Autor: Joao Ricardo, Pedro Título: Tu rostro será el último Editorial: Planeta, 2013 Encuadernación: Tapa blanda Páginas: 218 PVP: 17,00 €
JOAO RICARDO PEDRO
He
aquí un autor desconocido, un recién llegado al mundo literario.
Pudiera parecer sorprendente que alguien proveniente del mundo de las
ciencias (es ingeniero electrotécnico) se haya pasado a las letras. Pero
el que esto escribe tiene una formación académica científica, así que
no me extraña en absoluto, porque escribir bien es un arte no
incompatible con los números. Como nada se de él, nada mejor que transcribiros lo que dice la editorial en la solapa del libro: «João Ricardo Pedro nació en 1973 cerca de Lisboa y se licenció en Ingeniería Electrotécnica, fascinado por la fuerza de Lorentz. Trabajó durante más de una década en telecomunicaciones, aunque jamás pudo aplicar las admirables ecuaciones de Maxwell. En
la primavera de 2009, debido a los caprichos de los mercados, se
encontró con más tiempo del necesario para cumplir con sus obligaciones
diarias. En un ataque de pragmatismo, decidió ponerse a escribir.
Tu rostro será el último, su primera novela, ganó, frente a doscientos
finalistas, el Premio Leya 2011. El jurado destacó su originalidad y su estilo elegante y cuidado, así como la voz tan personal de su autor.»
ARGUMENTO
«A quien había nacido entre cabras y retamas,habituada a tejer la historia de sus días por el número de quesos y celemines, por
las borracheras de su padre, por las lágrimas de su madre, casarse con
un médico superaba todos los sueños que Laura aún pudiese tener, cuando pr la estrecha carretera polvorienta, convocando a perros y niños, llegó, en un Citröen 15 CV, el doctor Augusto Mendes.» (Página 201) No
es este el principio de la novela, pues lo encontramos casi al final de
la misma, pero si es el principio de la historia. Una historia de tres
generaciones que comienza con el doctor Augusto Mendes llegando a un
recóndito pueblo con nombre de mamífero para ejercer allí. Un lugar al
que llega por voluntad propia, pues proveniente de una familia rica bien
hubiera podido instalarse en cualquier lugar. Conoceremos también la
historia de su hijo Antonio y de su nieto Duarte, un prodigioso pianista
dotado de un gran don para la música. Y la historia de muchos otros
personajes en el marco histórico de la Portugal del siglo XX.
LA NOVELA
Cuando
uno busca información sobre esta novela, lo primero que nos encontramos
es el principio del libro. Un principio que podemos encontrar en la
contraportada: «Una cosa parecía segura: el 25 de abril de 1974, cuando aún faltaba un buen rato para las siete de la mañana, Celestino se ciñó la cartuchera a la cintura, se puso la Browning en bandolera, comprobó la petaca con el tabaco y el papel, se dejó el reloj colgado de un clavo que también sujetaba un calendario y salió por la puerta. El cielo empezaba a clarear. O tal vez ni siquiera había empezado a clarear. Además de las sopas de café con leche, Celestino se pimpló, como si nada, dos tragos de aguardiente. El primero, para la acidez. El segundo, para los pensamientos obsesivos, que él, tal como todos sus rasgos fisionómicos sugerían, era un hombre dado a prolongadas melancolías.» Este
texto me indujo a error, pues esa es la famosa fecha en que arrancó en
Portugal, con el sonido en la radio de la canción Grandola Vila Morena
de José Alfonso, la que se llamó Revolución de los claveles. Una
revolución pacífica que acabó con la dictadura de Salazar. Un hecho
seguido con gran expectación en España, con un Franco agonizante pero
viva todavía su dictadura. Sobre eso creía que trataba el libro,
sobre dicha revolución y los cambios que supuso en Portugal. Nada más
lejos de la realidad. Tu rostro será el último no es una novela
sobre la revolución. Ni siquiera sobre la historia de Portugal, sino el
retrato de un pueblo, el pueblo portugués a través de tres generaciones
de una familia. Ni siquiera se trata de un Portugal más o menos
cosmopolita o capitalino, pues la acción básicamente se desarrolla en un
pueblo apartado, ese pueblo que un día al conocerlo Augusto Mendes
consideró como un paraíso y decidió instalarse allí. Aunque hablar de una historia familiar es quedarme muy corto. Porque lo más significativo de esta novela es el impresionante despliegue de personajes singulares que en ella vamos a encontrar.
