amorosa, entre dos
personas que parten cada cual de sus propios traumas infantiles que les hacen
difícil la relación personal, que han de ir superando.
Una novela en que el caso queda cerrado
al terminar la misma, pero que nos deja deseando leer la tercera. Porque la
lucha contra el psicópata protagonista de La caricia de Tánatos no ha
terminado. Vuelve a reaparecer en la vida de Mercedes Lozano en lo que promete
ser una batalla definitiva.
Gracias a Off Versátil que me ha
proporcionado un ejemplar de El poder de la Sombra para su
lectura y reseña.
Si quieres saber más sobre esta novela,
puedes pinchar AQUÍpara ver la
presentación de la misma.
Os dejo también el precioso booktrailer de la misma. Cuando lo veáis, pondréis
cara para siempre a la protagonista de la novela.
VALORACIÓN: 9/10
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De
él nos cuenta la editorial en la solapa interior lo siguiente:
Francisco
José Jurado (Córdoba, 1967) es licenciado en Derecho, aunque
nunca ha ejercido la abogacía, pues pronto encaminó sus pasos hacia
el mundo de la gestión cultural. Comenzó a escribir en 1988 y desde
entonces ha obtenido casi un centenar de premios, menciones y accésit
en certámenes de novela corta y relatos de ámbito nacional e
internacional.
En
2009 publicó Benegas, un libro de relatos entrelazados que
tuvo una excelente acogida de crítica y público y con el que
consiguió ser finalista del Premio NOVELPOL a la mejor obra de
género negro editada en España ese año, y del Premio Brigada 21 al
mejor autor debutante.
Sin
epitafio supone el esperado regreso de este singular inspector de
Homicidios en una novela larga.
Un
nuevo caso para el inspector Benegas
ARGUMENTO
¿Cuántas
autopsias habría visto en su vida?, se preguntó intentando
racionalizar
el creciente desasosiego, interiorizando que quizás Espadas, el
comisario jefe, estuviese en lo cierto. “Unas cuantas”, se dijo.
¿Y cuántos muertos a lo largo de su carrera? “Otros cuantos más”,
se repitió. De hecho unos cuantos más de “demasiados muertos”,
eso es lo que arrastraba en su historial el inspector Benegas. Sin
embargo, pocas veces una imagen lo había impactado tanto como la que
acababa de ver en la sala de disección de Pozo, su forense de
confianza, como le gustaba llamarlo. (Página 12)
En
un coche calcinado y sin cabeza, aparece el cadáver de un
delincuente habitual. En apariencia parece obra de narcotraficantes.
Pero cuando posteriormente aparece el cadáver de una mujer de clase
acomodada y que presenta un peculiar corte en su abdomen como el que
se encontró en el anterior cadáver, hace evidente que los tiros van
por otro derrotero.
Del
caso se ocupará el inspector Benegas. Una investigación que nos
llevará nada más y nada menos que a la caída del temple, un suceso
del que la segunda víctima estaba haciendo un estudio.
Y
cómo no, con las presiones y las prisas que los casos mediáticos
terminan imponiendo:
-Y
cuanto antes, ¡eh, Pozo!; rapidito, que ya vamos tarde con toda esta
historia del muerto sin nombre, sin esquela y sin epitafio.
(Página 13)
SIN
EPITAFIO
En
Sin epitafio, el inspector
Benegas aparece en una novela, porque en la entrega anterior se
trataba de relatos. La primera duda que puede surgir es hasta qué
punto es independiente esta novela Mi experiencia tras leerla, es que
es perfectamente comprensible, que sin haber leído los relatos
anteriores es perfectamente comprensible y disfrutable.
Como
buena novela negra, hay un personaje que es el motor de la historia,
o tal vez sería mejor hablar de la serie, puesto que de eso es de lo
que tiene vocación esta novela.
Sin
duda el inspector Benegas
cumple sobradamente este papel, pues es un personaje bien dibujado,
creíble, con una personalidad muy bien marcada y lo suficientemente
atractiva como para tras leer Sin epitafio esperar una próxima
entrega.
Eso
sí, las pinceladas para conocerlo se nos dan de un modo salpicado y
disperso a lo largo de la lectura. De hecho de su vocación se nos
habla en el último cuarto de la novela (tal vez porque de ella se
hablaba en los relatos):
Y
por eso se acordó de su padre, de aquel hombre recto y duro,
estricto y marcial hasta la intransigencia por quien él, en
realidad, se había hecho finalmente policía. Por su padre, o para
ser más exactos, para llevarle la contraria a su padre.
(Página 324)
También
es al final del libro cuando se nos habla del comienzo de su carrera,
allá por la época de la transición:
Se
intuían nuevos tiempos cuando Benegas accedió al Cuerpo. Harían
falta, por tanto, nuevos métodos y vendrían bien caras nuevas a las
que no les hubiera dado demasiado el sol. Él hizo todo lo que pudo,
y creía haber puesto su grano de arena en todo aquel marasmo que
llamamos Transición hacia no se sabe dónde.
(Página 325)
Ante
todo, Benegas en un hombre honrado, entregado en exclusiva a su
trabajo, pasando de posibles prebendas o chanchullos a los que podría
acceder con él:
Benegas
pensó: “Yo, por ejemplo; yo no tengo nada, ni por ahí ni por
aquí”, nunca le gustaron los chanchullos para sacarse un
sobresueldo, pero Olga Matas ya le había dejado bien claro que él,
de tan honrado, probo y cabal como era, empezaba a deslizarse
peligrosamente hacia la categoría de medio tonto.
