Título:
La templanza
Autor:
María Dueñas
Editorial:
Planeta, 2015
Encuadernación:
Tapa dura
Páginas:
530
PVP:
21,90 €
Cuando
a principios del 2010 leí la primera novela de María Dueñas, ella
era una perfecta desconocida. Nada que ver con la situación actual,
sobre todo tras el éxito televisivo de El tiempo entre costuras.
He
aquí lo que la editorial nos cuenta de ella:
María
Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1964) es doctora en Filologia
Inglesa. Tras dos décadas dedicada a la vida académica, irrumpe en
2009 en el mundo de la literatura con El tiempo entre costuras,
a la que sigue en 2012 Misión Olvido.
Ambas
novelas se han convertido engrandes éxitos editoriales y han
cautivado por igual a lectores y crítica, con traducciones a treinta
y cinco lenguas y más de cinco millones de ejemplares vendidos en
todo el mundo.
La
adaptación televisiva de El tiempo entre costuras realizado por
Antena 3, logró un clamoroso éxito de audiencia y ha sido
reconocida con numerosos galardones.
La
templanza es su tercera novela.
ARGUMENTO de LA TEMPLANZA
Mauro
Larrea, emigrado desde muy joven a México, donde comenzó a trabajar
como un simple minero, a base de tesón, trabajo, arrojo y suerte, ha
conseguido convertirse en un rico empresario.
Pero
lo que con tanto esfuerzo logró levantar amenaza con venirse abajo
cuando a su casa llegan dos mujeres a comunicarle la muerte del
hombre con quien Mauro había negociado e invertido para conseguir
una novedosa maquinaria que revolucionaría el mundo de la mina.
Mauro
Larrea debe abandonar su hogar para intentar levantarse de nuevo en
un mínimo tiempo, pues el poco patrimonio que le queda, su hogar,
puede pasar a manos de un prestamista si no devuelve a tiempo el
capital que le ha prestado para hacer frente a los primeros pagos de
su deuda.
Así
es como terminará llegando al otro lado del charco, a tierras de
Jerez, donde su vida cambiará nuevamente.
-Cuídate,
compadre; de los problemas que dejas atrás, ahora me encargo o. Tú,
tan solo, intenta repetir tu propia historia. Con apenas treinta años
reventaste minas con las que nadie se atrevió y te ganaste el
respeto de tus propios hombres y de mineros de raza. Fuiste honrado
cuando hubo que serlo y le echaste
huevos cuando hizo falta. Te convertiste
en una leyenda, Mauro Larrea, que no se te olvide. Ahora, sin
embargo, no hace falta que levantes ningún emporio; tan solo tienes
que empezar otra vez. (Página 125)
LA TEMPLANZA
La
templanza según el diccionario de la RAE es:
1. f. Moderación,
sobriedad y continencia.
4. f. Rel. Una
de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en moderar los
apetitos y el uso excesivo de los sentidos, sujetándolos a la razón.
No
parece ser esa precisamente la virtud de Mauro Larrea, que si ha
llegado hasta lo más alto no ha sido precisamente a base de
moderación en los riesgos, lanzado en muchas ocasiones al todo o
nada, del que siempre ha salido victorioso. Hasta que la fortuna le
da la espalda y en uno de esos envites le vuelve la espalda y lo deja
al descubierto.
La
templanza
a la que hace alusión el título de la novela es el nombre de una
finca jerezana con sus vides y su bodega a la que el azar ha llevado
al protagonista:
Mauro
Larrea sabía que, bajo aquella calma aparente, bajo aquella
templanza que daba nombre a la viña y tras la que ella fingía
parapetarse, algo se estaba
agitando. La mujer desconcertante que apenas unos días antes se
había infiltrado en su vida no le había llevado hasta aquel paraje
aislado
para hablarle de las vendimias de su niñez, ni le había pedido que
sacara las sillas para que contemplaran juntos la belleza serena
del paisaje. (Página 321)
Es
el escenario final de la novela, pero hasta llegar allí habremos
recorrido otros escenarios:
La
acción comienza en Méjico, el
Méjico de la década de 1860 que ha alcanzado la independencia de la
corona española pero que aún no ha alcanzado la tranquilidad, en
constantes pugnas internas. Un
mundo cambiante en el que Mauro Larrea parece moverse como pez en el
agua.
