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lunes, 19 de mayo de 2014

DON QUIJOTE, DE LA MANCHA - CAPÍTULOS XVI-XVII (MIGUEL DE CERVANTES)

Capítulo XVI. De lo que le sucedió al ingenioso hidalgo en la venta que él imaginaba ser castillo

Afortunadamente no tardan en dar con una venta que Don Quijote confunde con un castillo. Y entran dentro con el fin de sanra las muchas heridas que en el capítulo anterior sufrieron nuestros dos queridos personajes.

Mientas intentan dormir, el arriero que con ellos está ha quedado conchabado con una de las mozas del lugar llamada Maritormes, para que calme sus necesidades. Pero en la oscuridad de la habitación, Don Quijote en su locura cree ser el destinatario de los amores de la moza que para él es toda una beldad. 

Y era tanta la ceguedad del pobre hidalgo, que el tacto, ni el aliento, ni otras cosas que traía en sí la buena doncella, no le desengañaban, las cuales pudieran hacer vomitar a otro que no fuera arriero; antes, le parecía que tenía entre sus brazos a la diosa de la hermosura. 

Semejante disparate no puede acabar bien, y en medio de la oscuridad, unos contar otros, Sancho y Quijote sufren otra paliza

Y así como suele decirse: el gato al rato, el rato a la cuerda, la cuerda al palo, daba el arriero a Sancho, Sancho a la moza, la moza a él, el ventero a la moza, y todos menudeaban con tanta priesa que no se daban punto de reposo; y fue lo bueno que al ventero se le apagó el candil, y, como quedaron ascuras, dábanse tan sin compasión todos a bulto que, a doquiera que ponían la mano, no dejaban cosa sana.









Capítulo XVII. Donde se prosiguen los innumerables trabajos que el bravo don Quijote y su buen escudero Sancho Panza pasaron en la venta que, por su mal, pensó que era castillo



Aún no repuestos de la nueva paliza, Don Quijote decide marchar del castillo y como buen noble caballero pretende hacerlo con un "sinpa" en toda regla, que en ninguna parte se ha visto que los nobles caballeros deban pagar sustento. Pero su pobre amigo Sancho no corre tanta suerte por más que intente acogerse al mismo derecho que su señor y termina siendo manteado por algunos de los que en la venta se alojan.









lunes, 21 de abril de 2014

DON QUIJOTE DE LA MANCHA - CAPÍTULOS XIV Y XV (MIGUEL DE CERVANTES)


Capítulo XIV. Donde se ponen los versos desesperados del difunto pastor, con otros no esperados sucesos

Don Quijote y Sancho acuden al entierro del famoso Grisóstomo, muerto por el desamor de la pastora Marcela. Lo primero que podemos leer en este capítulo son los versos con los que se ha despedido de este mundo.

A continuación, conoceremos a la famosa pastora Marcela, que se defiende de los ataques de los que se siente objeto. No es para menos. ¿Acaso es ella culpable de que la amen? ¿Está obligada a amar a aquel que la ama?
«Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama.»

Quijote y Sancho en el museo Ulpiano Checa
Me ha resultado sorprendente la defensa que hace Miguel de Cervantes de la libertad, porque lo que hace por boca de Marcela es defender la libertad de elección de una mujer. ¿Normal? No para aquellos tiempos:
«Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos. Los árboles destas montañas son mi compañía, las claras aguas destos arroyos mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. Fuego soy apartado y espada puesta lejos. A los que he enamorado con la vista he desengañado con las palabras.»


Se remata el capítulo con un poema a modo de epitafio sobre Grisóstomo:
«Yace aquí de un amador el mísero cuerpo helado, que fue pastor de ganado, perdido por desamor. Murió a manos del rigor de una esquiva hermosa ingrata, con quien su imperio dilata la tiranía de su amor.»