(Página 286)
No
tendremos que enfrentarnos (es de agradecer) al típico alcohólico o
drogadicto. Sabemos que está separado de su mujer, pero tampoco hay
aquí el típico trauma, pues no han llegado a divorciarse y
mantienen una relación de mucha cordialidad. Simplemente viven en
casas separadas. Es más, de pura normalidad se pasa el inspector
Benegas, cuya forma de relajación y concentración es pasear por las
calles del centro cordobés.
Unos
se relajan en el gimnasio o con las cartas. A otros les basta con
el humo de un cigarrillo, le había dicho Olga Matas. Y algunas se
refugian en una sesión de peluquería. Muy bien. Pues a él, al
inspector Benegas, le gustaba pasear, perderse entre piedras
milenarias. Ese era su truco para medio entender su propio universo.
(Página 262)
Una
novela en la que no faltan alusiones a la novela de género negro:
-Venga,
Andrés, mastica y traga. Eso de que los polis somos unos gourmets
finos no se lo creen ni los que escriben las novelas. No sé de dónde
sacan esos tíos que podamos tener gustos tan refinados. Yo no tengo
tiempo ni para entrenarlos. Alguien que escribe algo así no ha
estado en una comisaría en su puta vida. (Página
68)
A
noveluchas del género (aunque también sería aplicable a muhas
series televisivas)
Tampoco
con la comparativa de los casquillos habían tenido suerte, prosiguió
Marita, pero Benegas no esperaba nada por ahí; tales facilidades y/o
felices coincidencias no ocurrían ni en esas noveluchas de intriga
Britihs de serie B. (Página 72)
Ironía
con respecto a algunas frases como la que sigue. Ironía máxima pues
ese el precisamente el título que le pone al capítulo:
“A
las niñas ricas les gustan los canallas, todos lo sabemos”, siguió
Benegas hilando sus pensamientos. Como título para un capítulo no
estaba mal, pero si se le ocurría incluirla en su informe como
sesuda deducción criminológica, le quitaban la placa.
((Página 106)
Aunque
no abunden los golpes de humor, la novela no está exenta de alguno
de ellos:
Nosotros
no tenenos ninguna teoría, Benegas, para eso ya estáis vosotros y
los economistas. (Página
60)
Un
mundo muy peculiar el benegiano:
Entonces
se dio cuenta. Ató cabos y se dio perfecta cuenta. Fue apenas un
parpasegundo, famosa y muy compleja unidad de medición temporal
típicamente benegianaque
iba más allá de un simple abrir y cerrar de ojos, como pudiera
pensarse, y que podríamos definir científicamente como un certero y
fulminante golpe de pensamiento, de esos que se tienen muy pocas
veces a lo largo de una temporada, e incluso de una vida.
(Página 303)
Esa
es la otra peculiaridad de la novela: su ambientación, porque la
gran protagonistas de la novela es Córdoba,
una ciudad por la que no se cansa de pasear el inspector Benegas:
“Córdoba
es una ciudad tan bonita, tan dulcemente serena y hermosa, que no se
merece a alguno de sus habitantes”, se dijo el inspector
contemplando una belleza, sin dejar de pensar en el caso, en todos
los implicados y en ninguno en particular. (Página
269)
La
novela se mueve en dos planos temporales: por una parte en la
actualidad. Por otra parte, nos remonta unos siglos atrás, a la
desaparición de la orden templaria gracias a los tejemanejes del rey
de Francia y el Papa de Roma. Aunque podáis pensar al comenzar la
novela que esta parte del pasado es importante, en realidad lo que
cuenta es lo de hoy, siendo el pasado un simple complemento del
presente.
Basta
si no ver lo que el autor cuenta a través de sus personajes de las
supuestas sagas templarias:
-Si,
bueno, estas cosas de los templarios y la Edad Media... En fin, dan
mucho juego. (…)
-Todos
esos libros suelen resumirse en cuatro palabras: una sarta de
bobadas. Se lo digo yo. Y de mentiras que sólo sirven para engañar
a quien se deje. Y también para que algún espabilado se gane los
cuartos embaucando a la gente, claro. (Página 329)
IMPRESIÓN
PERSONAL
Me
ha gustado la novela, por la normalidad de su protagonista (repetiré
si es posible con una nueva entrega cuando la haya), por su
ambientación en Córdoba y por el estilo narrativo del autor. Un
estilo que es muy descriptivo,
al menos en la primera parte según va presentando a los personajes
de la novela. Probablemente eso frene un poco el ritmo, algo que, a
medida que transcurre la acción, se soluciona, pues entonces sí que
nos encontraremos con un ágil ritmo narrativo.
Basta
con ver como describe a uno de los tres policías que trabaja con
Benegas:
Llevaba
Marita ese día el pelo suelto, rozándole los hombros en rítmico
vaivén coordinado con sus caderas, un suéter ajustado de color azul
ficha de parchís, fular a juego en tono más claro sin llegar a
celeste y unos jeans medio gastados que se le adherían al cuerpo
mejor que su verdadera piel. Remataba con
unas botas marrones de montar, también ajadas por el uso que le
ceñían las piernas hasta un par de dedos por debajo de la rodilla.
(Página 53)
Con
todo, bien trazados los personajes que intervienen en la novela, con
un equipo de ayudantes que promete dar mucho juego por lo variado del
mismo.
Entretenida
y con una buena resolución, Sin epitafio es una novela que seguro
entretendrá a los aficionados al género negro.
Una
buena novela que de hecho incluiré en mis recomendaciones de novelas
negras del 2015.
Gracias
a Editorial Algaida que me
ha facilitado un ejemplar de Sin epitafio y a Francisco
José Jurado por proponérmelo y moverlo, para su lectura
y reseña.
VALORACIÓN: 8/10
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