De
Méjico pasará la acción a Cuba,
concretamente a La Habana, aún dependiente de la corona española y
muy diferente en sus costumbres y sus usos al Méjico del que
procede. Un mundo en el que los inmensos beneficios producto del
cultivo del azúcar y el tabaco, apoyados en una esclavitud todavía
vigente en la isla, dan lugar a un mundo colorido, despreocupado, a
una sociedad que busca el deleite de los sentidos, una sociedad libre
de prejuicios y cuyo único miedo proviene de una población negra
cada vez más numerosa.
Por
último llegaremos a Jerez,
una ciudad muy próspera gracias a sus vides y sus bodegas. Los
bodegueros jerezanos han conseguido enriquecerse pasando por encima
de la nobleza local (finalmente títulos y dinero terminan
entremezclándose gracias a los matrimonios) al haber creado una
infraestructura y unos caldos que exportan con gran éxito a
Inglaterra. Una ciudad que atrae capitales extranjeros gracias a la
gran rentabilidad que tienen sus productos.
En
estos tres escenarios es en los que tendrá que moverse Mauro Larrea,
protagonista principal, aunque no el único de La templanza, pues
junto a él encontramos un
par de mujeres que marcan su destino: Carola Gorostiza, la hermana de
su futuro consuegro y Soledad Montalvo, la jerezana nieta de un
poderoso bodeguero.
No
deja de ser curioso que tras sus dos primeras novelas en las que el
protagonismo recaía indiscutiblemente en la figura de una mujer
(imposible olvidar la Sira Quiroga de El
tiempo entre costuras)
María
Dueñas se ponga
en esta novela en la piel de un hombre para narrarnos su historia.
Mauro
Larrea, con sus cuarenta
y siete años es un hombre que debería estar disfrutando del
esfuerzo de toda una vida, pero al que un revés le lanza de nuevo a
tener que remontar, a partir casi de cero. Un pasado que se nos
esboza, del que se dan pequeñas pinceladas:
Y así comenzó, moviéndose como contaban los más viejos que en otros tiempos hacían sus compatriotas, los mineros españoles de la colonia. A tientas. Perforando desde la más absoluta ignorancia, siguiendo tan sólo su olfato como un perro, a golpe de conjeturas. Sin basarse en cálculos medianamente razonables, sin el menor rigor científico. Con errores de bulto, refractario a la prudencia, movido simplemente por la ambición de triunfar. Solo le apoyaban una cabeza terca, un cuerpo fuerte y dos hijos a los que dar de comer.
Y así comenzó, moviéndose como contaban los más viejos que en otros tiempos hacían sus compatriotas, los mineros españoles de la colonia. A tientas. Perforando desde la más absoluta ignorancia, siguiendo tan sólo su olfato como un perro, a golpe de conjeturas. Sin basarse en cálculos medianamente razonables, sin el menor rigor científico. Con errores de bulto, refractario a la prudencia, movido simplemente por la ambición de triunfar. Solo le apoyaban una cabeza terca, un cuerpo fuerte y dos hijos a los que dar de comer.
Una
vida que daba para otra novela en la que se nos narrara su pobre
infancia criado por un herrero vasco en una aldea castellana, su
joven matrimonio, la muerte de su mujer al dar a luz su segundo hijo,
su partida a Méjico, esa conversión de minero a gran empresario....
Claro, que la novela se hubiera ido a las mil páginas, pero
a toro pasado, probablemente me hubiera gustado leer más páginas de
esa historia, porque en algunos momentos tuve la sensación de estar
leyendo la segunda parte de una novela que no había leído y de la
que se me hacía un resumen.