Y de este modo concluye (por más que nosotros la consideremos como un libro único, la segunda parte de Don Quijote:
«Mas no le avino como él pensaba, según se cuenta en el discurso desta verdadera historia, dando aquí fin la segunda parte.»






Capítulo XV. Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó don Quijote en topar con unos desalmados yangüeses

Por más que el capítulo X de titulase ...del peligro que se vio con una turba de yangüeses, es ahora en este capítulo donde conoceremos dichas aventuras.

Tras despedirse de los cabreros, Sancho y Quijote continúan su marcha. Fiado Sancho del noble comportamiento de Rocinante, en un descanso no se toma la molestia de atarlo. Un error que pagarán caro en este capítulo, en el que salvo la mula todos salen molidos a palos.
Pues toda la tranquilidad de Rocinante se viene abajo cuando vienen unos yangüeses con una recua de hacas galicianas. Y dispuesto a yacer con ellas allá que se fue. Algo que no permitieron los yangüeses y molieron a Rocinante a palos.
Semejante afrenta no puede dejarla pasar por alto Don Quijote, por más que un acobardado Sancho intente frenarlo:
«— ¿Qué diablos de venganza hemos de tomar —respondió Sancho—, si éstos son más de veinte y nosotros no más de dos, y aun, quizá, nosotros sino uno y medio? — Yo valgo por ciento —replicó don Quijote.»


Suerte para Sancho, Quijote y Rocinante, que al poco de incorporarse y ponerse en marcha, divisan una venta que Don Quijote toma por un castillo, al cual se acercan en busca de ayuda.


lunes, 7 de abril de 2014

DON QUIJOTE DE LA MANCHA - CAPÍTULO XIII (MIGUEL DE CERVANTES)

Capítulo XIII. Donde se da fin al cuento de la pastora Marcela, con otros sucesos


Don Quijote y Sancho continúan su historia con los pastores, que les invitan a asistir a ver el famoso entierro de Grisóstomo, aquel que murió de mal de amores con la pastora Marcela.
Por el camino, armado como va en unas tierras que los pastores califican como pacíficas, le tiran de la lengua para ver si está loco o cuerdo, por lo que Don Quijote les refiere lo esforzada que ha de ser la vida de un caballero andante.
Chifladuras para los pastores, más no para Sancho, al que lo único que no termina de cuadrarle es la historia de Dulcinea del Toboso.

El buen paso, el regalo y el reposo, allá se inventó para los blandos cortesanos; mas el trabajo, la inquietud y las armas sólo se inventaron e hicieron para aquellos que el mundo llama caballeros andantes, de los cuales yo, aunque indigno, soy el menor de todos.






lunes, 31 de marzo de 2014

DON QUIJOTE DE LA MANCHA - CAPÍTULO XII (MIGUEL DE CERVANTES)

Capítulo XII.- De lo que contó un cabrero a los que estaban con don Quijote



Continúa la estancia de don Quijote con los cabreros en un capítulo que resulta muy diferente a los que hasta ahora hemos leído, pues lejos de ser nuestro novle señor el protagonista, lo son las historias que los cabreros le cuentan, y en las que Don Quijote solo interviene para intentar corregir el lenguaje incorrecto de aquel que las cuenta.
Se trata de la historia de un noble señor que a muerto de amor por una pastora. Una pastora que en realidad no es tal, pero a la que le gusta esos andares y esa vida de pastora. Antes de acudir al entierro al que son invitados, escuchan la historia.





lunes, 24 de marzo de 2014

DON QUIJOTE DE LA MANCHA - CAPÍTULO XI (MIGUEL DE CERVANTES)

Capítulo XI. De lo que le sucedió a don Quijote con unos cabreros




Dejamos en el capítulo anterior a don Quijote y a Sancho deambulando por los caminos y acogiéndose a una choza en la que hay unos cabreros para pasar la noche.
En este capítulo disfrutarán Sancho y Quijote de la hospitalidad de dichos cabreros. Sancho desde luego no se lo piensa mucho


Se fue tras el olor que despedían de sí ciertos tasajos de cabra que hirviendo al fuego en un caldero estaban; y, aunque él quisiera en aquel mesmo punto ver si estaban en sazón de trasladarlos del caldero al estómago, lo dejó de hacer, porque los cabreros lo quitaron del fuego,y, tendiendo por el suelo unas pieles de ovejas, aderezaron con mucha priesa su rústica mesa y convidaron a los dos.

