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martes, 14 de octubre de 2014

EL VALS LENTO DE LAS TORTUGAS (KATHERINE PANCOL)

 La vida es un vals que hay que bailar






FICHA TÉCNICA

Título: El vals lento de las tortugas
Autor: Katherine Pancol
Editorial: La esfera de los libros
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 800
PVP: 21,90 €






KATHERINE PANCOL

Nació en Casablanca y se trasladó con su familia a París cuando tenía cinco años. Cursó estudios literarios y se doctoró en letras modernas. Trabajó de profesora de francés y latín antes de comenzar una larga trayectoria profesional como periodista en publicaciones como “Paris Match” o “Cosmopolitan”. Ha publicado más de una decena de libros y el éxito le llegó en 2006 de la mano de Los ojos amarillos de los cocodrilos, del que se han vendido más de un millón de ejemplares en Francia, novela por la que también recibió el premio “Maison de la Presse” en 2006 y fue galardonada como mejor autora por Gorodets Publicaciones.
Ha sido traducida a varios idiomas, entre ellos, ruso, chino, ucraniano, vietnamita o coreano.


Las dos continuaciones “El vals triste de las tortugas” y “Las ardillas de Central Park están tristes los lunes" han sido también un éxito de ventas.






ARGUMENTO

La vida de Josephine y su familia ha cambiado por completo, tras el éxito de ventas obtenido por su público, por fin tiene una situación económica satisfactoria, por lo que lo primero que hace es cambiarse a otra casa en un nuevo barrio. Una casa y un barrio mucho más lujoso y con vecinos que en principio son de lo más estirados.
La vida De Josphine, aunque tranquilo en lo material, no lo está tanto en lo anímico, pues su hermana Iris está hospitalizada víctima de una grave depresión, las relaciones con sus hijas son todo lo difíciles que pueden ser cuando estas son o están entrando en la adolescencia y sentimentalmente no termina de encontrar el punto de equilibrio en su relación con Luca a la vez que se siente fuertemente atraída por el marido de su hermana.
Además su marido Antoine parece entrar nuevamente en su vida, pues tras creerlo todos muerto por las fauces de un cocodrilo, vuelve a dar señales de vida mediante algunas cartas o el envío de algunos objetos personales.
Por si fuera poco, el barrio está alterado tras el intento de agresión en el que Josephine resultó milagrosamente ilesa y los asesinatos que se están produciendo. Asesinatos que llegan hasta el propio edificio de Josephine.






EL VALS LENTO DE LAS TORTUGAS

Comenzaba mi comentario sobre Los ojos amarillos de los cocodrilos diciendo: Un millón de libros vendidos en Francia, por más que las editoriales inflen las cifras como autopropaganda, es un número muy respetable que, como mínimo despierta mi curiosidad, sobre todo porque no se trata de Marc Levy ni de Gavalda, autores consagrados en el país vecino.
Un millón en Francia que han sido de momento doscientos mil en España, lo cual hacía inevitable la publicación de la continuación, que es este El vals lento de las tortugas

Al igual que en el primer caso destacaba su contraportada, no puedo menos que volver a hacerlo. Es un claro ejemplo de cómo una contraportada te anima a leer un libro, por más que en la mayoría de los casos, los que quedaron convencidos con la primera novela, están más que dispuestos a continuar con la lectura de la segunda parte.

Nos dice la contraportada:
Este libro es como una borrasca en medio de la vida...
El beso abrasador de aquel al que nunca debimos besar...
Un abrazo que es refugio o muerte...
Un hombre inquietante pero encantador...
Una mujer que tiembla y espera ardientemente...
Un hombre que miente...
Una mujer que cree dirigir el baile pero que ha perdido el paso...
Dos adolescentes más enterados que los mayores...
Un hombre que juega a resucitar...
Un padre allá arriba, entre las estrellas...
Musitando al oído de su hija...
Un perro tan feo que nos apartamos de su lado...

Personajes que avanzan tercamente. Como pequeñas tortugas obstinadas.Que aprenden a bailar lentamente, lentamente. En un mundo demasiado rápido, demasiado violento
.