En
cuanto a las dos mujeres que protagonizan la novela, he de decir que
en un primer momento me parecieron dos mujeres muy revertianas. Me
explico. Arturo Pérez-Reverte
nos presenta habitualmente en sus novelas, da igual la época en la
que estén ambientadas, un tipo de mujer fatal, fuerte, dominadora,
que juega con el amor de los hombres que a ella se rinden, para
manejarlos a su antojo y conseguir sus propósitos, algo a lo que
ellos se prestan incluso sabiendo que están siendo manejados.
Y
algo de eso he sentido en estas dos mujeres que nos presenta María
Dueñas en La templanza,
si bien es verdad que no llegan a tanta mezquindad revertiana, pero
si son mujeres que conscientes de su atractivo utilizan los
sentimientos de ellos en beneficio propio.
Se
suma María Dueñas en esta novela, de un modo inevitable al tragarse
de Jerez, a algunas novelas recientes que se caracterizan por hacer
presente en la literatura el mundo de los vinos (In
vino veritas de Virginia
Gasull, Secretos del Arenal
de Félix G. Modroño, La
bodega de
Noah Gordon)
No
entra en grandes profundidades, pero eleva al vino de Jerez, a sus
uvas, a sus bodegas, a la categoría de protagonistas.
IMPRESIÓN
PERSONAL
La
novela me ha causado una impresión semejante a la de la portada: una
bella acuarela en la que aparece difuminada una pareja. La
visión que nos ofrece de México, de La Habana o incluso del propio
Jerez, me han dejado un bello gusto estético, pero al mismo tiempo
la sensación de que es un dibujo un tanto difuminado, como esos
cuadros impresionistas que cuando te acercas a ver el detalle, este
no existe. Un marco muy bonito para la historia sí, pero en el que
poco se profundiza en la misma, de ahí que difícilmente podamos
considerarla, pese a la época en la que está ambientada, una novela
histórica.
Con
todo, hay que destacar el valor de María
Dueñas que novela tras novela cambia su registro. Porque
si sorprendente fue el cambio que experimentó con Misión Olvido,
muy lejos de lo que sus lectores esperaban después de su aclamada El
tiempo entre costuras, no lo es menos este nuevo salto en el que se
pone en la piel de un hombre para mostrarnos la vida de un luchador
nato, pues no de otra manera puede definirse a este Mauro Larrea. Y
lo hace también alejándose de escenarios habituales, lejos de
España, lejos de esos antiguos territorios españoles en Estados
Unidos en los que ambientó la anterior y muy lejos del Norte de
África.
En
cuanto al resultado, creo que habrá disparidad de opiniones. A mi
bibliotecaria de Móstoles le pareció que no pasaba nada, que era
muy lenta. En parte es cierto, no hay una acción tan espectacular y
que mantenga al lector tan sobrecogido como ocurría en El tiempo
entre costuras. Pero eso no quiere decir que no ocurran cosas, pues
la vida de Mauro Larrea es cualquier cosa menos aburrida, aunque
probablemente tuviera mucha más acción la parte de su vida que no
se nos cuenta, la que se nos deja entrever, que los sucesos que
tienen lugar en la novela.
No
es una novela por otra parte en que los personajes puedan tener un
gran cambio en cuanto a sus personalidades, algo que sin duda tienen
esas novelas que nos narran la vida de un personaje desde su
infancia, puesto que los personajes principales que en ella aparecen,
superan los cuarenta años, con una personalidad muy madura que poco
puede cambiar.
A
mi personalmente la novela me enganchó, me sumergió en ese cuadro
que tan bonito nos ha pintado la autora, me gustaron sus personajes,
que tal vez, pese a alguna que otra sorpresa que la autora ha puesto
a lo largo de la novela, por la propia madurez de los mismos, pueden
hacer que la novela resulte algo previsible.
No
es La templanza una de esas
novelas que pueden catalogarse de imprescindibles, pero es cierto que
está muy bien escrita, bien definidos sus personajes, con un marco
histórico bien perfilado y que, a mi por lo menos, me ha cautivado.
Una
novela que pueden disfrutar muchos lectores, siempre que no estén
esperando leer la novela del año, porque (propaganda editorial al
margen), a tanto no llega.
Gracias
a Editorial Planeta por
proporcionarme un ejemplar de La
templanza para su lectura y reseña.