Tras bien comer y trasegar vino, don Quijote les expone las grandes virtudes del mundo de caballería, en un mundo que ha cambiado, que ya no tiene las virtudes de antes, de ahí la necesidad de que alguien como los caballeros las defiendan.
Mucho no entienden los cabreros, que siguen no obstante con su hospitalidad y cantan una bella canción para sus huéspedes.

He de reconocer que este es uno de esos capítulos del libro que no recordaba para nada, así que no está mal recordar esos discursos de Sancho y Quijote, que más que mercedes, lo que busca es la comodidad.




lunes, 17 de marzo de 2014

DON QUIJOTE DE LA MANCHA - CAPÍTULO X (MIGUEL DE CERVANTES)

Capítulo X. De lo que más le avino a don Quijote con el vizcaíno, y del peligro en que se vio con una turba de yangüeses.




Un capítulo que definiría de transición, pues tras toda la acción del anterior con la batalla entre Don Quijote y el vizcaíno, el autor parece querer darnos un respiro y tras montar en sus monturas Sancho y Quijote continúan su camino.

Un camino en el que en este caso no van a tropezarse con ninguna nueva aventura, y en la que, al igual que en la foto de Sancho y Quijote frente a la casa de Cervantes en Alcalá de Henares que ilustra esta reseña, entablan conversación.
Sancho como dice a Quijote, no es un hombre ilustrado, pues no sabe ni escribir. Pero tiene el saber y la prudencia del hombre cauto, y como tal aconsejará siempre a Quijote.
Su preocupación es saber cuándo tendrá esa ínsula o gobierno prometido. Alto que pasará a parecerle secundario cuando Quijote le hable de un elixir que va a preparar y que cura todo tipo de heridas. Una auténtica mina de oro para Sancho, que se apresura a pedirle la receta.





lunes, 24 de febrero de 2014

DON QUIJOTE DE LA MANCHA - CAPÍTULO VII (MIGUEL DE CERVANTES)

Capítulo VII. De la segunda salida de nuestro buen caballero don Quijote de la Mancha

Don Quijote con los solícitos cuidados de su ama y de su sobrina, parece recuperarse de la paliza recibida, al mismo tiempo que intentan que recupere la razón perdida, por lo que como veíamos en el capítulo anterior, sus libros pasan a ser pasto de las llamas. Han desaparecido por obra del mago que tanto le odia.
Más Don Quijote, lejos de estar curado, planea nuevas aventuras, más siguiendo las recomendaciones del ventero, esta vez va a ir mejor pertrechado, por lo que escoge a un campesino como su fiel escudero.
En este tiempo, solicitó don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien —si es que este título se puede dar al que es pobre—, pero de muy poca sal en la mollera. En resolución, tanto le dijo, tanto le persuadió y prometió, que el pobre villano se determinó de salirse con él y servirle de escudero.

Y como en aquella época no había televisión, en vez de prometerle cinco minutos de fama televisiva, Don Quijote le promete el gobierno de una ínsula un reino si le acompaña en la aventura.
Con estas promesas y otras tales, Sancho Panza, que así se llamaba el labrador, dejó su mujer y hijos y asentó por escudero de su vecino.


Ya tenemos en marcha al dúo más famoso de la historia de la literatura: Don Quijote y Sancho Panza, montados en su caballo y en su burro, porque Sancho no está dispuesto a darse grandes caminatas y, pese a que no recuerda Don Quijote el caso de ningún caso de escudero montado en semejante montura, tampoco hay ninguna regla que a ello se oponga.




lunes, 17 de febrero de 2014

DON QUITOJE . CAPÍTULO VI (MIGUEL DE CERVANTES)

Capítulo VI. Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo.