PERSONAJES


A pesar de contar con un personaje central como Josephine, que podría ser capaz de eclipsar por su fortísima personalidad literariaa todos los demásEl vals lento de las tortugas es ante todo una novela coral, poblada de multitud de personajes, cada uno de ellos con su historia que va creciendo conforme van transcurriendo las páginas de esta novela.
Seguramente ahí reside el mayor mérito de El vals lento de las tortugas, en ser una historia de historias, todas girando en torno a Josephine pero al mismo tiempo con su propia autonomía

He aquí una parte de esos numerosos personajes que podemos encontrar, y que continúan evolucionando desde la primera novela de la trilogía:


Josephine:
Una mujer a la que terminas queriendo, que poco a poco va descubriéndose a si misma:
«Esa Josephine buena, razonable, dulce, que se había casado de blanco, había criado a dos hijas, que trataba de hacerlo lo mejor posible, siempre justa, siempre razonable». (Los ojos amarillos de los cocodrilos, página 335)

Que ha de bregar con los problemas de dos hijas acercándose a la adolescencia.Es ese camino de crecimiento el que nos muestra el libro: 
«He comprendido que la felicidad no es una vida pequeña sin embrollos, sin cometer errores ni moverse. La felicidad es aceptar la lucha, el esfuerzo, la duda y avanzar, avanzar franqueando cada obstáculo». (Los ojos amarillos de los cocodrilos, página 349)

Con todo lo que ha conseguido superar en su vida, con el éxito que ha conseguido, podría suponerse que tendría que ser una mujer mucho más fuerte, más segura de sí misma. Pero no es así, el pasado la sigue marcando, la falta de cariño en su niñez y, sobre todo, aquella escena de su infancia en la que cuando estaba a punto de ahogarse su madre prefirió salvar a su hermana a ayudarla a ella.
Por eso no se precipita, prefiere avanzar lentamente, paso a paso, como las tortugas de las que nos habla el título:
«Para una mujer es duro vivir sola. Hay que ser firme, enérgica, decidida y ese no es exactamente mi caso. Yo soy más bien lenta, muy lenta...
¿Una tortuguita?
¡Una tortuguita que avanza a dos por hora y que se muere de miedo!
A mi me gustan mucho las tortugas, son animales muy afectuosos, ¿sabe? muy fieles... Que merecen realmente nuestros cuidados». (El vals lento de las tortugas, página 418)

Pero si hay algo que caracteriza a Josephine es la capacidad de amar que tiene, un amor que derrama sobre todos los que se acercan a ella. Una persona a la que todos nos gustaría tener por amiga, que antepone siempre las necesidades de los demás a las suyas propias. Para muchos podría ser una "tonta" por sus actitudes. Pero ¡mucho mejor iría el mundo con muchos tontos como ella!
Una bondad que es natural que le sale del fondo de su corazón, sin esfuerzo:
«Quizás tienes razón y solo el amor te llena de verdad. Pero ¿cómo aprender a amar? ¿Lo sabes tú? Todo el mundo habla de ello pero nadie sabe lo que es: Tu repites continuamente que hay que amar, amar, ¿pero eso se aprende? Dime.
Olvidándose de uno mismo». (El vals lento de las tortugas, página 379)

Pero como su propia hija descubre, sus dificultades vienen siempre del mismo lado, de que no actúa con la cabeza, sino bajo los dictados de su corazón:
«Ese era el problema de su madre. La emoción la enturbiaba la vista». (El vals lento de las tortugas, página 215)



Hortense
Es la hija mayor de Josephine y el contrapunto a ella. No soporta a una madre a la que ve ñoña, tonta de tan buenaza como es, sin algo que ella estima por encima de todo: la elegancia y el glamour. Tiene una visión radicalmente distinta de la vida, piensa que su madre no se da cuenta de la realidad: Hoy día sólo importa el dinero.
El siguiente párrafo la describe perfectamente: 
«¡Me niego a ser pobre, me horrorizan los pobres, la pobreza apesta! ¡La única cosa que importa a la gente es el dinero. Yo soy como todos, salvo que no me avergüenza decirlo»! (Los ojos amarillos de los cocodrilos, página 71)