Desde Celestino, ese hombre con el que arranca la novela y que en breve
aparecerá muerto, que un día siendo muy joven apareció en el pueblo con
un pañuelo tapándole el ojo, o mejor dicho una herida que le había
arrancado dicho ojo y decidió quedarse allí. O Policarpo, el amigo de
Augusto, el que le vendió las tierras en las que se instaló, para
partir a recorrer el mundo entero (Portugal, un pueblo de emigrantes) y
anualmente mandaba una larga carta dando cuenta de sus aventuras. O
el barbero Alcino al que le tiemblan las manos hasta que coge las
tijeras para cortar el pelo. O la profesora de canto, o la mujer a la
que le falta una pierna y que pinta un cuadro de Brueguel. Y por
supuesto Duarte, el gran protagonista de la novela, un joven que ya
tocaba el piano aún antes de saber hacerlo, pero que misteriosamente lo
abandonó sin dar explicaciones. Y así hasta casi treinta personajes. Tu rostro será el último es
una novela muy peculiar, con capítulos cortos. Pero no al estilo de los
grandes bestsellers con el ánimo de prender al lector. En realidad cada capítulo es en sí mismo un relato, la historia de un personaje o un capítulo de la vida de uno de los protagonistas de la familia. Ni
siquiera el relato está ordenado cronológicamente, porque arranca con
Augusto Mendes todavía vivo, para remontarnos luego a sus orígenes,
volver a la vida del nieto Duarte, retroceder a la de su padre... No hay un orden preestablecido en esta novela.
Olvidaos de ella aquellos que queréis una novela estructurada siguiendo
un riguroso orden cronológico de los acontecimientos, porque no lo
encontraréis.
El estilo de Joao Ricardo es descriptivo, pero
directo muy directo. Algo que en algunos capítulos es llevado al
extremo, como en un capítulo dedicado a la madre de Duarte, capaz de
transmitirnos toda la aceleración de la vida de un ama de casa: «Teniendo en cuenta que era sábado se levantó temprano: a las ocho y cuarto. Se vistió: vaqueros, blusa roja, sandalias. Se peinó: cola de caballo cayéndole ligeramente sobre el hombro izquierdo. Comió un yogur natural. La miad de uh plátano. Se lavó los dientes. Salio de casa. Llamó al ascensor, pero aluz del botón no se encendió. Esperó seis segundos, volvió a pulsar el botón. Nada. Bajó las escaleras: tres pisos....»(Página 137) Un estilo directísimo
que sólo se ve cortado en los diálogos que se intercalan en el mismo,
pues son normales, un fiel reflejo de una conversación normal. Hasta que
al final del capítulo, la mujer recurre al mismo tipo de lenguaje que
se ha mostrado para comunicar a su marido una noticia: «Tengo
cáncer. Aquí. Me operan el lunes, mañana ingreso en el hospital. La
despensa está llena, he preparado bacalao con nata, que está en el
congelador, y una olla de sopa...» (Página 145) Que el estilo
sea directo, no quiere decir que muchas veces no tenga un cierto tono
poético o soñador. Porque de principio al fin, la novela tiene un tono
muy emotivo, en ciertos momentos hasta onírico. La ambientación nos lleva a un Portugal alejado de las rutas turísticas.
Lo cual no quiere decir que Lisboa no aparezca u otros conocidos
lugares como el Cabo de Roca no aparezcan en un momento determinado de
la narración. Y en esa ambientación como telón de fondo, pero sólo como telón de fondo
la dictadura de Salazar, la reomada democracia, las aventuras
colonialistas de Portugal en Angola, los soldados que allí iban a morir y
una Portugal rural que no ha necesitado llegar a la época actual para
saber qué es una crisis. Un título que esconde un episodio cargado de misterio y poesía que podemos encontrar en la novela Una
novela donde la música ocupa un lugar muy importante. Y no me refiero
al fado, no. Beethoven, Bach. Mozart, ocupan un lugar fundamental en
la vida de Duarte y a través de él, los veremos de otro modo.
IMPRESIÓN PERSONAL
Me ha encantado esta novela
pero también entiendo que esta es una cuestión muy personal. Comprendo el por qué de su triunfo en Portugal. Probablemente si te gusta
el fado, esa música portuguesa cargada de melancolía y tristeza,
también disfrutarás con esta novela. Pero su estilo se sale demasiado
de los cánones normales para poder asegurar que va a gustar a cualquier
lector español. En el fondo más que una novela es casi un libro de relatos. Cada capítulo es en sí mismo un relato. Todos interrelacionados entre sí, pero ni siquiera ordenados cronológicamente. Quizás
en ese caos cronológico es donde reside la belleza de esta novela. Una
novela que va planteando una serie de incógnitas que finalmente ni
siquiera resuelve completamente. Muchas cuestiones siguen quedando en el
aire. ¿Cuestionable? Por supuesto. Por eso no todos quedarán
satisfechos con el final de la novela. Un final demasiado abierto. Pero
¿acaso en la vida tienen todos los misterios respuestas? Duarte no las
tiene, por eso quiere partir en busca de ellas. ¿Tal vez en una nueva novela? Son
estas dudas las que me hacen restarle un poco la nota. Porque si la
nota dependiese únicamente de sus personajes, la puntuación sería un
diez. El universo de personajes creado por Joao Ricardo es riquísimo. Personajes irrepetibles, novedosos, cargados de matices y ternura. Y también de tristeza. Espero
haberte dado estimado lector, las claves para que te decidas o no a
escoger esta novela como lectura. Una novela que en el fondo no es tal.
Donde la acción no es el motor de la misma. Donde priman las
sensaciones. Donde los misterios quedan abiertos. Con un lenguaje
diferente. Donde he soñado, reído e incluso llorado con este personal universo de personajes que Joao Ricardo nos ha presentado. Gracias a Editorial Planeta que me ha facilitado este ejemplar para su lectura y reseña
VALORACIÓN: 9/10
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