Tenemos al pobre Don Quijote molido a palos en su cama, mientras el cura, el barbero, su sobrina y su ama quieren poner remedio a todos sus males futuros. Y como la culpa nunca cae al suelo sino que hay alguien que la recoge por el camino, los libros son condenados como los responsables del lamentable estado en el que se encuentra Don Quijote.
Sigue a continuación una de los episodios que más desconcertados me han dejado siempre de esta novela. Porque por malos que sean los libros, la escena del ama tirando los libros por la ventana para hacer con ellos un montón y quemarlos me trae a la memoria episodios posteriores de la vida real, con la inquisición haciendo autos de fe con los libros y quemándolos públicamente, o más recientemente con esas piras organizadas por los nazis.

No —dijo la sobrina—, no hay para qué perdonar a ninguno, porque todos han sido los dañadores; mejor será arrojarlos por las ventanas al patio, y hacer un rimero dellos y pegarles fuego; y si no, llevarlos al corral, y allí se hará la hoguera, y no ofenderá el humo. Lo mismo dijo el ama: tal era la gana que las dos tenían de la muerte de aquellos inocentes.


No es cierto que no se perdone ninguno, porque Amadis de Gaula y alguno más se libran de la quema. Bien es cierto que en este episodio, metaliteratura pura y dura en la que se pasa revista a toda la literatura de caballerías de aquella época, me queda claro que no hacía falta tanto fuego, pues el mismo tiempo se ha encargado de borrar de la faz de la tierra dichos libros, del que apenas queda recuerdo de alguno como el del mencionado Amadis de Gaula o Tirant le Blanc.

Aunque no sólo irán a parar a la hoguera los libros de caballería, Junto a ellos están también los libros de poesía. Y si peligroso es un caballero andante, no menos peligroso puede ser un poeta, por lo que aplicando aquello de mejor es prevenir que curar (como véis la medicina preventiva no es cosa nueva), harán compañía buena parte de dichos libros (también se salva alguno) los de caballerías en la hoguera.

Y, lo que sería peor, hacerse poeta; que, según dicen, es enfermedad incurable y pegadiza.


lunes, 10 de febrero de 2014

DON QUIJOTE DE LA MANCHA -.CAPÍTULO V (MIGUEL DE CERVANTES)

Capítulo V. Donde se prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero



Habíamos dejado a Don Quijote en el capítulo anterior derrumbado en el suelo y con el cuerpo molido a palos tras su frustrado ataque a un grupo de comerciantes que se negaron a rendir pleitesía a su Dulcinea.
Más hete aquí que por el lugar acierta a pasar un vecino que lo reconoce y se apresta a darle ayuda, montándolo en su burro y devolviéndolo a su pueblo, donde la sobrina, el cura y el tío de Don Quijote están asustados por su ausencia desde hace ya tres días.


El diagnóstico de la sobrina es inapelable: Tanta lectura de novelas de caballería es la culpable del extravío de su tío, que hace aparición maltrecho en la casa.


¡Desventurada de mí!, que me doy a entender, y así es ello la verdad como nací para morir, que estos malditos libros de caballerías que él tiene y suele leer tan de ordinario le han vuelto el juicio; que ahora me acuerdo haberle oído decir muchas veces, hablando entre sí, que quería hacerse caballero andante e irse a buscar las aventuras por esos mundos.

lunes, 3 de febrero de 2014

DON QUIJOTE DE LA MANCHA - CAPÍTULO IV (MIGUEL DE CERVANTES)

Capítulo IV. De lo que le sucedió a nuestro caballero cuando salió de la venta




La del alba sería cuando don Quijote salió de la venta, tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse ya armado caballero, que el gozo le reventaba por las cinchas del caballo...