Hortense es un personaje que crece mucho en esta novela, tanto en personalidad como en importancia. Es un contrapunto a su madre. Como dice en la contraportada es una adolescente mucho más enterada que su madre. Un contrapunto de eficacia frente al caos emocional de su madre:
«No te preocupes, Hortense sobrevivirá. Hortense sobrevivirá a todo, incluso podría ser su lema». (El vals lento de las tortugas, página 215)

A pesar de su corta edad, desde muy pequeña se ha trazado unas metas en su vida y como si fuese un tanque, pasa por encima de cualquier dificultad que se ponga delante de ese camino que se ha trazado hasta la meta. Ella quiere diseñar y trabajar en el mundo de la moda, y a ello se dedica en cuerpo y alma:
«Nadie ha conseguido desviarme ni un centímetro porque yo he decidido que nadie lo haría. Me fijé un objetivo, es muy sencillo ¿sabes? Cuando decides hacer algo de verdad, lo consigues siempre. Basta con estar convencido de ello y convencer a los demás». (El vals lento de las tortugas, página 209)



Zoe
Es la hermana pequeña, poco más que un crío en el primer libro, pero que inevitablemente crece y empieza a entrar en la difícil etapa de la adolescencia, con todo lo que eso conlleva de descubrir nuevos sentimientos y enfrentamientos al poder establecido, en este caso a su madre. Un enfrentamiento que se ve reforzado por la creencia de que su padre sigue vivo, de la negativa a enterrarlo definitivamente.




Iris
Es la hermana rica de Josephine, guapa y admirada. Pero su vida está vacía y ella lo sabe. No solo está vacía, sino que está apoyada en la mentira, en la impostura, algo que está dispuesta a repetir, tomando la autoría de un libro que obliga a escribir a su hermana.
Como todas las mentiras al final se descubren, Iris cae en una tremenda depresión tras el éxito de la novela. A lo que hay que añadir la ruptura sentimental con su marido, lo cual la deja huérfana de afecto y, sobre todo, de protección.



Antoine
Es el marido, siempre con grandes proyectos, pero falto de autoconfianza para llevarlos a cabo. Su último proyecto le lleva a África, un lugar en el que se sintió grande y feliz, para hacerse cargo de una granja de cocodrilos, montada por un grupo chino.
El personaje se resiste a desaparecer y, aunque todos le dábamos por muerto, su familia comienza a recibir cartas escritas por él en las que dice que está vivo y pronto se pondrá en contacto con ellos.




Marcel Grobtz
Es el padrastro de Josephine, de profesión "liquidador de empresas". Toda la fuerza que tiene en la mesa de negociaciones, se diluye como un azucarillo en el agua ante su mujer, una mujer que lo desprecia por su falta de clase, que solo quiso de él su dinero y que incluso se negó a darle un hijo.
Inevitablemente se buscará la vida fuera del hogar mientras busca las fuerzas y la manera de empezar una nueva vida sin su mujer.
No va a tenerlo fácil en este nuevo libro Marcel, que se ve enfrentado a la enfermedad de su amante, con la que ha empezado una nueva vida rompiendo con su mujer, que pese a todo se niega a divorciarse de él.







IMPRESIÓN PERSONAL

Siempre dan un poco de miedo las segundas partes. Miedo a la decepción, porque si llegas hasta ellas es porque disfrutaste con la primera y quieres continuar disfrutando con las aventuras de los personajes que en ella aparecieron.
Los ojos amarillos de los cocodrilos es un libro que podríamos considerar acabado, en el que una continuación es muy factible, como de hecho lo demuestra esta segunda parte, pero en el que las historias quedan cerradas. No puedo decir lo mismo de El Vals lento de las tortugas, en el que aunque la trama principal si queda resuelta, quedan bastantes cabos sueltos e historias abiertas que hacen necesaria, por no decir imprescindible, la tercera parte (Las ardillas de Central Park están tristes los lunes)

Es imprescindible para poder comprender El vals lento de las tortugas, haber leído primero Los ojos amarillos de los cocodrilos Es más, incluso habiéndolo leído, como hacía tiempo de su lectura, he de reconocer que las cien primeras páginas no terminaba de centrarme, ante la avalancha de personajes que se me venían encima sin que yo recordara bien sus historias anteriores. Imaginaos pues si encima no os habéis leído el primer libro.
Me sorprendió también que la trama del libro tuviese un estilo totalmente diferente al anterior. Porque si algo no me terminó de convencer de Los ojos amarillos de los cocodrilos es que en muchos momentos parecía un libro de autoayuda, que en cierto modo lo es al hablar de la superación ante las situaciones difíciles de la vida. No es eso lo principal en El vals lento de las tortugas, no porque Josephine no tenga que seguir luchando para elevar su autoestima, sino porque por sorpresa nos encontramos con un libro de intriga, con una serie de asesinatos y un misterio añadido que hay que resolver.
Se rebaja también aquella búsqueda de lo que es escribir un libro que teníamos en la primera parte, porque a Josephine no le surge ninguna idea para empezar a escribir y decide hacer un trabajo para su carrera profesional. Una lástima, porque las pocas veces que en el libro aparecen alusiones a aquel siglo XII que tanto le gustaba a la autora, son de lo más interesantes y reveladoras.
Lo que si permanece en este libro como en el anterior, y que sin duda contribuye a que me haya gustado, es el buenrrollismo que hay en él. Puede parecer mentira que encontremos en la vida personas tan generosas, tan amables y tan dignas de amar por el amor que dan a los demás sin pedir nada a cambio como Josephine. Pero puedo dar fe, de que aunque sea un personaje de ficción, conozco a algunas personas que podrían incluirse en esta categoría, que van por la vida sin malos rollos, siempre con una sonrisa en los labios y pendientes de las necesidades de los demás por encima de las suyas propias.

La vida es un baile, como un vals que puede sonar lento o rápido, que podremos bailar solos o en compañía, que alguien nos enseñará a bailar o aprenderemos solos a base de errores, en el que podremos perder el paso, tropezar y caernos, en el que recibiremos pisotones, Un baile en el que con suerte encontraremos nuestra pareja ideal para bailarlo hasta el final, o en el que cambiaremos constantemente de pareja. Un baile obligatorio en el que no podremos quedarnos sentados contemplando como son los demás los que bailan, mientras permanecemos ajenos sentados al borde de la pista sin participar.
Disfrutemos Pues de este baile. Y si en él encontramos el sano placer de una lectura como la de este El vals lento de las tortugas, no desaprovechemos la ocasión de disfrutarlo.




Lectura facilitada por la Biblioteca Municipal de Móstoles




VALORACIÓN: 8/10


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10 comentarios:

  1. Leí la trilogía y de alguna forma me gustó hacerlo pero creo que la historia no tiene demasiada enjundía y no necesitaba tantas páginas para contar lo que quería.

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  2. Otra trilogía que tengo pendiente.... tengo la manía de tener todos los libros antes de ponerme con ellos.
    Besos

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  3. Esta trilogía pertenece a la categoría de mis eternos pendientes. Besos.

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  4. Me quedé en la primera entrega, y no me llama demasiado la atención continuar con ella.
    Un beso!

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  5. La verdad es que no sé cómo me animé con este libro dado que la primera entrega no me había gustado demasiado y esta segunda vino a confirmar que no eran libros para mí. De hecho he dejado la trilogía sin acabar.
    Besos.

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  6. Leí la trilogía completa, éste me gustó pero el siguiente me pareció bastante pegote.

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  7. A pesar de tu buena reseña, sigo sin animarme con esta trilogía
    Besotes!!!

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  8. Me da mucha pereza empezar esta Trilogía. Igual algún día....

    Bs.

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