Ya tenemos a Don Quijote armado caballero en la venta y con las palabras del ventero muy presentes en su mente, se dirige en primer lugar a buscar un escudero que le acompañe en sus aventuras. Porque vamos por el capítulo cuarto y aún tenemos a Don Quijote cabalgando en solitario.
Y cabalgando rumbo adonde el destino le lleve, o mejor dicho, donde su caballo le lleve, que por aquello de las querencias no es otro sitio que a su casa, no tardará en entrar para su gozo en materia.
Primero salvando del furor de su amo que lo está maltratando a un pobre criado. Salvación que sólo tiene lugar mientras Don Quijote está presente.

Luego entrando en lucha para defender el buen nombre de su dama Dulcinea. Una batalla en la que un tropezón de su caballo dejará a Don Quijote malparado. O mejor dicho, bien parado en el suelo pero muy maltrecho y molido a palos.


lunes, 27 de enero de 2014

DON QUIJOTE DE LA MANCHA - CAPÍTULO III (MIGUEL DE CERVANTES)

Capítulo III. Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo don Quijote en armarse caballero

Ya tenemos a Don Quijote en la venta, convertida en su imaginación en un castillo, dispuesto a dar comienzo a sus aventuras, cuando cae en la cuenta de un pequeño detalle: No es un caballero.
Por eso, aún a riesgo de abusar de la generosidad del dueño del castillo, le pide un don: que le nombre caballero.

Y así, os digo que el don que os he pedido, y de vuestra liberalidad me ha sido otorgado, es que mañana en aquel día me habéis de armar caballero, y esta noche en la capilla deste vuestro castillo velaré las armas; y mañana, como tengo dicho, se cumplirá lo que tanto deseo, para poder, como se debe, ir por todas las cuatro partes del mundo buscando las aventuras, en pro de los menesterosos, como está a cargo de la caballería y de los caballeros andantes, como yo soy, cuyo deseo a semejantes fazañas es inclinado.


Por eso, una vez aceptada esta petición por el posadero, se dispone, siguiendo todas las normas de las leyes de caballería, a velar las armas en el patio del castillo, dando lugar a uno de los muchos momentos singulares de esta novela.


Y ya armado caballero, veremos en próximas semanas las andanzas de Don Quijote.

lunes, 20 de enero de 2014

DON QUIJOTE DE LA MANCHA - CAPÍTULO II (MIGUEL DE CERVANTES)

Capítulo II. Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso don Quijote





Ya tenemos a don Quijote con su flamante nombre recién adoptado, dispuesto a partir a cumplir la misión para la que cree que la providencia se está llamando. Y así comienzan sus aventuras:

Y así, sin dar parte a persona alguna de su intención, y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día, que era uno de los calurosos del mes de julio, se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó su lanza, y, por la puerta falsa de un corral, salió al campo con grandísimo contento y alborozo de ver con cuánta facilidad había dado principio a su buen deseo.


Unas aventuras que tienen como base la locura de Don Quijote, que transforma su entender para acomodar todos los sucesos y toda su visión a aquello que cree estar viviendo, que no es otra cosa que una de esas aventuras que leyó en las novelas de caballerías que le han robado el juicio.
Por eso, y no por haber estado cabalgando todo el día cubierto con su armadura bajo el implacable sol manchego del mes de julio, cuando llega a una venta al caer el día, la transforma en un noble castillo. Y a las dos mozas que a la puerta están en dos bellas damas.



Y como a nuestro aventurero todo cuanto pensaba, veía o imaginaba le parecía ser hecho y pasar al modo de lo que había leído, luego que vio la venta, se le representó que era un castillo con sus cuatro torres y chapiteles de luciente plata, sin faltarle su puente levadiza y honda cava, con todos aquellos adherentes que semejantes castillos se pintan.


Pero para saber lo que en dicha venta ocurrirá, habrá que leer el próximo capítulo


Hasta la semana que viene.



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